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El Color de una Chica Olvidada: Parte 1

Una buena chica tiene modales, una buena chica no miente, una buena chica es amable con todos, una buena chica hace lo que debe hacer, pero sobre todo una buena chica no se olvida de ser buena chica.
Jasmine es el nombre que mis padres decidieron ponerme; por supuesto cuando uno es pequeño lo que tus padres decidan está bien, lo que ellos digan es ley y lo que sea que pronuncien es música para tus oídos; son tus leales protectores.
Otra vez me encuentro sentada en el mismo lugar, la única razón por la que tolero el colegio es porque mi padre me prometió más libertad si vencía la escuela sin más escándalos, aunque me pregunto cuánta más libertad podría proporcionarme.
Ya nadie dice mi nombre por dos razones: el 95% del colegio me dice la rara y el otro 5% me dice simplemente Jaz. Aunque a ese 5% le caigo bien elijo alejarme de ellos para evitar aquello a lo que mi padre llama “escándalos”.
Una vez más el timbre resuena en mis oídos, el sonido de mi cada vez más cercana libertad, falta tan solo una semana para terminar el año escolar, una semana para al fin salir de aquella terrible pesadilla; como cientos de veces anteriores, levanto mi mochila y me largo rápidamente. Nuevamente una de las rubias se queda mirando mi maquillaje oscuro, cuento hasta tres y sin quitar mi vista de sus ojos le lanzo un beso con un gesto exagerado, mientras ella manifiesta su enfado y leo en sus labios la palabra “lesbiana”; este último apodo lo inventaron hace tres meses, ya no soy la “rara” sino “lesbiana”, el rumor se esparce rápidamente y ya ningún muchacho ha intentado acercarse a mí; no importa, es mejor así; no siento la necesidad de aclarar a nadie mi sexualidad, solo quiero largarme lejos de todo esto. Sentada en el bus camino a casa el rock resuena en mis oídos, parece ser el único que me comprende, ni siquiera la sociedad me acepta, elijen cualquier otro lugar para sentarse; lo intenté, intenté ser una chica buena pero nadie puede ver más allá de mi ropa y mi maquillaje. Mi padre constantemente me pregunta por qué negro, yo le digo que estoy de luto porque Jasmine ha muerto, él no lo comprende y se preocupa pero jamás paso de ser otra cosa para él, solo una preocupación.
Llego a casa y siento algo extraño en mi rostro, un tipo de adormecimiento, luego recuerdo que durante el día olvidé la sensación de una sonrisa sincera; introduzco las llaves y sé qué esperar del otro lado, nuevamente mamá está bebiendo; su apariencia no me extraña, usa un vestido ajustado, tacos, el pelo recogido pero no lacio, su maquillaje ha empezado a correrse y siempre que quiere impresionar usa sus perlas falsas; junto a ella un señor desconocido, o mejor dicho otro más; cuando veo sus pelos rizados y teñidos de castaño recuerdo a mi madre anterior, solía amar su larga cabellera y el olor que él desprendía al moverse, ahora debo conformarme porque mamá también ha muerto y en su lugar está esta extraña mujer.
- Hola mamá- digo ya no en un tono enfadado, más bien indiferente, sé que obtendré algo a cambio
- Jasmine, él es nuestro abogado Patric Mai
- Mamá ya te dije que soy Jaz, Jasmine ha muerto
- Cómo estás señorita- dice el hombre de traje
- ¿Él es tu nuevo?
El señor Patric nos observa confundido por mi pregunta.
- Por favor no empieces- dice mamá levantándose.
La sigo hasta la cocina y continúo mientras ella busca otra botella de licor torpemente.
- No me lo digas, estás coqueteando con tu abogado para obtener los bienes ¿verdad?
- La mitad de todo me pertenece niña
- Eso no es cierto, le pertenece a mi padre, él fue quien trabajó mientras tú lo engañabas
- ¡Él jamás me prestó atención!- dijo alterada
- Ya lo hemos hablado madre, dame mi parte y mi padre no se enterará
Ella se queda mirándome como quién no desea aceptar su derrota. Extiendo mi mano e insisto.
- Estoy segura el señor Patric tiene mucho dinero…!por favor mamá, es abogado, no nací ayer!
Ella hace a un lado su vaso y saca de su bolsillo unos billetes para entregármelos. Las lágrimas recorren su rostro y ella grita mientras me alejo
- ¡Soy buena madre! ¡Y también buena persona!
- Ve a dormir estás muy ebria
Subo las gradas contando los billetes; la única razón de estafar a mi madre es porque no tengo otra manera de obtener el dinero, al parecer nadie da trabajo a jóvenes con ropa oscura, qué absurda sociedad.
Entro a mi cuarto cerrando la puerta detrás de mí y subiendo el volumen de mi estéreo; tumbada en mi cama observo mis más preciadas posesiones, mis pinturas son las únicas a las que les permito tener color, ellas no sienten, no sangran, no mueren, son eternamente ilimitadas. A veces cuando cuento los billetes siento cierta culpa por estafar a mi madre y no revelar a mi padre la verdad, pero luego recuerdo que a mi madre no le importamos y que mi padre está ciego, estuvieron a punto de separarse pero mi padre rogó a mi madre que se quedara con él y lo intentaron una vez más. A pesar que mi padre descubrió a mi madre siéndole infiel, decidió pasarlo por alto, se ha vuelto ciego y sordo.
Pongo los billetes en una lata, los ahorros que me liberarán de este mundo gris, ya casi tengo todo el dinero que necesito, sólo me falta el permiso de mi padre para viajar y ser libre, pintar lo que sea que me inspire un paisaje, una ciudad, un lugar. Pintando uno de mis cuadros me he quedado dormida, pasa seguido y yo lo interpreto como si me exprimiría el poco color que me queda para plasmarlo en mi cuadro, por lo tanto quedo agotada.
Despierto a causa de unos ruidos estremecedores, papá ha llegado del trabajo, ya es de noche y mi estéreo está en silencio porque todas las canciones han sido consumidas; por el ruido deduzco que la ha descubierto, si bien los hombres con los que pasa las tardes se van antes del anochecer, suelen dejar pistas como corbatas, a veces un zapato o simplemente el fuerte olor de su colonia barata; pero papá siempre lo ignorará todo y perdonará a mamá después de una fuerte discusión. La pelea ya ha cesado y oigo el ruido de una puerta cerrarse bruscamente, minutos después oigo los zapatos de papá subiendo las escaleras hasta llegar a mi habitación
- ¿Jaz?
- Pasa papá, ya estoy despierta
Su apariencia es la de siempre, de traje con la corbata ya desaflojada, su cara cansada con ojeras, pero siempre sobra una sonrisa para regalármela al momento de verme.
- Lamento la pelea, tu mamá y yo lo estamos intentando pero…
- Papá ¿por qué no la dejas?
- No puedo, la amo demasiado y ella me necesita más que antes
- ¡Ella no te quiere papá!
- Ya hablamos de eso, por favor no más, estoy cansado… dime ¿qué tal la escuela?
- Como siempre
- ¿Ya decidiste qué carrera estudiarás?, solo falta una semana
- Sólo quiero pintar y viajar
De pronto mi padre se muestra triste y con los ojos llorosos me dice
- No podré mantenerte siempre, estoy enfermo y no puedo ganar más, lo sabes. Jaz la pintura no te sustentará
Odiaba que me dijera siempre lo mismo, me recordaba el grado educacional de mi padre, lo explotaban porque sabían que no tenía un título, apenas había terminado sus estudios escolares; por otro lado su situación me hacía entender el por qué insistía tanto en la universidad. Sintiendo la responsabilidad por la tristeza en su rostro respondí
- Está bien, cursaré un semestre en la universidad
- Gracias hija
- Pero si no es lo mío continuaré pintando
Sin decir nada se acercó y me besó en la frente. Siempre que besaba mi frente volvía al pasado, por esos escasos momentos era nuevamente feliz; una serie de imágenes inundaban mi mente, podía ver a mi familia reunida en el patio trasero brindando por el nuevo trabajo de papá que nos prometía prosperidad, veía a mamá sonriente besando la mejilla de papá y yo aún pequeña sentada en la pierna de mi padre, lo que no nos dijeron fue que aunque el trabajo prometía una buena paga, nos quitaban todo su tiempo; papá partía cada mañana temprano y regresaba tarde por la noche. Poco a poco papá también pagaba el licor de mamá, mientras ella se quejaba por su ausencia cada noche.
Me miró y dijo
- Yo sé que te gustará la universidad, así será…
Luego se marchó una vez más, él siempre hablaba con los ojos vendados, incluso no notó el cambio en mi ropa y mi maquillaje hasta que la directora de mi colegio le hizo notarlo. Aun así lo amaba, él era lo único y poco de color que aún quedaba en mi vida. A mi padre era al único al que le regalaba una sonrisa sincera, él siempre me correspondía con otra sonrisa de vuelta; sin embargo siempre se marchaba, si no estaba en su trabajo estaba tratando de arreglar las cosas con mamá.
La última semana de clases pasaba muy lentamente, aunque muchos decían que era inteligente solo hacía lo mínimo y necesario para aprobar, estaba molesta con aquella edificación y comunidad a la que erróneamente llamaban colegio, para mí no era más que un circo en el que los profesores trataban de domar inútilmente a fieras salvajes como yo.
Durante la última clase la profesora decidió hacer una actividad recreativa que nos uniera como clase, me pareció absurdo y decidí ver por la ventana, solo quería salir, huir del circo y ser libre al fin; una voz pronunció mi nombre
- ¡Jasmine!
Volteé a ver y la profesora junto a toda la clase tenían los ojos puestos en mí.
- Jasmine, por favor pasa al frente y comparte con todos tus compañeros lo que harás en las vacaciones
Las rubias reían y murmuraban, me enfurecí y contesté levantándome de mi asiento
- Ejercitaré para golpear rubias después y entonces fumaré, beberé y tendré relaciones como un conejo- dije sonriendo hipócritamente.
La profesora se mostró enojada mientras las rubias deseaban matarme y el resto de la clase reía; el timbre sonó y colgando mi mochila al hombre por última vez me dispuse a salir, una de las rubias se puso en mi camino y junto a sus amigos lanzó la amenaza
- Esto no ha terminado rara, nos vengaremos
Nuevamente les lancé un beso exagerado y cuando ellas se hacen a un lado con gesto de asco, aprovecho para pasar empujándolas. “No más rubias” me digo a mí misma para luego regresar a casa y celebrar el último día en el “circo”.
- Mamá ya llegué- dije notando que no estaba alcoholizada en el sillón.
A veces pensaba en llamarla por su nombre ya que ella ya no representaba una figura materna para mí, pero me gustaba torturarla con la idea de que no importaba cuan ebria estuviese, seguía teniendo una responsabilidad, la de ser madre, o tratar en su caso.
- Jasmine ven a la cocina
Me acerqué extrañada que no estuviera con ningún hombre.
- ¡Sorpresa!, es de fresa tu favorito- dijo partiendo un pedazo de torta.
- Qué es esto
- Es la celebración por tu egreso del colegio- dijo entregándome el pedazo de torta
- ¡Vaya! La celebración debió ser para ti, lograste esperarme habiendo tomado solo cuatro vasos de licor.
- ¡Hago mi mejor esfuerzo! ¡Deja de molestarme!
- ¿Fue mi padre quien te ordenó comprarla verdad?
- Si- dijo resignada
- ¿Y también te ordenó esperarme semi sobria?
- Sobria, pero lo hice porque soy buena madre
- Como tú digas- dije llevándome el pedazo de torta conmigo.
Mientras me dirigía a mi cuarto la escuché sollozar y luego tirar algo al suelo, ninguna de sus reacciones me sorprendía, era típico de ella.
Llegó la noche y con ella mi padre
- ¿Jaz?
- Adelante papá
- ¿Te gustó tu torta?
- Logré comer un pedazo antes que mi madre destruyera lo demás
Agachó la cabeza y no dijo nada, continué
- ¿Lo tiró verdad?
- Sí- dijo apenado
- Estaba muy rica papá, gracias- dije regalándole una sonrisa sincera.
- Pronto serás una universitaria y luego una gran profesional
No contesté. Una vez más besó mi frente y se marchó diciendo
- Iré a ayudar a tu madre, se quedó dormida en el sofá.
Siempre era lo mismo, desde que mamá tuvo problemas con el alcohol mi padre centraba toda su atención en ella; pasé de ser su “buena chica” a una “chica olvidada”, qué más daba, Jasmine estaba muerta, los muertos no necesitan amor, no se quejan, no lloran, no ríen, no requieren atención.
Me quedé dormida con mis auriculares puestos y por primera vez soñé a color, soñé que mis cuadros cobraban vida y yo entraba en su universo, corría eufórica de un lado para otro mientras mis ojos se maravillaban de todo el color.
Al despertar me sentí extraña, “qué significaba ese sueño, por qué sentía algo extraño, tan diferente, tan nuevo”.
Era sábado y los sábados dejaban que mi padre entrara al trabajo un poco después de lo normal. Bajé las gradas y los vi discutiendo, papá al verme me dijo sonriente
- Hoy irás de compras con tu madre
- Dónde
- Comprarán tu vestido, para tu fiesta
- Nosé si iré papá
- ¿Lo ves? ¿Para qué gastar o molestarnos?- dijo mamá dirigiéndose a mi padre.
- Jaz, irás a la fiesta y celebraremos juntos
- Está bien- dije sintiendo ese algo nuevo que el sueño había dejado en mí.
Papá se marchó y yo sabía que debíamos apresurarnos ya que mi madre no resistiría mucho tiempo sobria.
Las compras fueron rápidas y llena de discusión, sin embargo me salí con la mía comprando un vestido sencillo, corto y negro.
El día de la fiesta mamá y papá estaban atareados y estresados mientras se vestían elegantemente; en mi cuarto yo decidía cómo maquillarme, de pronto entró mamá y dijo
- ¿Aún no estás lista?
- Tranquila, ya casi
- Ven, yo te maquillaré
- ¡No! No quiero verme vulgar
- ¡Basta Jasmine! Será todo negro excepto las sombras y tus labios.
- Está bien- volví a decir sintiendo que ese algo nuevo se apoderaba de mí.
- Listo, ya no te ves tan oscura. Vámonos- dijo saliendo rápidamente.
Verme al espejo fue extraño, los colores parecían tan vibrantes y vivos, casi parecía que veía uno de mis cuadros, por primera vez me sentía bonita.
Llegando a la fiesta nadie me reconoció, todos me miraban extrañamente y murmuraban, me sentía incómoda y desprotegida, si volvía a revivir a Jasmine podrían dañarla nuevamente. Nos sentamos en una mesa que llevaba nuestro apellido plasmado en un papel en grande: Cordal.
Un gran escenario se encontraba frente a nosotros, la directora salió, dió un discurso y luego se efectuó la entrega de diplomas; a cada minuto me sentía más incómoda, cuando me nombraron y me dirigí al escenario todos quedaron sorprendidos, incluso los profesores parecían no reconocerme, me sentía bien con toda esa atención que confirmaba que era bonita.
Al volver a la mesa noté que mi madre ya bebía y la odié por arruinar un buen momento
- ¡Por favor no! No quiero que hagas escenas
- Solo es una copa Jasmine, ya relájate- me contestó ella.
Minutos después pedía otro vaso, en el escenario un profesor anunció el discurso de “una alumna destacada”; mientras todos la aplaudían yo pensaba: La rubia mayor. Ella empezó su discurso con la sonrisa falsa que tanto la caracterizaba y fue nombrando a otros compañeros destacados en arte, deportes y demás, hasta que me nombró y la piel se me erizó presintiendo que nada bueno se acercaba
- ¿Jaz, dónde estás?- dijo mientras la enorme luz apuntaba a mi mesa.
- Ahí estás, ¡vaya! estás irreconocible; todos conocen a Jaz pero esta noche ha decidido disfrazarse de señorita. Ahí está su padre y por supuesto su inolvidable madre, quién recordemos, arruinó una fiesta escolar hace algunos años…por favor señora no tome demasiado esta vez.
Las lágrimas recorrieron mis mejillas inevitablemente, sintiéndome al descubierto. Ella continuó hablando mientras las otras rubias y sus novios no dejaban que ningún profesor parara su discurso lleno de venganza
- No importa qué uses, o cómo te maquilles, para nosotros siempre serás la vulgar, sucia y rara lesbiana- sonrió y tomó el champán que sostenía en sus manos, mientras yo levantándome tiré el mío al suelo para luego salir corriendo con lágrimas en los ojos. Papá y mamá fueron detrás de mí, ni bien llegué a mi cuarto cerré la puerta y empecé a tirar todo al suelo, del otro lado de la puerta oigo a mi padre que me habla y yo solo puedo gritar
- ¡Déjenme sola!
Me veo al espejo y me doy cuenta que mis lágrimas una vez más han borrado el poco color que quedaba en mí; cansada de tanto alboroto y caos me tumbo en mi cama donde llorando quedo dormida.
Al día siguiente no está papá, ya se fue al trabajo, me dirijo a la cocina y agarrando una fruta salgo a la calle mientras oigo a mamá gritar mi nombre de lejos. Camino por las calles menos transitadas, no deseo ver a nadie, en venganza es en lo único que puedo pensar desde la noche anterior; de pronto una luz brillante capta mi atención, esta luz proviene del suelo cerca de unos escombros, me acerco curiosamente y decidida a saber de dónde proviene la luz
- Es solo un estúpido trozo de espejo- digo tirando el pequeño objeto.
Los escombros parecen ocultar algo por dentro, remuevo cuidadosamente las grandes calaminas, maderas y otros, veo al fondo un espacio y al entrar más me doy cuenta que se trata de un parque olvidado, se convierte en mi refugio; solo los olvidados refugian a otros olvidados; lo mantengo tapado de modo que nadie más lo encuentre.
Lo único que puedo sentir es mucha ira, enfado contra mi madre por ser una alcohólica, contra mi padre por amarla más que a mí, contra las rubias por ser tan estúpidas y contra todo el mundo que parece estar en mi contra.
Durante los siguientes días creo una rutina a la que nombro como “la rutina del silencio”; no dirijo la palabra a mi madre, cuando llega mi padre finjo estar dormida y la mayor parte del día paso en el parque llorando, durmiendo o simplemente observando alrededor. Poco a poco el silencio se torna ensordecedor y parece querer explotar hasta destruir en mil pedazos todo a mi alrededor.
Una vez más vuelvo a casa luego de una larga tarde en el parque, mamá está en el sillón bebiendo y hace poco descubrió que no solo puede ser adicta al alcohol sino también a la nicotina.
- Jasmine ¿a dónde crees que vas?
- A mi habitación
- He tolerado tu silencio todo este tiempo pero ya no lo haré
- Tolera mi silencio y yo toleraré tu ebria presencia
- ¡No puedes decirme qué hacer! Soy tu madre y merezco respeto. El hecho que ya no estés en colegio no te da el derecho a hacer nada
- Como digas- dije disponiéndome a subir a mi habitación.
- ¡Espera! Aún no he terminado; ayudarás en la limpieza de la casa y podarás el jardín- dijo moviendo su cigarrillo de un lado a otro.
Al mirar mi expresión de desacuerdo cambió el tono de voz para realizar una pregunta clave.
- ¿O acaso tienes algo mejor que hacer en vacaciones?
Por primera vez las palabras que salían de su boca no eran pura basura
- Sí, ejercitaré para golpear rubias después y tendré relaciones como un conejo- contesté con una sonrisa maliciosa.
Ella simplemente rió a carcajadas mientras yo subía a mi cuarto apresuradamente. Durante los siguientes días me dispuse a cumplir mi objetivo, mi refugio se convirtió en mi campo de entrenamiento, siempre que mi cuerpo cansado no respondía, mi mente lo obligaba a continuar con sed de venganza. Los días que mamá se ponía violenta yo acudía a ella para poder practicar mi fuerza de defensa, equilibrio y habilidad de esquivar lo que sea que ella me arrojaba; por supuesto no todo salió bien, a menudo me lastimaba un músculo, me caía, o no lograba esquivar los vasos; por suerte un médico, amigo de papá, me atendía en los casos más graves.
Los cigarrillos parecían haber reemplazado a los hombres por lo que no pude seguir chantajeando a mamá y el dinero ahorrado disminuía por mi recurrencia al médico; mi sueño se alejaba cada vez un poco más.
Papá regresó a casa y decidí romper el silencio.
- ¿Jaz?
- Pasa papá
- Me alegro que no estés dormida. Mi amigo, el doctor Roger me comentó de tus accidentes…
- Solo fueron eso, accidentes
- ¿Segura? Si deseas hablar de algo sabes que…
- No- dije cortante.
- Está bien. Dime ¿ya decidiste tu carrera?
- Elíjeme una, de todos modos no funcionará
- Pero lo intentarás, lo prometiste
- Si, si, lo haré
Pronunciadas esas palabras me arrepentí, yo solo deseaba pintar y papá no lo entendía, aun así le demostraría que la universidad no era para mí, solo así me dejaría en paz.
Los golpes, las caídas y las heridas se volvieron menos frecuentes, las cicatrices me recordaban día a día mi venganza. Saliendo de mi refugio el ruido de muchas motocicletas me exaltaron, cuando creí que todas ya habían pasado me dispuse a cruzar la calle y de pronto una nueva apareció y al notar mi presencia redujo la velocidad, pasando muy cerca sentí que un manubrio raspó mi cuerpo y el conductor frenó unos centímetros lejos de mí. Vestía una chamarra negra de cuero, unos jeans gastados y los lentes oscuros completaban el atuendo propio de un motociclista, giró y volteando hacia mí dijo
- Cuida tus pasos niña
No supe qué responderle y me quedé parada sin hablar, él sonrió y se fue a toda velocidad.
De vuelta a casa continué mi rutina y solo por esa noche pensé en aquel extraño joven, pensé y reviví su tez blanca, sus cabellos cortos y rubios claros; su expresión “niña” me recordó que ya no estaba en el colegio, ya nadie más creía o dudaba acerca de mi género, desde ahora los demás me verían como una chica…no más absurdos rumores.
Los siguientes días y lo que restaba de la vacación pasaron normalmente. Finalmente papá logró su sueño de inscribirme en la universidad y yo ya estaba lista para la venganza. Papá decidió que la carrera que más me convenía era la de finanzas y a mí me daba igual, solo debía aguantar un semestre y eso era todo.
Durante los siguientes días en la universidad reconocí a algunos compañeros, pero ellos parecían ignorar el hecho de haber estado en el colegio. Continué con mi vestuario oscuro y maquillaje, sin embargo al ver que a los docentes no les importaba decidí llamar la atención y usaba faldas cortas o pantalones justos, además de pintar mis labios de rojo; en seguida me gané una reputación contraria a la del colegio, ahora era “la fácil”.
Durante los siguientes días empecé a aburrirme y a pensar en que no llevaría a cabo mi venganza, “la rubia” había desaparecido.
El baño era la mayor reunión de los chismes y todas disfrutaban el constante ir y venir de los demás; yo entraba cuando no había nadie porque sentía furia contra el chismerío de los demás, sin embargo una tarde no tuve suerte y mientras yo estaba dentro de uno de los baños afuera escuchaba a las muchachas comentar, de pronto sobresalí en uno de sus chismes, decían que me acostaba con un docente y ya no aguanté el enojo, enfurecida tiré la puerta de un manotazo y ellas se sobresaltaron, las vi a todas frente al espejo retocando su maquillaje y seriamente me abrí paso para luego sacar mi labial, pintar mis labios y hacer un gesto de beso a mi reflejo para luego retirarme sacando el dedo del medio.
La sangre me hervía y lo único que quería hacer era regresar a casa, tomar una maleta y largarme; de pronto mis pasos fueron detenidos al reconocer de espaldas a “la rubia mayor”, estaba sentada junto a otras muchachas y un solo muchacho en la esquina derecha, movía su larga cabellera como si de oro estuviera hecha, reía de la única manera en que sabía hacerlo, hipócritamente. Me acerqué y me senté en el poco espacio que quedaba en la esquina izquierda, la miré directamente y comencé a hablar mientras los demás observaban confundidos.
- ¿Me extrañaste?
Su rostro palideció y se vio indefensa pues sus protectoras, las otras rubias, ya no estaban con ella.
- Jaz- dijo secamente.
- ¿Quién es ella?- dijo una de las chicas presentes.
La rubia no supo qué contestar, de pronto noté que el muchacho no desviaba su vista de mí, empecé a pensar que quizá la sonrisa en mi rostro era exagerada; su mirada me incomodó y continué diciendo
- Nos veremos pronto rubia
Dicho esto me retiré del lugar, en seguida mi mente reconoció los rubios cabellos cortos, era el chico de la motocicleta. Aunque no me vengaba aún, al menos ya sabía que estaba en la universidad y con eso me bastaba. Segundos después noté que el chico de la motocicleta me seguía, lo cual me pareció genial ya que había arruinado el plan de conquista de la rubia. Continué caminando fingiendo que no lo notaba, me dirigí hacia un curso vacío y ahí lo esperé desafiante; cuando ingresó notó que ya lo esperaba y sin quitar la vista de sus ojos lo cuestioné
- ¿Por qué estás siguiéndome?
- Estuviste impresionante
- Primero casi me matas y luego ¿me admiras?- dije mientras notaba sus tatuajes que ahora quedaban al descubierto, a diferencia de la primera vez que lo había visto.
Mostró confusión para luego caer en cuenta y comprender de qué estaba hablando
- ¿Eres la niña que no sabe cruzar la calle?
- No soy una niña- dije seriamente para luego salir del aula.
Salió detrás mío diciendo
- ¡Espera!
Me detuve y lo miré con brazos cruzados
- Si me dices tu nombre ya no te diré niña
- Me dirás por mi nombre y yo te hablaré por el tuyo
Sonrió y extendiendo su mano dijo
- Soy Gunter, pero algunos me llaman solo Gun.
- Jaz- dije extendiendo mi mano para corresponder el saludo.
- Nos vemos mañana Jaz
- No estoy segura
- Mañana en la biblioteca- dijo para luego subir a su moto y partir a toda velocidad.
Toda la noche debatí conmigo misma, no sabía si volver a verlo o de una vez largarme del lugar que tanto odiaba; después de unas horas me dije a mi misma: “Unos días más no me harán daño, además así podré pasear con él frente a la rubia…seguro morirá de envidia”.
Romivi24 de julio de 2015

1 Recomendaciones

6 Comentarios

  • Unserherido

    Tu historia es genial, muy bien escrita y captas perfectamente las emociones y sentimiemtos de tus personajes, eso es algo que a mi me cuesta mucho lograr.
    En serio me encanto incluso deberias intentar publicarla.
    Un saludo y sigue escribiendo.

    25/07/15 08:07

  • Romivi

    gracias! de verdad tus palabras me animan a seguir escribiendo...gracias por la buena onda, me esforce por transmitir esos sentimientos q bueno saber q lo logre :)

    26/07/15 07:07

  • Lucesita

    Me encanto!
    Esperando la segunda parte..
    Luz.-

    12/08/15 09:08

  • Romivi

    gracias por el animo lucesita, ya estare leyendo lo tuyo tambien y tambien pronto publicare la segunda parte

    14/08/15 03:08

  • Apurimak

    Me atrapo tu historia, recientemente termine de leer el diario de Ana Frank y escribí una reflexión, que cuando leí tu relato me di por seguro que no era una reflexión muy alejada de lo que pasa en cada uno, cada vida.
    Te dejo ésta reflexión

    Diario de Ana Frank

    Fue triste encontrarme con su final, con la muerte.
    Qué difícil! Intuir el conocimiento o entendimiento de alguien y perderlo, puede ser la muerte o peor aún desavenencias inesperadas.
    Observaciones suyas entre lo que ocurre "afuera" y lo que pasa por "dentro" son, en mi opinión, de importancia para el ser humano que en muchos casos transita sin meditar.
    Puede ser injusto lo que ocurrió a los judíos y otros pueblos en la historia del mundo?
    La justicia es controversial y un tema que no quisiera tocar en estos momentos.
    Pienso en la vida que cada quien vive, lo que enfrentas cada día, tus sueños, tu mundo.
    Cada quien un Ana Frank diferente, hasta incluso opuesto.
    En ello recalca la importancia de saber quién eres y quien no quieres ser, interesante verdad?
    Interactuar con otros desarrolla juicios y concluciones, patrones de conducta y el universo interno como externo. La división es sin duda presente, en estos tiempos mostrar tu desnudes, tu ser no es tomado con un amor sincero.
    El amor, esa palabra de fama inequívoca pero que falta por llegar y comprender el propio universo que ella encierra.
    Ante nosotros se presentas muchas opciones, muchos pensamientos, cada quien encontrará aquello donde se sienta a gusto.
    Mi propia vida, el ahora: resultado de lo que en algún momento pareció justo o injusto, puedo entender y perdonar los que me rodearon y rodean, así como a mi mismo.
    Perdonar a otros es perdonarse uno mismo, perdonar la falta de comprensión y de saber escuchar.
    Los años no pasan en vano, ni la experiencia adquirida, sin duda habra más a discusión.

    Te dejo con una frase de Ana:

    "En realidad soy lo mismo que una película de amor para los intelectuales: simplemente una distracción, una diversión por una vez, algo para olvidar rápidamente, algo que no está mal pero que menos aún está bien."

    Diario de Ana Frank
    Viernes 21 de Julio 1944

    PD: Espero conocer más tus escritos, besos!!


    23/09/15 10:09

  • Romivi

    jamas lei ana frank pero lo q escribiste me hizo dar ganas de leerlo..gracias! saludos

    24/09/15 02:09

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