UN SOLO MOVIMIENTO
UN SOLO MOVIMIENTO
UN SOLO MOVIMIENTO
Acaba mi albor en vehemencia inerme, corona la balada un cuco vehemente a tantos impúberes anhelantes de mi sordina y, esta ínfima lluvia calada de segundos, me sigue sobre los bordados que han sembrados todos mis ecos.
¿Con qué he de partir?
¿Entelequia dime, resignaré en pos de mi pliego a la tierra?
¿Cómo ha de proceder mi esfuerzo?
¿Acaso es huera la existencia, el existir sobre la hacienda seca de la vida?
Dejaré al menos madrigales. Dejemos al menos verso, al nuevo mundo, que clamen por mis exequias en forma fútil, cuando subyugado al espíritu la espada, está aguante en el alma mi resquicio.
Cuando por las luceras un ignorado día tuyo me penetra, soy y vivo en el preludio que me engendra, brioso en el crepúsculo que me prescribo, sueño y despierto en tu cardinal amanecida: suave como los frutos dulces, y aterrador a la vez, soy al mismo tiempo guía del almíbar y el castigo, impregnado en el lipoide de tu linaje, lactado en sangre tu legado.
Mis veredas en este camino doblan en otra calle, do ausculto mis pisadas, caminar en este sendero donde exclusivamente existe el celaje, apenas si veo las manos sucias de las escobillas sin cerda que de niño fruncía para limpiar mis huesos, pues creía que dentro estaba el alma, y limpiarla quería, presentarla inmaculada a mi devoción.
Me equivoqué, sólo era una navaja por donde donde la rata se ensalzaba y los gallardetes innúmeros entonan adagios de muerte pretendiendo, hacerme creer que era hijo de las rameras, mirándome el orbe como un animal marcado a fuego con sello del averno.
Y te pudres lo mismo, hagas lo que hagas, seas, quien seas, realices lo que realices, sólo puedes hacer un solo movimiento, uno sólo, pues solamente una vida vives.
Cada vez que pienso en ti, arranco en sollozo; y muy afligido me inquiero, la pregunta, o la incógnita ¿por qué te quiero tanto? En las tinieblas serenas, orillo la dificultad del destierro de ese mi ser que a veces no conozco. En esas noches Invito a la luna y con mi cerrazón yacemos en un triunvirato.
Aún poseo casi todas mis incertidumbres, tengo una cabellera sin cortar y puedo cantar palabras de amor que trepan por una escalera, con el paso de un gigante aunque sea pasos de barro, por ello no debería sentirme añejo, creo que el vino que bebí, seco la parra, las raíces de mi vida para ataviar otras sentencias de otros pleitos, que asolan el mundo y que ignoto ni siquiera sabe que existo, intento pintar concordia, más sé que es inexperta mi mano y tedio es lo que plasmo, lo sé, porqué escuchaba un piano en la niñez, lo escuchaba soñando y estos no eran los sueños que soñaba, los sueños no llegan, todo lo hubo en mí, ya se fue.
Cuando la mar coexista anular con la gracia de la estrella Polar y está a la vez con el sol, cuando los tres veamos dejar de resplandecer cada nacimiento del sol, ese será el día en que te pueda olvidar.