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Vitoria-gasteiz

Las luces de aquella ciudad, el ritmo vivo pero no frenético de sus gentes, las calles empedradas que respiran aires medievales salpicadas con tintes de modernidad, el tiempo frío pero apacible, los rincones mágicos donde congelar recuerdos con una instantánea… Todo eso le hizo anhelar todo aquello que no tiene, aquello con lo que siempre soñó. Una vida llena de días que vivir, días que disfrutar, no días que tachar de un calendario. Aquellos cuatro días le hicieron extrañar una ciudad que hasta ese momento no conocía, una ciudad como tantas otras, pensó, o tal vez no. Aquella ciudad tenía algo, algo de sí misma, algo que se parecía a ella. Esa ciudad era fría, pero cálida si sabías conocerla, romántica si sabías dónde buscar y totalmente laberíntica si querías perderte en ella. Sus pasos recorrieron sus calles tratando de buscarse a sí misma. Sentía que en aquel lugar podía encontrar algo de lo que había perdido, algo con lo que llevaba mucho tiempo soñando. Allí podía tener la vida que siempre había querido.
De vuelta en su casa, acomodada en el sofá con su manta y su café, se dio cuenta de que su vida, su vida soñada, no dependía de la ciudad en la que echar raíces, sino de la fuerza con la que guiar cada uno de sus pasos.
Reich13 de diciembre de 2011

1 Comentarios

  • Nemo

    Paisaje introspectivo, una vuelta por el interior puliendo nuestros aspectos.
    Me ha gustado.
    Saludos muchos!

    14/12/11 11:12

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