"Ese momento, cuando comienza a llover y te das el placer de meterte en la cama y dedicarte un largo tiempo para pensar. Bueno, pues tú fuíste el protagonísta de aquella lluviosa tarde, no dejé de pensarte"
Estaba completa y locamente enamorada de tu jodida sonrisa, pasabas, sonreías, y yo ya tenía tema del que hablar durante horas con mi corazón y escuchar largas discutas entre mi cabeza y él. Recuerdo como te acercaste a mi,fue la noche más estrellada que había visto nunca, yo estaba volviendo a casa, te vi salir de la esquina, vinías justo de frente, tu caminar era glorioso joder, eras tan sexy que solo con escuchar tus pasos me moría por escribirte mil poesías en besos. Me cogiste del codo, para evitar caerme, que idiota yo, tu ahí esperando una respuesta y yo mirando tu boca como si el remidio de todo saliera de ahí, aunque en aquel instante supongo que si me hubieras dicho eso, me lo creería. Creo que soñé con esos minutos durante días y noches. Me tiraría horas escribiendo todos los momentos que lo vi después de aquella noche... Pero un día, después de tantos saludos que no me atreví a darte, me armé de valor y te lancé una sonrisa desde mi ventana, tú creerías que estaba allí mirando por casualidad, pero sabía que pasarías a esa hora, lo curioso es que de todas las veces que habías pasado esa fue la única que miraste hacia mi ventana... Y que locura señor, bajé a tirar la basura, cuando apareciste de la nada, me apoyaste en la pared con una mano en mi cadera derecha y otra enrredada en mi despeinada melena, me besabas como si fueras a devorarme, no había sentido semejante pasión y sedducción jamás, a penas abrí los ojos después de aquello cuando de tu hermosa boca salió un te quiero, lo dijiste seco y claro, mirándomd fijamente a los ojos, con la respiración agitada y tus manos exactamente en el mísmo sitio. Aquel fue el principio de nuestra locura, nos deseabamos tanto... Para mi, contarte los lunares de la espalda después de hacer el amor era un placer increíble, recuerdo pasarme horas contemplando todo tu cuerpo desnudo mientras dormías, así, con tu cabello despeinado, eras una obra de arte.
Llamémoslo amor, pero os aseguro que que esa palabra se queda pequeña para lo que ardía su piel y la mía al justarse.

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