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Intensa

Sentarte a mirar cuando todo caía en picado nunca fue una buena opción. Las tormentas cuando son fuertes y tienen rayos no pasan desapercibidas. Los truenos se escuchan demasiado. Retumban demasiado. Y encima, la contaminación acústica los acompaña. Cada vez nos cuesta más escucharnos. Tu error fue esperar la dichosa calma, la que nunca apareció. Miento. Sí que apareció. Con todo devastado. Devastado por ella, la tormenta perfecta. La más bonita. La más salvaje. La tormenta en medio del verano. De la que por mucho que te escondas y esperes la calma, te destroza con su paso. Te deja huella. Quieras, o no quieras. Y la calma, la calma de poco vale ya. A estas alturas lo único que puedes hacer es arreglar como puedas el desastre. Tu desastre. Y verla alejarse desde lejos, para que no te pille otra vez ahí, justo en medio, escondido. El que avisa no es traidor. Y la chica del tiempo, nunca te engañó.
Roapa15 de agosto de 2018

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