Un día perfecto
Un día perfecto
Un día perfecto
Un día perfecto
saboreamos la brisa en el acantilado
y al anochecer, un rojo cobrizo,
se refleja en el agua.
El mar vate las olas
y su murmullo me trae recuerdos del ayer
recuerdos que creía olvidados
el óxido de mi cabeza se aturde,
para convertirse en la maquinaria del reloj
que trasvasa de nuevo los hermosos tiempos perdidos.
Es un día perfecto
vuelvo a caminar junto a mí,
y veo una sombra con seres agarrados de la mano
los abismos del ayer, se han convertido en simas abisales
donde la profundidad lo hace todo virgen,
sonrío, me acuerdo del primer beso,
de la mirada cómplice, de tus ojos,
ojos que querían musitarme que los lazos de tus coletas
brillaban con ese fulgor especial por mi.
Es un día perfecto
el ayer me hizo olvidar por un instante el futuro
anidando en mi la esperanza,
de poder montar de nuevo el mecano de mi vida.
El viento del norte con su gélida tempestad
parece haberlo borrado todo,
estoy sosegado, tranquilo, balanceándome en el columpio,
como el día aquel que mi padre se sintió orgulloso,
pues ya no me empujaba, fue el día que me balanceé sólo,
y todos esos recuerdos benditos, triunfan por fin,
hoy ha sido un día especial, llovía y la tarde fue melancólica,
pero entendí que podía confiar en mí mismo.
Hoy, sí, ha sido un día perfecto.
Volví al ayer.
Al parecer tengo una ficha en la casilla de salida,
y vuelvo a jugar al parchís de colores,
al mirar hacia delante veo un sin de números por contar.
Vuelvo a tener la ilusión de preguntarme:
¿Qué es el infinito?