Como pompitas de jabón líquido,
que aparecen y desaparecen en un soplido
en ese deambular por las calles, con el solo
rumbo del viento, voy indiferente de un lado para
otro, cada día es más y más vacío,
son pedazos de vida sin recorrer, tal como nacen
se pierden en la nada.
Quisiera vivir pero un viento miserable,
se lleva el poco oxigeno que queda dentro.
Y cuando llega la noche con la brisa,
llega la vida, puedo entonces
saltar la manta de niebla y adentrarme
en mi mundo, en mis recuerdos
acunada con mis sueños.
Con mis sueños por sombrero, salgo
a ver el mundo, no hay ya disfraces cutres,
ni mochilas que llevar, solo la ligera
y maravillosa oda de un poema que verborrea
palabras y me cambia en luz las sombras.
Un gran refugio sin duda el acogedor telón de la noche, para dar rienda suelta al oprimido sentimiento ante la falta de ilusión del día a día.
Un saludo cordial.
