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El Obispo Juana Mari Pio Pio

—Hemos salido victoriosos. Arriad las velas. Viento en popa a toda marcha —dijo el capitán eufórico lleno de vitalidad en la proa del cayuco medio hundido—.
Al mirar a su espalda, con notable decepción, vio que el único marinero superviviente yacía en el suelo en muy mal estado y no obedecía con diligencia sus órdenes.
—Levántate enseguida bergante, que nos esperan mil aventuras y batallas de las que saldremos victoriosos. Ves allá a lo lejos aquel navío de gran torreta y cientos de cañones, que azuzado por el viento navega en este mar embravecido; sígueme hombre de poca fe que nadando le daremos alcance y una vez en nuestro poder, con él alcanzaremos gran renombre bombardeando desde la costa las aldeas de nuestros enemigos.
—Pero señor, estas aguas están plagadas de tiburones, que ya están dando buena cuenta de nuestros compañeros y de aquellos pobres pescadores, que no se trataban sin duda de nuestros enemigos disfrazados. ¿No cree sería preferible, estando tan cerca de la costa dirigirnos a ella y emprender camino a un monasterio, donde pedir perdón por nuestros pecados y tal vez, si nos dejan, quedarnos allí hasta el final de nuestros días?.
—No digas sandeces, que en mi vida no había sufrido yo nunca semejantes golpes como los que me han dado con un pescado; aguerridos guerreros eran, no lo pongas en duda; y no desmitifiques con vanas dudas los meritos de esta gesta.
El capitán, lanzándose al agua con suma agilidad, hizo gran alarde de arrojo y valentía, pero no tardó mucho en volver a subir.
—Dios santo, que fría que está el agua.
Yo también ya estaba un poco harto de las duchas matutinas, pues aún cuando producen un efecto estimulante y son sin duda positivas para la salud y el organismo, soy más amigo de los ambientes cálidos, sin excesivo sofoco; pero bueno, aquí manda el doctor Gabriel y no quisiera yo contravenir ninguna de sus ordenes.
En las duchas, el Obispo aprovechaba para volver a bautizar bajo el inmenso chorro de agua a algunos pacientes, ayudando también a la efectividad de la ducha, aguantándolos con un fuerte abrazo frente al chorro o sumergiéndoles la cabeza en la exigua profundidad del agua. Los enfermeros aceptaban pusilánimes estas alusiones conmemorativas de los bautismos del Canaán, habiéndose demostrado con anterioridad las notables aptitudes del Obispo en la lucha cuerpo a cuerpo, o tal vez por un posible escrúpulo a revolcarse en la ducha con un hombre desnudo de casi doscientos kilos, con unos pechos desmesurados, debidos a un fallo en un tratamiento hormonal.
...
Esto es un fragmento de la novela de Rafael Homar, "El enigma de la cacatúa" que pueden leer por entregas en http://rafaelhomar.blogspot.com/
Rafaelho07 de enero de 2009

6 Comentarios

  • Rafaelho

    ?Confuso? ?Dif?cil de entender? ?Raro?

    07/01/09 12:01

  • Diesel

    Es de importante calidad el texto. Es s?lo un fragmento y quedamos suspendidos en la inc?gnita de saber cu?l es el argumento... pero en cuanto a calidad gramatical y manejo de la situaci?n esc?nica es formidable.

    07/01/09 12:01

  • Zucette

    Confuso no, dif?cil de entender tampoco, raro menos...lo que ocurre es que se utilizan muchas palabras que en el lenguaje coloquial no se emplean pero es literatura, es una novela y en las novelas todo vale.

    ZuCCeTTe

    07/01/09 12:01

  • Rafaelho

    Gracias por tan amables comentarios. He colgado algunos otros textos que tal vez os puedan gustar y tambi?n pod?is echar un vistazo a mi blog http://rafaelhomar.blogspot.com/.

    07/01/09 01:01

  • Carvajal

    De la trama poco que decir, de la escritura que en mi opini?n est? de puta madre.Un saludo.

    10/01/09 12:01

  • Rafaelho

    Gracias, Carvajal, me alegro de que te haya gustado y te animo a leer otros de mis textos. Pronto te enviar? alg?n comentario sobre los tuyos. Te he a?adido a mi lista de amigos y no dudes en hacer lo mismo, que por aqu? no tengo muchos. Hasta pronto.

    10/01/09 05:01

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