TusTextos

El Dolor de una Mujer









El dolor de una mujer






Noche tras noche torturándose, sin saber qué hacer con su vida,precisa siempre la vista al techo, mientras que la locura entronca la química de sus recuerdos.


Preguntas y más preguntas, preguntas que no tienen una respuesta, porque no existen respuestas ante la muerte, porque ante la muerte, simplemente una pregunta es un pequeño engaño para aliviar nuestro ser racional.

Ella deseo la muerte, sin importarle nada, ni siquiera sus hijos, no hallo consuelo en ellos, ni en nada que esta vida pudiera ofrecerle después de la muerte de su marido.


Ya no sabía para que había nacido, pensó que era absurdo haber nacido para semejante desenlace, hubiese preferido que su vida no acaeciera, sin más no haber existido.

Su aflicción aumentaba, en forma exponencial a como el mundo que le rodeaba le decía, que solo el tiempo puede curar una perdida, craso error, solo aquellos que hemos perdido a alguien amado, sabemos que el tiempo no restaña las heridas, a las heridas del alma no se las puede suturar, ni poner vendas, ni tiritas, las heridas del alma sangran de por vida, y te la quitan lentamente, te cambian el ser y el estar, la vida y la existencia amen del carácter.

Ella se fue ocultando, creo una bruma entorno de su existencia, incluso alrededor de su cuerpo, era rehén de los gritos que no le dejaban dar, tenía que mantener la compostura ante todos esos míseros seres a los que le avergonzaba su comportamiento. Estaba prisionera en una jaula, como un animal salvaje, su ciudad la señalaba, solo por haber perdido al ser amado, por ser viuda, la torturaron simplemente por nada y por todo, la crueldad era su sombra y lo que entendemos por vida, dejo de serlo para ella.


Turbación, recelo, sufrimiento y arcadas, reconcomios frecuentes en la cotidiana repetición de todos los amorfos aforismos que, a modo de cortes de sangre, tenía que escuchar día a día, estoicamente.

Eran golpes dolientes, insultos insufribles de mentes del bajo consumo, a falta de humanidad solo tenían aprendidas letanías del antaño, que ya no eran lecciones, y si enjundias hirientes, ¿será que, la humanidad, ante el dolor ajeno, solo repite lisonjas? tribulaciones caducas de siglos de ignorancia supina, que alejan al humano y lo acercan al rebuzno del asno.

¿Puede la vida y los supervivientes de ella llegar a estados de conciencia más bajos?.


Despertó de nuevo, día tras día, después de aquella fatídica hora del reloj, y era otro día sin sentido en su vida.
Otro día, otro desgarro en el alma, otro grito, y sin noticias de Dios, uno hijos le preguntaban, cuando iba a volver papa, y no había respuesta, no la había, ni la habría jamás.



Mente lúcida, pero alma destrozada, cuerpo inanimado, sin amparo alguno para existir, la oscuridad de la noche es más oscura a cada minuto que pasa, y siempre en el momento que su olor sigue allí, impregnado, en su última camisa, en su último pantalón.
La noche, la traidora noche.


Noches en vela, correr sin destino para asegurarse que el aire no deje de entrar en unos pulmones, que en realidad la mente no quiere recibir, todo su cuerpo es tragedia, la mente su peor enemigo.

Que sabe el mundo de su dolor, nadie lo sabe, ni yo siquiera.

Admiro a esta mujer por su valentía, por su coraje, porque nunca he conocido a nadie con tal capacidad de amar, de querer, admiro a esta mujer por tantas cosas, que enumerarlas todas, sería un insulto, no hay suficientes adjetivos.

Maldigo cada día que escribí sobre algo diferente a ella, porque ante la majestuosidad de esta, madre, de esta señora, de esta mujer con mayúsculas, todo lo que pensé se torna vil.

Ella es la vida, la verdadera vida, la verdadera existencia y yo infeliz de mí, un día de verano cruce mi mirada, y desde entonces, ella es el centro de mi universo, el destino ha hecho que no pueda ser de otra manera.


Somos todos los hombres vanos, pero al estar a su lado, un hombre puede tener sentido, significado y significancia, un hombre a su lado cobra sentido, el sentido de mi vida, es ella, nada más después de conocerla, puede serlo.

Pocas cosas, puedo decir más, tan solo decirle a mi hijo, que es lo que más quiero en el mundo, que la quiera, que la haga reír como la hace reír, porque cuando ríe, detrás de ese sufrimiento, lo que ocurre, es un milagro.
Polaris31 de agosto de 2017

1 Recomendaciones

4 Comentarios

  • Serge

    Eran golpes dolientes, insultos insufribles de mentes del bajo consumo, a falta de humanidad solo tenían aprendidas letanías del antaño, que ya no eran lecciones, y si enjundias hirientes, ¿será que, la humanidad, ante el dolor ajeno, solo repite lisonjas? tribulaciones caducas de siglos de ignorancia supina, que alejan al humano y lo acercan al rebuzno del asno.

    Pol, siempre expones el alma en tus escritos. Que sería de nosotros sin esa gran mujer.

    Un gusto enorme leerte.

    Serge.

    01/09/17 05:09

  • Norma

    POL muy triste pero muy real
    saludos

    01/09/17 07:09

  • Polaris

    Gracias viejo amigo, te lo agradezco en el alma.

    Pol.

    02/09/17 03:09

  • Polaris

    Gracias Norma, la tristeza es algo que como tú muy bien sabes, siempre me embarga, gracias por tu comentario, espero que estés bien.

    Pol.

    02/09/17 03:09

Más de Polaris

Chat