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Llanto de la Hermana (segunda Parte)

El caminante se dibujaba oscuro sobre el brillo de un sol derrotado por la desazón. Sentado en su silla, aquel misterioso visitante se asemejaba al rostro del inquisidor, el reflejo de una hipocresía traidora que disfraza con luz su oscuridad más perversa. Marius trataba de observar con gran esfuerzo al extraño que tan alto parecía ser, a pesar de estar sentado en el otro extremo de la celda; sus viejos ojos, cansados y maltrechos de vivir entre imágenes de odio, volvieron una vez más a deformar la realidad, y entonces el pobre hombre habló.

-Tyrael... Sí... Ahora te reconozco. Debí imaginar que viajarías disfrazado.~Los huesudos dedos temblaban al son de su voz~. Nos... Nos vigilan... ~No podía evitar mirar agitadamente a todas partes, temeroso de que en cualquier momento apareciese Diablo para arrastrarlo hacia el averno.
El caminante parecía no escuchar.

-Te he estado buscando durante mucho tiempo, Marius. Estaba empezando a pensar que no querías que te encontrara.

-Perdóname, Tyrael. Por favor... No. No fue culpa mía.

-¿Que no fue culpa tuya? ~Replicó inclinándose hacia él~. Dime, Marius, ¿cómo es que no fue culpa tuya?

El anciano tuvo una fugaz sensación, había una letal mordacidad en ese hablar tan sutil del que hacía gala su acompañante. Eso no le gustaba, es más, le hería, y sus ojos se humedecieron sin llanto.

-El vagabundo. Sí. ¡Fue él! ~Inhaló el polvoriento aire antes de dejar que los viejos recuerdos acudiesen a su memoria~ Fue el vagabundo...
Ruru25 de octubre de 2008

1 Comentarios

  • Nigth14

    me ha gustado..poco a poco me adentro m?s en esta historia. saludos!!!

    25/10/08 05:10

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