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Un Adios Sin Despedidas (tercera Parte)

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M: Ella estaba saludable ¡Enfermo de la nada! No habla ni da bocado alguno.
Mi corazón no resiste ver a mi hija en ese estado. ¿Qué debo hacer doctor? Dr:¡Dígame por favor!, señora su hija se apaga lentamente. Ella no lucha por sobrevivir, eso dificulta que podamos ayudarla. Trate de hablarle, convencerla a entrar en razón. Por ahora podemos nutrirla por vías, pero eso no servirá de nada si ella no pone de su lado.
M: Doctor, por favor proceda; en este estado dudo que pueda hacerla entrar en juicio. ¡Mírela! Su cuerpo escuálido y su mirada cada vez mas apagada ¡Nunca la vi así! Ella solía brillar con luz propia. Ingenua e inocente Se convirtió en una adolescente dulce con ganas de cumplir sus sueños. El año pasado se enamoró. Aunque nunca supe si este hombre existía o era real por que nunca lo vi ¡Quizá¡ no puse atención cuando quiso hablarme. Cambió todo desde entonces. Sufro ahora no haber estado cuando me necesito. Pero no puedo regresar al pasado.
Dr: Señora no se lamente lo único que puede hacer es platicarle y dedicarle el tiempo necesario.

Las vías están listas. Solo un milagro puede salvarla en este momento. Oré mucho, no soy religiosa pero lo haré por mi hija. Cada ayuda es necesaria. La madre acompaña al doctor a la salida mientras ella entraba en un trance de insensibilidad por el anestésico que punzó su cuerpo. Entre delirios se originó la tercera parte de esta historia:
“PIEZAS PERFECTAS DE UN PUZZLE, LLAMADA AMOR”

La semana esperaba con ansia unir los cuerpos de estos seres que pusieron tanto enigma en esta historia. Piezas que coincidían perfectamente en un puzzle al que la naturaleza viva lo llama AMOR. Desde antes de nacer ellos se pertenecían. Hierro magnético en atracción segura. Una nota confirma el encuentro. Sábado 5 pm en el café que queda en la esquina de su casa.
Estaré ahí esperándola con ansias de besar sus labios y mirar sus ojos, ella confundida pregunta ¿Cómo lo reconoceré?, lo hará sin duda seré diferente a todos que usted vea, Una confusión inocente se apoderó en un instante del vacío de su habitación esperando el día. ¡Sábado! Mañana es sábado se decía entre nervios que se ponían de punta, ¿qué usaré? ¡Debo estar linda para él! Se decía mientras escoge una ropa adecuada.
Unos tacones de color vino tinto que combinaban perfectamente con el vestido blanco de listones color del tacón. Un maquillaje natural, cabello a medio recoger y un saco entre sus brazos se aproximaba a la puerta. Una trabajadora del lugar le ofrece una silla, acepta sin dudarlo. Faltan 10 minutos ¿dónde está? Se pregunta mientras pide un café muy cargado. 6 minutos antes de lo acordado un hombre alto de ojos profundos muy azules de piel muy blanca baja por el escalón del segundo nivel. Una gorra, camisa de color marrón desbotonada que permite ver el polo que llevaba dentro, pantalones vaqueros, zapatillas a cuadros, anillos en sus dedos y una pulsera en forma de cruz. Una edad aproximada de 37 años, solo tomó una silla y pidió un café cargado y se sentó en la mesa frontal continua. Tomó un periódico, ella se preguntaba si ese sería el hombre que le escribía las cartas. Ante un minuto restante ella entra en nerviosismo y no sabe si acercarse o no, baja la mirada al piso y muerde sus labios con fuerza. Aquel hombre se levanta rápidamente y la besa con tal intensidad que no alcanzó a decir nada, la locura de amor de ese hombre fue rara pues primero la observó y esperó que ella estuviera confundida para sorprenderla. Pues sus labios no sabían mal y su perfume era indescriptible. Después de un largo beso que la paralizó, sus ojos se mojaron de lluvia salada pero de alegría mientras sus mejillas sentían el temblor de las manos de aquel hombre que solo la miraba sin decir palabra alguna. Las horas pasan mientras el café se enfría ellos solo se miran pues el idioma de aquel hombre era imposible de descifrar. La mesera se acerca y les dice: “vamos cerrar”. Fue la única manera donde se dieron cuenta que el tiempo había terminado. Llegó la hora de decir adiós. El la observa mientras ella se pierde en el sendero que la lleva a casa donde el sonido de sus tacones es cada vez menor. Por el camino se pregunta por qué ese hombre le parecía tan familiar ¿quién era? ¿Lo vi antes? Las dudas indagaban sobre su cabeza sin saber que decir llega a casa y empieza a escribir una carta con las preguntas que no pudo planteárselas. Esta vez la suerte la acompañó, pues tenía entre sus manos una nota que el trajo para ella. Era una dirección de correo. Usaré el ingles, todo el mundo habla este idioma dijo, y empezó narrar lo que este día significó para ella. Que nunca olvidará, pues él era la pieza perfecta que le faltaba y encajaba con ella. Estaba feliz pues se enamoró de él antes de conocerlo y ahora que lo conocía sabía que ese era el hombre con el cual soñó. Este hombre cambió tanto su forma de pensar y amar. Vivieron por un año entre encuentros y toques de pasión sin descansos sublimes en dilección, el nunca respondió una pregunta que ella cuestionó alguna vez ¿de dónde te conozco? Siempre existe esa duda que trata de olvidar mientras el apego es cada día más y más.(continua IIII p final)

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Romina29 de agosto de 2009

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