Disfraces (historia de
Rodolfo)
Rodolfo Badlech era uno de los tipos que más necesitaba abrazos en el mundo, él lo sabía pero le daba mucho temor pedírselo a alguien. Por eso, para contrarrestar esa cobardía estúpida actuaba de forma desagradable ante los demás generando el rechazo y distancia de quien lo veía pasar, y para peor, se desquitaba con aquellos que en teoría,"amaba".
Los días pasaron y Rodolfo parecía vaciarse cada vez más, en realidad, ese vacío se fue transformando (y perdonen mi Francés) en mierda. Mierda en cada palabra que pensaba, mierda en cada palabra que escribía y mierda en cada palabra que pronunciaba.
Rodolfo tenía pocos conocidos que simulaban ser sus amigos, pero él no lo sabía. Tampoco sabía que la información que manejaba sobre lo que hacían los habitantes de la ciudad (que lograba averiguar espiando detrás los árboles, los muros, escuchando donde no debía e interceptando mensajes con sus aparatosos chirimbolos de última generación) era aprovechado por sus maquiavelicos jefes con serios planes de controlar destinos y arruinar vidas.
Rodolfo era para el pueblo: el típico soplón y alcahuete del poder. Por eso tenían mucho cuidado en su presencia. Y él lo sabía. Y también sabía que todas las palabras firmadas con su nombre ya no tenían validez ni oído donde posarse, pero debía seguir haciendo daño, sea como sea seguir haciendo daño. Así que no tuvo mejor idea que empezar a crear un personaje de ficción, cargarlo de palabras, puntos y comas, gestos y posturas, para luego disfrazarse y salir a gritar la mentira a las calles. Se paraba a diferentes horas del día en las esquinas más concurridas de la ciudad y repartía veneno de a chorros con nombre y apellido, hurgando en las miserias más profundas y personales. Por supuesto que inmediatamente llamó la atención de los presentes, quienes se acercaban de a cientos para escuchar lo que el extraño tenía para develar. Una vez instalado el escándalo, escapaba como un delincuente antes de que descubrieran su identidad, dejando las sensaciones oscuras flotando en el aire. Aire que pudría el paisaje: con caras que se sorprendían, que prejuzgaban, que sentenciaban, que miraban con desprecio a los homenajeados ausentes. Los conocidos de esos homenajeados corrían a contárselo (o mejor dicho, a amargarlos), otros, solo seguían caminando y rezaban por su alma herida, y a unos pocos, simplemente no les interesaba.
Rodolfo había encontrado la manera de salpicar la mancha de su corazón a otros, o por lo menos eso creía.
Lo hizo con frecuencia a lo largo de varias semanas. Algunos ciudadanos de corazones débiles y curiosidades distorsionadas cayeron en su red, otros, los que intuían que el próximo podrían ser ellos: lograron escapar, y muchos otros solo tuvieron lástima por quién ya empezaba a derretir su careta.
Rodolfo perdía adeptos y eso le preocupaba. Por eso un nuevo plan se le ocurrió en sueños (si, sus sueños habían sido ensombrecidos por la realidad), más personajes, más disfraces, más chismes, más esquinas, y un plus de que cada uno aplaudiera y ensalzara la voz de los otros. Era una tarea difícil, una idea genial, otra estupidez que podía funcionar.
El detalle que nunca tuvo en cuenta, es que por muchas caretas y vestimentas que se pusiera, las palabras y los tonos seguían siendo los mismos que usaba aquel primero del que de un día para otro se silenció, y al que nadie extrañaba ni se preguntaba que le había pasado o donde estaba. Las mismas frases teñidas de agrio dolor que lo desnudaban de cuerpo completo, por lo que no tardó en quedarse con unos pocos aplausos, que no eran más que los de sus propios inventos, los mismos que al final no podrían darle ese abrazo que necesitaba para volver a ser luz.
Rodolfo lloraba, de vez en cuando lloraba, cuando no lo miraban, cuando se miraba, cuando recordaba que también era persona.
ram
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Kafkizoid1
Una interesante historia.
La timidez del hosco Rodolfo Badlech le impedía buscar aquel cariño que tanto necesitaba.
15/06/15 10:06
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Ram084
conozco a varios Rodolfos y Rodolfas dando vueltas por ahí!
16/07/15 08:07
