Ella besa mis sueños.
Como una panadera amorosa saca unas manos etéreas de la nada
con las cuales amasa con ternura el tropel de imágenes que se agolpan en mi mente.
Las abraza, las estruja, con cariño las tortura
condenando a las mas furiosas a la suavidad de sus fauces o
a las mas tímidas a la atenta expectación del universo.
Ella no las ordena, las rige ni las manda,
simplemente es el infierno, el prado o el castillo donde viven,
es la luz de sol ilusorio traducida en el calor de su planeta,
es quien abraza a la princesa cuando el otro sol me obliga a abandonarla
y es quien me abre la puerta de su alcoba cuando, a hurtadillas,
pretendo engañar con ella a mis pesadillas. De ellas me esconde.
Es una fractura de los huesos del tiempo que no quiero nunca que sane
y pateo con todas mis fuerzas…
Por eso la quiero,
porque entre los pliegues sangrantes de esa llaga esta mi paraíso,
están resumidos los infinitos años luz que hay entre una pesadilla…
…y la verdadera realidad

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