Tomaste mucho de la poción y eres inmenso, pero ya no podré alcanzar tus hermosos labios.
¡Bienvenido seas a mi fiesta del té! El tiempo, siempre chocante, nos dejó aquí atrapados... ¿Qué más da? Me volví loca con el sabor de este pastelillo y bebiendo eternamente estoy condenada a escuchar el desafinado violín.
Mi señor sombrerero, no tiene idea de cuanto pesar tengo por despedirme, sabiendo que en algún momento estuve tan cerca de tenerlo y sin embargo tan lejos.
Vergonzosamente le debo una disculpa, porque en mi loco intento corté los manteles y rompí las sucias tazas, todo por borrar su sonrisa de mi mente. Estoy tan cansada, mi alegría se perdió hace mucho tiempo, dejando como consuelo un sorbo de insípido té... Adiós, adiós, al igual que el gato me convierto en la luna y riendo desquiciadamente le deseo todo el amor, que mi desgraciada alma renunció a darle.