Hoy quiero pedirme perdón por haberme castigado cada vez que creía que no debía llorar, por no entenderme al no saber la causa de mi malestar y supongo que por una gran lista de demás, pero de la cual podría arrancar la idea principal, me perdono por no haberme hecho sentir feliz tantas veces. Me responsabilizo de mi felicidad, sí, pero también quito importancia a la autoridad que tengo sobre su conquista, básicamente porque algo impedía tenerla.
Te desconocía como a tantos de los que aqui estamos y te pido perdón, al mismo tiempo que agradezco la lectura de uno de mis textos. Me gusta tu estilo y seguiré leyéndote.
Un saludo.
Carlos.
