Se levanto muy temprano, hoy era el gran dia, estaba feliz y sonriendo, abrio las cortinas dejando pasar el sol, acomodo las cobijas y se fue a bañar.
Al salir, sin prisa, pero sin pausa comenzo a vestirse, eligio el traje negro, le gustaba como le quedaba, primero el pantalon, luego la camisa, que sin una arruga cuidadosamente se coloco. Se puso la corbata, siempre se le hacia un mundo. Frente al espejo se arreglo un poco el cabello, luego se puso los zapatos, negros y sin medias, nunca le gustaron. Tomo el saco, lo vio un momento y lo dejo de nuevo sobre la cama.
Despacio bajo las gradas, viendo todo detenidamente.
Llego a la sala y se sento en su sillon favorito, tomo el frasco y una a una se tomo todas las pastillas, al terminar y con la mirada un poco perdida, simplemente dijo:
"Hasta para recibir a la muerte, hay que estar bien presentado..."
