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I

Hace realmente un tiempo que no vale la pena recordar, se encontraba una mujer que se desenvolvía de una manera particular. Sus acciones parecían nerviosas por fracciones de minutos alternándose con momento de tranquilidad y diversión. Esta mujer se llamaba Peace y se encontraba bebiendo en un bar de una de las callejuelas de una ciudad de la cual pocos recuerdan su nombre. Por primera vez en mucho tiempo se sentía en paz, aunque sólo fuera parcialmente. Charlaba, reía y bromeaba como nunca lo había hecho.
En ese momento de paz exterior que poco a poco deseaba Peace que se convirtiera en interior, irrumpió un hombre con semblante serio y rígido en el bar. Su apariencia era tan recta que daba la impresión de ser un robot. Vestía ropas lisas y de color sobrio. Incluso sus ropas eran rígidas al no presentar ninguna arruga fuera de lugar.
Este hombre, que resaltaba más que nadie en el bar, buscaba incesantemente con la mirada por todos lados. Analizaba de forma minuciosa cada movimiento, cada acción. Era como si vigilara. Mientras observaba, tuvo que auto controlarse de no poder arrestar a la mitad de los que estaban allí.
Se fijó en una mujer que, aunque parecía estar en un lugar hostil rodeada de hombres y mujeres rudas, parecía tener el control. El sitio no le gustaba, le ponía de los nervios, pero sabía que no podía irse sin antes hablar con esa peculiar mujer. La chica era joven pero con un aire de haber vivido muchos años. Se acerco a ella y como ya sabía su nombre y su historial esto le dio más confianza.
- ¿Es usted Peace? ¿La matavikingos?
Al oír la última palabra Peace cambió radicalmente su semblante.
- ¿Es usted estúpido o es que nunca le han dado educación?
Acabó la frase levantándose precipitadamente para plantarle cara a aquel hombre.
- Discúlpeme si dije las cosas de este modo. Es que en este sitio no me siento cómodo. -Dijo esto a la vez que se le volvía a cruzar la idea de arrestar a todos los que estaban en ese lugar y cerraba el paso a Peace.
Con esto, Peace tuvo que contenerse de no meterle una patada en el estómago.
- ¿Qué es lo que quiere?
- Deme cinco minutos.
- Tiene tres.
Diciendo esto último, se dirigió a la mesa más cercana y se sentó. Con un suspiro de alivio, el hombre se sentó en frente de ella.
- Me llamo Tucks. Soy coronel, y antes de que salga corriendo, debo decirle que estoy aquí para pedirle ayuda.
- Creo que me ha confundido, yo no soy una cobarde que huye. Lo que haría es rajarle el cuello. -Y con la mayor tranquilidad se bebió su copa.
- Bueno, como ya me he presentado, iré directo al grano. Necesito que escolte a alguien muy importante.
- ¿Me ha visto cara de guardaespaldas?
- Empezaré a contarle toda la historia.
- Resuma un poco si no le importa. – En ese instante levanto la mano y pidió un vodka doble con hielo.
- El príncipe del planeta Giku vino a nuestro planeta, pero los vikingos no han perdido el tiempo en amenazarlo. Dicen que Giku les pertenece ya que antiguamente éste era su planeta.
Peace tenía un talante inescrutable. Odiaba la cháchara de historia:
- Resumiendo un poco… ¿Por qué no escolta todo el ejército a ese niño de papá? – Y al instante pidió otra copa.
- ¡No podemos poner a todo el ejército de Thait defendiéndolo porque eso desprotegería al planeta! Además, - se ajustó la corbata al decir esto-: sabemos que usted y su gente son los mejores en frente a los vikingos.
- ¡Vaya! Nunca esperé reconocimiento del ejército. – Y mirándole a los ojos preguntó-: Sabe que ahora lo único que quiero hacer es descansar ¿no?
- Sí, algo había oído. No creí que fuera verdad eso de su retiro.
- Lo único que deseo ahora es dejar de partir cuellos y recibir balazos.
- Le ofrezco algo muy importante: si nos ayuda, toda su tripulación tendrá pleno derecho a vivir en el planeta que desee, con nueva identidad. Aparte de recibir los honorarios por la escolta.
- Esto me parece increíble, nosotros limpiamos el universo de esas escorias y lo único que hacéis vosotros es perseguirnos porque lo hacemos ‘al margen de la legalidad’ y somos el doble de eficaces.
Con un giro de la cabeza, Peace miró a Adam. Éste con una mirada inquisitiva se acercó.
- ¿Ocurre algo capitana?
Peace lo miró con alivio y con tranquilidad dijo:
- Damie, nos han ofrecido una jugosa oportunidad. Pero sin consultarte no acepto nada…
El coronel Tucks observó como Peace le explicaba todo a aquel Adam. Al cabo de un momento, Adam le dijo algo al oído a Peace y ésta asintió. Se giró hacia al coronel y con una extraña sonrisa dijo:
- Aceptamos. Bueno eso Damie y yo ahora queda la tripulación.- Y cogiendo su taburete se subió a él y casi gritando dijo-: ¡EH! Chicos tengo que explicaros algo…
Aprovechando el momento, Tucks se acercó a Adam y le preguntó:
- Hola, soy el coronel Tucks, quería saber: ¿Qué probabilidades hay de que la escolta salga bien?- Adam se giró y Tucks pudo observarlo mejor.
Adam era de su altura y pensó que por fin había encontrado alguien tan alto como él. Tenía la tez muy clara pero no parecía pálido. Sus ojos verdes resaltaban con su cabello rubio desordenado y alborotado. Vestía un pantalón negro y una camiseta blanca. Tenía un collar con un extraño símbolo de cuatro líneas saliendo de un punto central para formar cuatro círculos en los extremos.
Tucks salió de su ensimismamiento y escuchó:
- Hola coronel Tucks, yo llevo ocho años a su lado y puedo asegurar que saldrá bien.
Su voz tranquilizó de una manera increíble a Tucks y llegó a pensar que realmente todo saldría bien. El tumulto y los gritos le devolvieron al bar que sin saber había dejado en sus pensamientos y vio volver a Peace con una sonrisa de triunfo en la cara.
- ¿Cuándo quiere que escoltemos a su niñito de papá?
Purple9910 de enero de 2009

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