Ni él Ni El Otro él
No sabes lo difícil que fue para mí decirte que no a ese beso, apartarme y esquivar tus labios... pero no podía, no podía hacerle eso. Él estaba ahí, con mi paraguas bajo la lluvia, haciéndolo todo muy complicado. Y a pesar de todo, a pesar de estar él y estar tú, yo todavía pensaba en alguien más. Pensaba en cómo sería estar con esa otra persona. Cómo sería que los besos que él me daba fueran los suyos. Que ni tú ni él, que mi noche hubiera sido con ella. Con esa persona por la que lo hubiera dejado todo. Por la que no me hubiera importado irme sin paraguas bajo la lluvia. Por la que os hubiera dejado a los dos, mano a mano, tomándoos una copa. Por la que limpiaría de mi boca el sabor de tus besos y le pediría perdón si notaba en mis labios un regusto distinto. Todo hubiera cambiado si tú y no ellos hubieras aparecido en la noche. No me hubiera importado quién llegó primero o quién besó antes. No tendría que disculparme por decirle no a quien prefiero e irme con quien apareció más oportunamente. Si tú hubieras estado, ellos habrían desaparecido de mi camino. Cogería mi bolso y tu mano, y caminariamos hacia ningún lugar. Te explicaría que tu ausencia sólo podía llenarse con besos prestados, que mi corazón sólo latía cuando alguien le regalaba un poco de calor, y que mi soledad sólo podía desaparecer con compañías de una noche. Pero como no fue tu sonrisa la que iluminó aquella madrugada, tuve que ser fiel a mis principios y volver a casa con quien se lo merecía y no con quien yo quería. Pero recuerda que si hubieras aparecido tú, aunque hubiera sido en el último segundo de la noche, no hubiera existido él ni el otro él, me hubiera ido contigo al fin del mundo.
