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Dinosaurio que Habla .com

Y cuando el dinosaurio despertó, se dio cuenta que el mundo había cambiado y
que ya nada era lo mismo. Lo último que recordaba era una bola de fuego cruzando los cielos hasta perderse entre las montañas, seguida de una gran explosión que fue acabando con todo a su paso. Lluvia de fuego, cenizas, piedras y muchas calamidades que recordaba de los últimos minutos de aquella "vida dinosauria". Durmió miles de años en el lago congelado, hasta que un grupo de científicos absortos por su corazón latiendo, lo llevaron a un mundo que no comprendía y no lo comprendía. Meses pasaron de estudios hasta que pudo reclamar su libertad, y así poder contar su historia, la verdad, la que explicaba del cómo podían hablar, debatir, vivir, cantar y pensar. Pero nadie lo escuchaba, pues su apariencia y lo que representaba era lo único atractivo, lo demás no importaba, para eso ya habría tiempo.
Un hombrecito llamado Luis quiso ayudarlo, y le propuso escribir sus memorias. Lo hizo. El siguiente paso era la difusión. Para ello armaron panfletos, hicieron presentaciones callejeras, recurrieron a diferentes medios, que lejos de anunciarlo, lo ignoraron de la peor manera pues su interés ya estaba en otros temas como Australophitecus que resucitaban o alienígenas que venían del futuro. La novedad de ser dinosaurio ya a nadie le importaba. Luis, viendo que no había ganancias, decidió abandonarlo.
El dinosaurio creyó que sus recursos estaban siendo limitados, por lo que fue en busca de Andrea, una muchacha que entendía de nuevas tecnologías que podrían ayudarlo en eso de atraer a la mayor cantidad de personas, a su verdad.
Entre muchas explicaciones y lecciones, Andrea terminó de dejarle en claro que lo que escribió, debería convertirlo en una representación digital y subirlo a la red de internet cuanto antes, lo que permitiría que distintos tipos de soportes se presenten por medio de una sola máquina, el ordenador, esa caja mágica, que actúa como un dispositivo de presentación multimedia. Entendiendo luego que se podría acceder a todos los elementos cuando se quisiera, pudiendo ser interactivos donde el usuario sería capaz de elegir hacia dónde ir. A partir de allí, y casi mareado por tanta información, (vale aclarar que ya estaba mareado al tratar de entender millones de años de historia, aunque para su cabeza, los últimos 50 habían sido los más complejos), no le tuvo miedo al desafío, y guiado por la muchacha, se dijo "patas a la obra" y comenzó a desandar una nueva aventura en un mundo que le era indiferente.
Armó una página www.dinosaurioquehabla.com con todos sus escritos, le agregó fotos que fue recolectando de la web, que a su vez editaba hasta lograr algo parecido a lo que recordaba que era su mundo. Hizo algunos dibujos, los pintó, y se emocionó. Viajó a los lugares en los que solía pasear, se filmó contando como era la vida allí como si fuera un documental, y lloró por la nostalgia de lo que no volvería jamás.
Pronto se dio cuenta que era parte de algo llamado cibercultura, una cibercultura que no dimensionaba, pues esa semilla que alcanzó a instalar como un escaparate electrónico, de repente, muchos ojos se empezaron a acercar, muchos oídos a escuchar y mucha curiosidad corría a calmar su sed.
Dentro suyo se hacia la idea de que revisaban cada rincón de la página, navegantes que iban y venían, giraban de aquí hacia allá y desde allí, hacia más allá. El dinosaurio se maravillaba con los mil usos que se le podía dar a todo este mundo, dentro de un mundo globalizado y hasta sintetizado en esos pequeños aparatitos que sus enormes patas no podían sostener. Se sorprendía de eso llamado hipertexto, de cómo se podían relacionar datos activando vínculos para conducirse hacia más información. Aunque también le asustaba que su mensaje se pierda entre tanto y al final no sé entienda lo que quería transmitir.
Con el pasar de unas pocas semanas, miles de correos electrónicos le empezaron a llegar, de repente se encontró chateando con gente al otro lado del mundo y de más acá también. Páginas web antes sordas a sus pedidos, ahora compartían sus publicaciones, diarios que hacían hipervínculos a su sitio, sus fotos y videos que eran compartidos en las redes sociales, etc. Lo hipertextual (enlaces externo e internos) y la multimedialidad (fotografía, galerías, animación audios, videos, etc.) habían hecho de su verdad callada, una realidad. Todo viajó tan rápido por el espacio, a lo largo y ancho del mundo, que muchísimas (nuevas) responsabilidades lo agobió. El tiempo ya no era suyo, por lo que ya no podía asistir a todos los lugares que lo requerían, ni cumplir con todos los compromisos que aceptó en su extensa agenda.
Lo que no pudo un meteorito, lo consiguió el éxito, sin darse cuenta se fue extinguiendo y antes de que pudiera remediarlo, murió. Los científicos aprovechando que la ley estaba de su lado, se hicieron dueños del cuerpo y lo sometieron a todo tipo de pruebas tratando de encontrar respuestas más allá de lo que no pudo publicar en www.dinosaurioquehabla.com


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Ram08415 de julio de 2019

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