Te examino expeditamente
en el sigilo de la ambición,
silente,
volviéndome fanático de tu sonrisa;
y es mi voluntad
para el color de tu piel acrisolada
como lo es para el centellear de tus ojos,
imposible es asimismo
no volverme gregario de tus gestos
o dejar transcurrir inadvertida
la figura de un ángel,
sobretodo,
si raya en la belleza como tu.
Si algún día embelesado con tu rostro
me pierdo como un niño
y cansado de escudriñarte
llego a sosegarme eternamente;
quisiera fantasear
escribiendo poemas para un ángel,
uno que se parezca a vos.