Era una desgarradora sucesión de palabras acumuladas durante mucho tiempo, dichas sin ningún respeto, justo lo que ella había recibido. Mi niña tan preciosa con sus labios rojos, sus tacones pisando valiente la calle ¿Por qué no saben quererla? Solo quiere que le cojan la mano, le hablen con sinceridad, respeten su esencia, su arrebatadora personalidad, le acaricien el alma.
Ella aprende a no dejarse endulzar los oídos por cualquiera. ¡Ay mi niña! les asusta tu seguridad y pretenden dominarte, sutilmente, y no saben que en el momento que la condicionen ya la empiezan a perder.
Si por un momento te pusieras en su lugar, sintieras lo que ella siente, te darías cuenta que el amor que te tenía ya no está, todo lo ocupa una profunda soledad. Hace mucho que tus besos no la hacen vibrar, que se ha vuelto insensible a tus caricias, y solo lejos de ti puede sentirse libre y respirar. ¿Y por eso la matas por qué ya no te quiere?
Vuelvo a estos textos y te reencuentro. Quiero leerte desde el principio porque creo que tienes mucho talento.
Me ha encantado este primer escrito que pusiste.
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