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La Mancha de Chocolate

Al fondo de la estantería había algo. El libro se había quedado encallado. Núria lo sacó y palpó la superficie con la mano. Sí, había algo en el fondo. Sacó otro libro, más pequeñito, pero grueso. Acarició el lomo y leyó las primeras páginas. Sin duda, ese comienzo le había entusiasmado así que decidió llevárselo. Acudió a la recepción, donde entregó su carnet de la biblioteca. Se sentó en un banco del parque y comenzó a leer. La historia de esos dos personajes paralelos, que nunca llegan a coincidir pero que están unidos de una extraña manera la trasladan a un universo nuevo. Se desliza de la realidad y entra en una película. Sigue leyendo, sobresaltándose a cada acontecimiento, en el que los dos jóvenes están a punto de encontrarse pero algo lo impide.
Página 87. Hay una manchita de café en la parte superior. Se queda cavilando un rato. Comienza a redactar su propio libro desde su mente, e imagina infinidad de posibilidades de por qué hay una mancha en el libro. Vuelve a la historia. Por fin llega el final. Precioso, por cierto. Pero lo que la entretiene de nuevo es la salpicadura en el folio. Se imagina a un interesante periodista, con gafas negras, de apariencia atractiva, leyendo un libro mientras saborea su apetitoso desayuno. Coge su taza de café, pero una gota, minúscula, resbala por su barbilla hasta acabar en el libro. Nada más lejos de la realidad.
Haca dos meses y medio. Matías preparaba su ración de tortitas matutinas, para él y su novia. Bueno, ahora se comería las dos partes porque su novia lo había dejado. Decía que hacía muchas tortitas y la iba a engordar, pero Matías se barruntaba que esos quilos que había cogido no eran de sus tortitas, pero ella quería hacerle sentir culpable. ¿Culpable? No, jamás. Sus tortitas eran las mejores del pueblo y nunca dejaría de sentirse orgulloso de ellas. Untó sus tortas y abrió un envase de batido de chocolate. Se sirvió un señor vaso de chocolate y comenzó a desayunar. Como no tenía con quien hablar abrió su libro y comenzó a leer, pero quiso meter una tortita entera en la taza y salpicó el libro.

Núria sigue dándole vueltas a la mancha. ¿Y si algún día lo llegase a conocer, al hombre de la mancha...?
Oliviaferrer28 de octubre de 2017

6 Recomendaciones

5 Comentarios

  • Raul_amon

    Si el hombre volviese a preguntar por el libro, Nuria podría preguntar por él. Tal vez así se puedan conocer. Quién sabe...
    Bonita historia.
    Un beso!

    28/10/17 09:10

  • Remi

    Las casualidades nos pueden llevar a sitios insospechados y conocer personas increíbles, solo hay que atreverse..., como bien dice Raul, en este caso, a preguntar. Preciosa historia.
    Un gran abrazo Olivia.

    28/10/17 10:10

  • Polaris

    Una Bellisima historia. y tú la has contado, fantásticamente bien.

    Pol.

    29/10/17 01:10

  • Chay

    Ainnnnssss,el destino,tan caprichoso......!!!! Hasta dos manchitas de café,pueden llegar a mover el mundo.....a encontrar el amor,en este caso..Podría ser...Majestuoso,Olivia.¿Qué pasará?Espero impaciente...Besos.

    29/10/17 02:10

  • Rocinanteblanco

    Un relato llevado por derroteros que a todos nos gustaría sentir.

    31/10/17 11:10

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