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Laberinto. [2]

Tras pasar una noche noche larga y fría, tumbada en la hierba mojada por el rocío de la noche.
Me despierto. Estoy empapada. Mi cuerpo tirita más de lo normal.
Tengo hambre, frío y me noto cansada. Mis ojos aún siguen medio abiertos. La niebla es más que abundante y no veo nada a lo lejos.
Me levanto y empiezo a caminar. Todo esta gris y quiero salir de el escalofriante laberinto que me ata como si fuera una esclava.
Me choco con algo. Es una puerta. Me quedo unos segundos aturdida.
Dudo en abrir la puerta. Ya todo me da igual. Por todo lo que he pasado y que me dé miedo una simple puerta...
No. Abro la puerta y veo una pequeña luz al fondo. Si, ahora en ese sitio o como se pudiera describir, estaba mejor. Me sentia mucho mejor, ni tenía hambre, ni miedo, ni frío, ni sueño.
En el último momento lo entendí todo.
Las rachas o malos momentos de tu vida, te lo hacen pasar realmente mal. Pero tiene algo muy positivo. TE HACEN MÁS FUERTE Y MÁS SEGURO/A DE TI MISMO/A. Más maduro/a, sientes que lo puedes controlar todo. Sobre todo que tienes SEGURIDAD en tí mismo.
Todos los baches grandes, pequeños, medianos que pasas en tu vida, te hacen mejor persona y sobre todo más fuerte y seguro.
En esas mismas circunstancias lo entendí absolutamente todo. Porque estaba en ese laberinto sin salida. Que caminaba hacia todas partes sin sentido e insegura. Sin fuerzas para dar otro paso más. Sin ganas de nada. De dejarlo todo y tirarme en el suelo sollozando por cada penuria de mi vida. No. Seguí adelante. Porque no vale la pena estar mal. Desperdiciar tu vida por un bache. No. Encontré en mi interior las mínimas fuerzas que me quedaban y seguir adelante con mi vida.
Porque sé que vale la pena salir del laberinto en el que estaba encerrada.
Pe25 de mayo de 2010

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