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Persiguiendo la Verdad: Parte 1

Es una vista hermosa, puedo ver un paisaje lleno de campos interminables de tulipanes, los colores vivos me traen miles de recuerdos, llenando mi corazón de esperanza, la esperanza de encontrar un lugar al cual pertenecer, un hogar. Veo la infinita belleza reflejada en aquellas poderosas montañas, en los arboles diversos, en los pájaros de colores cálidos, y no puedo evitar pensar: a mama le hubiese gustado tanto ver este maravilloso paisaje; jamás pude convencerla de salir de su amado pueblo, de nuestra hermosa casita con un bello jardín lleno de margaritas, no fue capaz de dejar aquella casa ni siquiera estando tan enferma; los médicos le recomendaron internarse en el hospital de la ciudad más cercana, pero ella se negaba, nuestro médico le decía:
- Señora Tamara su pueblo esperará por usted, pero la enfermedad ni su cuerpo lo harán.
- Bello monte es lo que necesito, a él y a mi hija…
Mamá solía contarme de niña su historia, me decía que muy joven se fue a la ciudad esperando encontrar su realización, su felicidad, sin embargo nada la completaba, hasta el día en que me tuvo y decidió que el caos de la ciudad no era para nosotras, entonces conmigo en brazos regresó a Bello monte, su pueblo natal, lugar en el que fui criada, educada y amada por mi madre.
Siempre existió en mí la curiosidad de saber acerca de mi padre, siempre insistía a mi madre para saber quién era él y dónde estaba; pero mamá evadía el tema astutamente, siempre con esa sonrisa en el rostro que tanto la caracterizaba, llegué a pensar que la verdadera razón del por qué ella dejó la ciudad fue a causa de que mi padre le había roto el corazón, eso pensé hasta que un día jugando en su dormitorio terminé revisando sus cosas, escudriñando encontré unas extrañas cartas envueltas en un listón rojo y un sello en relieve de color dorado, mamá me encontró antes que pudiera abrir dichas cartas y las volvió a ocultar alegando que no necesitaba de un padre, que teniéndonos una a la otra bastaría; así fue hasta que cumplido mis 19 años ella enfermó y su diagnóstico decía que era incurable.
El día de su muerte tendida en su cama, me sonrió y extendiendo su mano con las cartas me dijo:
- Eres casi tan terca como yo mi niña; yo tuve que ir hasta la cuidad para darme cuenta que Bello monte era mi felicidad, lo que yo buscaba…ya eres una señorita, es hora que tú salgas y veas el mundo afuera, es hora que tú también hagas tu elección; no importa cual fuera, yo siempre estaré contigo.
No pudo decirme nada más, nada acerca de mi padre o la historia de su amor, ya que en seguida deliraba en fiebre; supuse que la respuesta a mis preguntas estaba en aquellas cartas.
La tristeza y la soledad invadieron mi ser, no supe qué hacer, más que huir y abordando el primer tren que partía de Bello monte, huía sin rumbo alguno; viendo por mi ventana la vista que me recordaba a mi madre, mi mente estaba llena de preguntas pero también de esperanza. Aunque la tristeza por la muerte de mamá continuaba latente, no derramé ni una sola lagrima desde su funeral, mis ojos parecían haberse secado al igual que mis sentimientos con ellos.
Al escapar tan repentinamente no tuve la oportunidad de revisar el contenido de las cartas, así que me dispuse a hacerlo. Las cartas parecían hechas meticulosamente con letras adornadas, todas escritas a pluma y tinta, en un papel amarillento y de un grosor considerable. Todas eran dirigidas solo a mamá, no mencionaban mi nombre u otro dato al respecto, por lo que supuse que mi padre no sabía de mi existencia, las palabras escritas estaban llenas de cariño y de dulzura.

Querida Tamy
Paseando por los jardines el suave perfume de las flores me recordó a ti, me tomé la libertad de recoger una de ellas para depositarla en mi cuarto como un recordatorio tuyo; la flor se ha secado y debo recoger otra, me pregunto si habrá jardín lo suficientemente grande para llenar el vacío que has dejado en mí. Hoy las flores me recuerdan a ti, mañana el sol, el viento y todo a mi alrededor gritará tu nombre. Espero encuentres tu felicidad, así como yo encuentro el gozo en mis recuerdos al pensar en ti.
Con amor, tu eterno caballero

Reinado de Alberto II, Cromeldi.

Cada carta estaba llena de poesía, “tu eterno caballero” parecía un código utilizado que solo ambos conocían, además al pie de cada carta estaba la misma frase: Reinado de Alberto II, Cromeldi. Todo esto me hizo llegar a la conclusión que el amor de mamá y aquel hombre era prohibido, por eso el código; a juzgar por lo elegante de las cartas y la redacción, mi padre era un rey. Mamá no le dijo de mi existencia porque sabía que un hijo fuera de la realeza no sería bienvenido y sería fuente de muchos problemas, sin embargo yo quería conocer a mi padre, hacerle saber de la muerte de mamá y encontrar un hogar al cual pertenecer, una compañía a la tremenda soledad que sentía; Cromeldi era la ciudad a la que me dirigía y buscar al rey Alberto II es mi misión.
Romivi19 de junio de 2015

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