Pecar
Mi sonrisa se ha descongelado, y su roto se ha cosido con el hilo de tu mirada, pero no te equivoques, es un hilo reabsorbible, y por tanto, irrompible. Aunque a veces dudo de tu capacidad de recuperar esa fibra y estirarla a tu antojo, porque sonreír tanto, me parece hasta un pecado.
Voy a escribir los pecados que no existen a tu lado, los otros ya los he sobrepasado con creces. Envidia por querer ser ese collar que siempre abraza tu cuello. Pereza por ignorar que hay vida más allá cuando miro tus ojos. Avaricia por intentar colonizar una y otra vez tu cuerpo con mis besos. Gula por estar sedienta del chocolate de tus labios. Lujuria por desear crearte un océano debajo de las sábanas. Ira por no poder secuestrarte sin mirar atrás. Soberbia al mirarte por la calle con estas ganas y abrazarte para que se mueran de celos.
Quiero que nuestras caricias discutan entre cuáles se tatúan mejor en nuestra piel, que nuestros labios se busquen en ese aire caliente que sobrevive entre ellos, y que se unan como los imanes, sin despegarse, como su única función. Quiero que nuestros pies cursen por el mismo camino, pero sin pisar ninguna huella, y que nuestras manos se entrelacen como encajarían dos piezas de puzzle. Me pido una comunicación a través de nuestra risa y nuestras pupilas, donde muchas veces las palabras sean insuficientes para expresar lo que siento por ti.
Elijo que seas mis amaneceres y que me ilumines desde que abra los ojos para empezar a vivir cada día, y me ofrezco a protegerte y matar a los dragones que acechen tus sueños.
Le has regalado a mi corazón la posibilidad de tener la cuerda incesante que siguen las olas del mar, y como éstas, se rige por La Luna y no desaparecerá, sólo seguirá brillando sin final por ti.
Que mi historia, sea contigo, reina del sur.
Te quiero.
