Primaveras Agridulces
En primaveras agridulces, lo normal es ver corazones desplegando sus latidos, sus heridas y sus suspiros a una muchedumbre que prácticamente no le importa... son Setiembres tornasolados que calcinan a los que quieren mirarle los ojos... son calles de vapores insoportables que se prestan para caravanas de tristes almas llevando en alto las banderas de su depresión...
Es entonces que en esa primavera, en ese Setiembre, en esas calles, los mares se abren para verlos llegar... platicando en idiomas extraños, en gestos y andares confusos que rompen la monotonía del momento... a veces pasa con los corazones que se van de vuelo a otros universos y olvidan que desentonan con la melodía del resto que canta en esta tierra, llámenle como quieran o pónganle la etiqueta que se les ocurra, pero ellos venían graciosos a nuestro encuentro... eran dos, dos simples corazones inquietos compartiendo el polen de un amor, aunque los alérgicos se quejen llamando al Otoño para que los detengan... Dos corazones sin custodia, descuidados tal vez, pero por siempre libres, escribiendo párrafos para la envidia de los que han llenado sus cuadernos con garabatos de tristeza... Dos corazones sonrientes, eternos, benditos, hermosos, que te invitan a seguir sus pasos, aunque más no sea un trecho del camino andado, hasta que los propios se dibujen (tal vez) antes del verano...
