Historia
El ruido de exaltación embargaba el lugar. La residencia conseguía volver a la vida aquel 14 de noviembre, cuando todos tenían permitido recibir visitas de sus familias, de quien los tenia, o de niños que viven en orfanatos que, faltos de cariño de abuelos, visitaban a los mayores para oír historias. Particularmente, un trío de personas, dos hombres y una mujer se dirigieron a la habitación 151 para buscar a don Eustaquio que tenía mucha fama en la residencia por contar la historia más maravillosa jamás dicha.
El señor se encontraba relajado frente a una fuente de calor que le hacía olvidar sus dolores de huesos pensando en todas aquellas historias que nunca se le borrarían de su mente. Justo entonces, una combinación de pequeños golpes aporrearon a su puerta. Abrió tan pronto como sus cansadas piernas le permitieron y se encontró con ellos con caras resplandecientes. Todos se le abalanzaron y le reclamaron que por favor le contasen aquella historia de la que todos hablan pero nadie cuenta. Eran periodistas y deseaban contrastar su versión con la historia y verificarla. Eustaquio sonrió complacido de ver que ha cumplido bien con su deber de difundir todo. Les pidió a las personas que se sentaran a su alrededor y, junto al calor comenzó a relatar aquella vieja historia.
