TusTextos

La Verdad de la Milanesa

¿Por qué no decís la verdad?
¿Por qué no decís la verdad, mamá?
No contás, por ejemplo, que cuando tenía aprox. 4 años rompiste en pedazos, con una sonrisa en tu boca, mi muñeca favorita, por hacer ruido al jugar con ella mientras vos dormías. La rompiste como venganza más que como castigo, y cuando te pedí llorando que por favor me dejaras conservar la cabeza, la rompiste con una tijera y me tiraste los restos en la cara. Al otro día te arrepentiste y me compraste una nueva, pero el daño ya estaba hecho.
Quizás contás que cuando tenía 7, y me mandaste a ordenar por varios días el escritorio y no lo hice, pero no contás que, cansada, pusiste una alarma cada cinco minutos y tiraste toda mi biblioteca (que para el momento ya era bastante extensa) al suelo. No contás que cada vez que esos cinco minutos pasaban me pegabas, cada vez más fuerte, y que mi nariz sangró. No contás como, ese día, también rompiste muchas cosas "inservibles", incluido un librito de tapa blanda que me había regalado mi maestra para mi cumpleaños.
Contás como, una vez a los 8, me encapriché con una enciclopedia de dinosaurios, y vos me lo compraste. Pero no contás que me hiciste sentir terrible, y gritaste en medio de un shopping señalándome, invitando a todos a juzgarme como una caprichosa. Sentí tanta vergüenza, mami, y no te importó. Traté de taparte la boca, y me respondiste con un cachetazo. Tenía ocho años, mamá. Si no podías comprarlo, si no querías hacerlo, podías decir no y continuar nuestro camino. Pero elegiste comprarlo y humillarme, castigarme, gritarme, y al volver a casa, pegarme. Amenazaste todo el camino de vuelta con romperme mis libros, como aquella otra vez. Me acuerdo que recé todo el camino, y que estaba muy frustrada porque mis rodillas no paraban de temblar. Ya no era solo vergüenza, mamá. Era miedo. Pero eso no lo contás.
No contás como tenías la casa; comprabas ropa por comprar, porque no tenías ganas de lavar la vieja. No contás que guardabas ollas con guiso en la mesa por semanas, hasta que se llenaban de olor y era insoportable. No contás que muchas veces no cocinabas, rara vez limpiabas, no trabajabas, te quedabas dormida seguido para llevarnos al colegio. La casa estaba infestada en bichos y vos.. vos no hacías nada.
Lo que me lleva a las cucarachas, que estaban por todas partes, dentro y fuera de la casa. Tenía 10 años mamá. Otra vez estabas agresiva, furiosa, e intentaste pegarme. Levanté mis manos. En ese entonces me comía las uñas y vos me obligabas a llevarlas largas. Cuando intenté defenderme de tus golpes, te corté la mano con mis uñas. Me castigaste haciéndome salir de la casa, y estaba lloviendo. Me fui a la casa que me habías regalado de madera, y que habías pintado con tanto esfuerzo. Me fuiste a buscar y me sacaste de ahí, por si caía un rayo. Pero no me dejaste entrar en la casa, y tuve que buscar refugio en el galpón con las perras. Era de noche, tenía frio, y no podía parar de llorar. Ah... y el galpón, estaba infestado de cucarachas. Yo tenía fobia. ¿Te acordás de las fobias? Vos eras fóbica a las ratas. Deberías entender mi pánico. Pero no lo entendías, y te burlabas cuando había oportunidad. Esa vez me hiciste elegir; o pasaba tiempo bajo la lluvia, o tenía que estar con esos bichos, casi del tamaño de lo que entonces eran mis manos, y a los cuales les tenía un profundo terror. Me quedé afuera, con la única compañía que pude tener, mis perras. Parecía que lloraban a mi lado. Pero, pensaba, era mi culpa por ser mala, por lastimar a mamá. Estaba equivocada, pero vos no lo contás.
No contás como me dejabas meses sin internet por razones injustas. Llegué a estar cinco meses sin internet, y perdí todo por lo que había trabajado en ese entonces. Gracias, mamá.
No contás como me mordiste el cuello una vez que estaba limpiando la mugre que vos no limpiabas, y que me obligabas a limpiar a mí. Como no podías pegarme, y de alguna manera tenías que desatar tu ira, me mordiste. ¿Te acordás, mamá? ¿No?
Quizás te acuerdes de todas las veces en las que me agarraste del cuello y me dijiste con los dientes muy apretados que me ibas a matar. O como me arrastrabas por el piso del pelo, y hasta me pegabas patadas, cuando no me levantaba lo suficientemente rápido después de que me pegaras. Ni hablar de los labios partidos y las narices que sangraban. Yo me acuerdo. Yo me forzaba a recordar. A repetir estas cosas día tras día.
No contás como, a mis trece, tomaste a mi gata por el cuello, esa de la cual cada tanto sacás fotos, y le pusiste la cuchilla de unas tijeras en la garganta. Esta vez, yo volvía a ser la mala. A pesar de poder, no sacaba más de ocho en inglés. Si no superaba ese promedio, mi gata iba a morir. Tuve que rogarle a mi profesora, llorando, con pánico, que me pusiera un nueve, porque ibas a matar a mi gatita.
No contás como a mis catorce me pegaste con el cinturón hasta cortarme la espalda, y llenarme de moretones la pierna. Tenía fotos. Todo mi curso sabía, todos vieron las fotos. Mi profesora favorita, de Lengua, lloró cuando las vio. La señora del baño me vio cambiándome y vio mis lastimaduras. Me salteé clases para hablar con ella; lloré tanto mamá, pero era yo la mala.
Contás todo lo que me diste. Bueno, casi todo. No contás el miedo, la angustia, la bronca. No contás entre tus regalos los golpes, los insultos ("SOS UN MONSTRUO! SOS FEA COMO UN MONSTRUO!""TE VAS DE ESTA CASA, ASÍ COMO ESTÁS, Y OJALÁ QUE UN NEGRO TE VIOLE EN LA VILLA), los castigos. No contabas como no perdías oportunidad de leer lo que escribía, incluso cuando fueran diarios íntimos.
Seguramente, contás como te mentía, pero mami, tenía miedo. Escondía las cosas, porque no quería más golpes. Sé que no lo imaginé; tenía pruebas. ¿Te acordás como Montse solía llamar cada vez que vos te ponías violenta? Ella sabía, y nosotras teníamos un código. Muchos, muchos sabían. No contás lo que pasó el día que tomé la decisión de irme. El único día que puse el pecho y te enfrenté. El día que me amenazaste con una cuchilla, porque si no te obedecía........ bueno.
Me diste la vida mamá. Pero te encargaste, por 16 años, de romper todo lo que pudiste romper en mí.
Tengo trastorno de personalidad por evitación mamá. ¿Sabés que es eso? Es una fobia social que no se cura.
Tengo depresión mamá. Te lo dije, hace muchos, muchos años. Y te reíste en mi cara. Para esto, estoy medicada.
Tengo ansiedad mamá. Porque si hago algo mal, alguien va a venir a castigarme.
Les dijiste a todos que “me robaron”. Es mentira, ¿sabías? Nadie me robó. Nadie me habló mal de vos hasta que yo conté todo el mal que me hacías, que si quisiera ponerlas por escrito me llevaría años. Es mentira mamá. Nadie me robó, porque soy más inteligente que eso. Me escapé de vos, y me escapé para dejar de tener miedo por mi vida cada vez que te enojabas.
Después de irme, soñé mucho con vos. Me torturabas en los sueños, me insultabas, me humillabas, intentabas matarme, o me entregabas todo lo que yo amaba hecho trizas. Incluso lejos de vos, me torturabas en sueños, me torturabas por mail, con falsas palabras endulzadas.
Pudiste haber hecho muchas cosas por mí, y seguramente contás cada una de ellas. Pero todas se quedan cortas en comparación a todo lo que me hiciste perder, todo lo que me hiciste temer. Podría contar más, mucho más. Hay tantas cosas que me guardé… pero, mamá, me acuerdo. Y me voy a asegurar de no olvidarme, así no crezco para ser alguien como vos.
No, no te quiero.
No, no te odio.
Hoy, te hago frente nuevamente, porque ya no podés tocarme, porque tengo a alguien que sí me protege… y porque quiero que se sepa la verdad de lo que contás, y lo que no contás.
Como quiero que se sepa la verdad, lo publico en Twitter. Quiero que tus amigos lean quien realmente sos. Quiero que nadie confíe en vos, porque NO sos digna de esa confianza. Quienes lean esto y sigan defendiéndola, lean. Lean como los psicópatas suelen parecer encantadores, pero no lo son. Esa es mi madre.
Cuenta muchas cosas, y todas son mentiras. Menciono algunas relevantes:
• Nunca se dedicó por completo a los hijos. Si bien no salía mucho de la casa se encerraba siempre a su cuarto, a dormir la siesta, y desde 2010, le dedicó horas absurdas a Twitter.
• No me robaron. Mis abuelos me dieron un hogar cuando más lo necesitaba, porque necesitaba escaparme de la mujer que tras varias amenazas de muerte, me amenazó con una cuchilla. Incluso intentaron que me reconciliara con ella, que uniera la familia. Tanto abuelos como tías. Y, no, no quiero volver a acercarme a ella. Me niego, más aún tras una de sus últimas frases “La próxima vez que me veas te voy a dejar la marca de tu madre”, refiriéndose a tajearme la cara.
• Les pegaba a mis hermanos, y desconozco si sigue haciéndolo. Mi hermana llegó a tener la mitad de su cuero cabelludo lleno de moretones. Porque ahí no se notan.
• No limpiaba, ni cocinaba, más que ocasionalmente. Solía cocinarles aprox. 4 o 5 días a la semana tostados de jamón y queso a mis hermanos, o patys. La que tenía que limpiar la casa era yo (y no lo hacía, tampoco, porque no era mi responsabilidad). Era normal que el piso estuviera lleno de basura, que se acumulara hasta el techo la ropa sucia, que existieran recipientes con comida vieja (que si cocinaba) que se mantenían ahí, juntando hongos, por semanas. Era normal quedarse sin platos para comer, que la heladera estuviera vacía, que las cucarachas corrieran por toda la casa, incluso de día. O que no se cortara el pasto en meses. Puedo seguir. Pero no lo hago.
Rinikka05 de febrero de 2016

2 Comentarios

  • Paulitinamente

    Vaya bruja

    05/02/16 04:02

  • Indigo

    Una madre sádica!
    Cambiando de tema...
    ¿Contarás algo actual?
    Como te va en este momento, que haces, etc.

    06/02/16 11:02

Más de Rinikka

Chat