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¿la Conoce?

Si hay una constante en la gente que se llega por el lugar, es esa actitud tímida, vergonzosa y hasta de afligidos que vagan perdidos por el valle de los desconsolados. Y estos fueron precisamente los colores que traía la mujer del bolso con corazoncitos plateados. La vi llegar temprano y fue directo a acomodarse en el rincón de los peluches.
Soy el tipo que está en la mesa 3. Desde allí tengo una panorámica bastante amplia y precisa de la multitud concurrente, bueno no tanto como la de la preciosura de la mesa 1 ni tan acortada como el del insoportable de la mesa 7.
Aquel día fue agitado como pocos, mucha gente, muchas palabras, muchos gestos, muchos casos y puedo asegurarles que disfruté cada segundo de todo eso (con sus altas y bajas). Ahora bien, volviendo a la mujer del bolso con corazoncitos plateados, recién cerca de la cenit tomó valor como para acercarse y descargar el peso de su cruz. Quería encontrar una canción que según ella era "muy pero muy vieja y en Inglés". En su vocabulario trató de buscar más adjetivos que me pudieran ayudar a reconocerla, pero solo halló silencio y unos cuantos "emmmms" que le borraron la sonrisa. "No se preocupe, empecemos por lo de muy viej..." y de repente me interrumpió con un: "nananana baibai shalalalalala, algo así decía" (y lo repitió una tres veces más). La atención de todos los presentes giró sobre ella, incluso la de la engreída de la mesa 2 que creía hasta ese instante que ya nada podía sorprenderla en este mundo. Me conmovió. Las entrañas del mundo solo podrían atestiguar la ternura que me generó el momento y la urgencia que me sobrevino por resolver cuanto antes lo que parecía una angustia que venía arrastrando tal vez de varias semanas (por no decir meses o años). "¿La conoce?", dijo sonrojada al final del tarareo. "Bueno, se me ocurren unas cuantas", respondí. E inmediatamente empezamos una ardua investigación recorriendo primero las sugerencias de mi listado conocido de "viejas y en Inglés", para luego pasar a la computadora donde exploramos fonética, detección y comparación de las escasas palabras que podían ser parte de la letra original, posibles tonos y notas de partitura, más un rastrillaje quisquilloso en los instrumentos posiblemente presentes en aquellos clásicos de nunca olvidar que pudieran acercarnos a la verdad. Lamentablemente fueron estrategias que una a una fue descartando y bajando rayitas en su esperanzómetro que había llegado a su tope con la décima canción que escuchamos y que tenía un leve parecido a la buscada.
En el paso dos traté de hacer un mapa de esa canción X en su historia personal, explorando todos los "cuandos y dondes" la escuchó. Me habló de su juventud, de bailes, amores y sueños. Me relató recuerdo a recuerdo, acorde a acorde, paisajes y tramas que fueron escondiendo de a poco el sol. Lo terrible fue que navegábamos sin rumbo fijo hasta llegado el punto de vernos atascados en medio de un mar cruel llamado "nada".
El caso me había superado, era realmente difícil y necesitaba pasar a la experiencia de profesionales, por eso tuve que llamar al especialista musical para que en su laboratorio pudiera dar con el milagro que yo no había podido lograr en mi escritorio. Por mi parte, suspendí mi recreo hasta que la mujer del bolso con corazoncitos plateados regresara.

De vez en cuando hay canciones que nos arrastran de los pelos a un momento y lugar determinado, y también hay otras que nos hacen cosquillas para que las descubramos y nos lleven hacia ese algo tal vez mágico que espera paciente con mates y abrazos, por lo que nos podemos pasar eternidades preguntando: ¿Dónde carajos te escuché?...
Me pasa seguido eso de ir por la vida vestido de problemas y preocupaciones, cuando en medio de las veredas, calles y sitios menos pensados tiendo a quedarme detenido en una melodía o una frase que creo conocer. Es allí que empiezo a tejer marañas y marañas de chirimbolos que uno va absorbiendo por ahí hasta que (laberinto mediante) doy con la santa respuesta que generalmente me llega en los sueños o en medio de preguntas existenciales. Y sonrío. Y avanzo mil casilleros.

2 horas más tarde el milagro no sucedió. Esperaba una sonrisa que trajera buenas noticias, pero en su lugar, un andar (más que su rostro) dejaba estelas de tristezas hasta la salida. "Muchas gracias igual" dijo a la pasada mientras sus manos se aferraban al bolso con corazoncitos plateados como si eso no la hiciera caer al profundo pozo de los misterios que la atormentaba.
"¡Señora espere!", dije y se detuvo cerca de mí... "tal vez... en un sueño... tal vez en un sueño uno pueda encontrar respuestas que escapan a esta realidad, o solo... o solo no se dé por vencida, y siga tarareando y cantando su melodía, jamás abandone esa lucha... porque en un mundo de canciones perdidas... tarde o temprano vamos a encontrar a alguien especial tarareando y cantando la misma que se nos escapó..."


Caso 345, de la oficina de preocupaciones ninguneadas y subestimadas por el resto del mundo.

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Ram08422 de febrero de 2015

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