No sé cuanto voy a vivir, ni cuanto sufriré hasta el momento en que pueda escupir un último poema. He probado la soledad de un silencio que escapa al ruido compartido de este mundo solitario, hasta el punto de perder la noción del tiempo.
Respiro y duermo por un instante, luego despierto y trato de recuperar el suspiro que me has robado. Me gustaría soñar sueños que sueño despierto.
Extraño las oportunidades que aún no he perdido, la mujer de ese insomnio que aún no he conocido, la valentía de jugarme por aquello que nunca sabré si vale la pena. Mi respeto al loco jamás será proporcional a las locuras que haya cometido.
No recuerdo haber querido vivir en alguna de las historias que he escrito. Tal vez debí sonreír más cuando tuve la oportunidad de dibujarme.
Creo que me he ido inútilmente apresurado de fiestas interesantes y me he quedado más de la cuenta en las comodidades insoportables de un nido.
Nunca pude vestirme bien para las casualidades. Me he intoxicado con todas esas palabras que no he dicho. Saber que carezco de aquella importante superficialidad comestible del mundo de hoy, me hace saber que voy por buen camino.
Aquel que no haya amado que arroje la primera mueca de fastidio.
La vida está llena de colectivos que no llegan como también de gente dormida que van hasta la estación equivocada.
Alguien debería guardar el olor a libro nuevo, a tierra mojada anunciando lluvia y el aroma a recuerdos queridos antes que se esfumen.
El amor no es suficiente para un cuerpo, por eso tiende a salirse por los poros y a retroalimentarse cuando encuentran compatibilidad con los poros de otro cuerpo.
En esos domingos de cursilería, suelo pensar que a la palabra enamorado le falta una letra, la "N", porque eso simplificaría muchas conversaciones... "-Che loco en que andás? -En-amor-ando".
Si tuviera fundamentos, diría que te conozco de otra vida.
Todo es muy poco a veces.
Todo es muy poco.
Todo es.
Todo...
