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Fantasma Fragante (relato de una Paranoia)

Salí apurado de casa, tan apurado que olvidé el barbijo. Vuelvo a casa, y ahí lo sentí, en la brisa. Ya con el barbijo camino un par de cuadras y otra vez ese perfume, muy rico, si es que así se puede describir describir de forma insuficiente algo que mi cabeza intentaba descifrar.
¿Cómo es posible? ¿Cómo es posible que se haya colado entre el alcohol, agua y lavandina impregnada en el tapabocas?, me pregunté. Lo segundo que pensé es en lo mucho que se habrá puesto la persona poseedora de aquel aroma reinante, y recordé la señora de aquella vez en la fila de la farmacia, que me hizo picar la naríz con lo mucho de la combinación de sus tres o cuatro lociones que me terminaron por ahogar en un estornudo. Y si, hay gente que necesita tapar ciertos olores que vienen del alma, de adentro, de atrás o de más acá, ya no sé. Solo sé que caminaba zigzagueante entre la estela que vagaba en el aire como esos muñecos inflables que levantan las manos en la puerta de los comercios.
Eran tiempos de lapachos florecidos, de quemas de hojas y basura por parte de vecinos imprudentes, de vehículos humeando antigüedad, de contaminación de fabricas a la distancia, de partículas de viejas explosiones atómicas y de soles desprendiendo el andar apestoso de la gente. Y entre todo ese catalogo de olores, este odioso perfume se las ingeniaba para acompañarme como sombra amiga.
Llegando a lugares, saliendo de allí, en los que me ven pasar todo los días, en los rincones impensados como una vieja ventana impregnada de recuerdos, en el polvillo que trajo el viento de las lejanas fronteras e incluso entre los perros echados bajo el sol. En los edificios de eternos tramites, los negocios, allí entre las góndolas de elementos que no necesito pero que igual compro. En medio de los vapores de pisos higienizados que se elevan amenazantes a nuestras narices. Sea como sea, este fantasma fragante siempre encontraba un hueco para escabullirse y hacerse notar cual campana en las iglesias.
Un perfume para hombre, fresco y agradable al sentido, por si les da curiosidad.
"Tal vez se haya puesto de moda uno en particular", pensé mientras comía un chocolate con el sol raspando los cielos al mediodía. "Quizás se están dando muestras gratis prohibidas" en tiempos donde el olfato se resguarda tras máscaras y precauciones. "¿Será la coincidencia de regalos parecidos?", o, "mi mente por fin a caído en la paranoia" dentro de tanta realidad insana.
Ya en casa, confié en que una ducha calmaría mis ánimos. Entre una canción que empezaba a desafinar, la iluminación bendita de respuestas que no di en las discusiones del día y la imaginación de futuros alternos a mi vida; las gotas calientes comenzaron su danzar. Una a una empezaron a tocar mi pecho y fue cuestión de milisegundos para que el vapor despegue el recuerdo de un frasco de perfume recién comprado, usado, aún no ha asimilado como mío, quitando todo misterio y haciendo surgir una sonrisa, un instante de felicidad dentro de tanto mundo convulsionado e inodoro.

ram
Ram08417 de agosto de 2020

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2 Comentarios

  • Patroclo

    hay gente que necesita tapar ciertos olores que vienen del alma

    El barbijo (por este otro lado del mapa la llamamos mascarilla) se ha convertido en muro resonante de olores, luces, frecuencias propias.

    Sólo percibimos los olores nuevos, aquello a lo que no estamos acostumbrados.

    Puede que ese perfume ahora nos resulte odioso, por persecutorio, pero ojalá a todos nos resulte fresco y agradable y acabemos por asimilarlo como propio. Me quedo con esa idea de adaptación y esperanza.

    Me ha gustado mucho. Un saludo

    24/08/20 05:08

  • Ram084

    Saludos y gracias por leer!!!

    29/09/20 08:09

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