TusTextos

El Día que Carolina Grimaldi Dejó de Ser mi Musa

Me confieso católico
y un poco romano,
que aunque sea de Oviedo,
de niño jugaba a la peonza
y solo había dos bandos:
cartagineses y romanos
y siempre fui de los Escipiones,
Aníbal, era un jugador del Valencia
y una maldición para el Oviedo.

Era el único juego al que ganaba
—con una pequeña trampa—
la punta de mis peonzas
estaban fabricadas
en la Fábrica de Armas de la Vega
por mi abuelo
con acero alemán
muy bien templado
frente al ferrón rústico
con forma lanceolada
que usaban la familia de los Barca.
Era como jugar
con Ronaldo y Messi
frente a unos cosacos
con resaca.

“Dirígela tras contar seis segundos
a medio centímetro del centro de madera
de la pirámide truncada
y si no se inclina mucho
la partirás en dos, además de sacarla
de la cancha”
Palabras de mi abuelo
capitán de armamento
y profesor de cálculo y geometría
además de mi mejor maestro
en la ironía.

Y en el primer frente a frente
un cartaginés que me doblaba en dos
la altura
y bíceps de jugar al billar
en vez de ir al Instituto
le di tanta pena que
ni quiso echar a suertes
quién iniciaba el primer ataque
y me dio la ventaja de poner su peonza
a rodar sin mucha fuerza
teniendo que reducir a cuatro los segundos
antes de desenrollar la cuerda
pasando de 90 a 170 grados
al extender el brazo y antebrazo
aplicando la ley que aumentaba la fuerza
de mi masa muscular
más bien escasa.

Debía parecer Don Quijote dirigiendo su lanza
contra los molinos de viento de La Mancha
o un David de opereta frente a Goliat.
Lo recuerdo como si fuera hoy
después del pequeño giro a mi muñeca
un golpe seco en la arboladura
y aquella nave
de Cartago
se abrió como una nuez
un pedazo en la cancha
y el otro saltó el pequeño muro
que separaba el instituto Alfonso
de la calle.
Pero la suerte nunca fue mi aliada
y la victoria paso a ser amarga
el ferrón deslustrado abolló
la puerta de un coche allí aparcado
y encima su dueño
trabajaba en un juzgado.

Tardé un mes en volver al frente
cumpliendo el castigo
familiar impuesto
rebajado a la mitad
tras apelar mi abuelo
a las leyes del azar
y anduve con cuidado
hasta que cansado de ganar
y sin rivales que quisieran intentarlo
olvidé la peonza.

Busqué otros juegos
desde el parchís hasta la oca
donde todo eran derrotas
Y solo en Montecarlo ,
muchos años después
volví a ganar
esta vez fue en la ruleta
1800 francos
de los de un franco
a catorce pesetas españolas
antes de que Carolina
dejara de ser mi musa
al irse con Junot y no responder
a ninguna de mis cartas
(que se puede esperar
de una familia de piratas)
que dejé a un funcionario
del Palacio Grimaldi
sin abrirme ni siquiera la verja

Otra derrota.
casi un resumen de mi vida.
Sandor24 de septiembre de 2015

2 Recomendaciones

6 Comentarios

  • Paulitinamente

    Oh Aníbal el tuerto !
    Jamás de los jamases acorrales a un Escipión ,pues bien es sabido que cuando están contra las cuerdas se vienen arriba y salen victoriosos de la situación es más desesperadas !!!

    Un abrazo de Caya Paula Augusta.

    24/09/15 02:09

  • Beth

    Bah...¿para que Carolinas? Aunque es verdad que todavía está de buen ver, como decían en el anuncio de detergentes de hace tantos años, mejor una asturiana. Donde va a parar. Me has hecho reír. Un beso

    24/09/15 04:09

  • Sandor

    Paulitinamente...tienes razón,y además tuvo valor para escribir un epitafio en su tumba despreciando a los políticos(no nada nuevo bajo el sol): "Patria ingrata,no posees ni siquiera mis huesos".
    Un abrazo de Cornelio.
    Carlos

    24/09/15 04:09

  • Sandor

    Beth, una vez que cayó el mito me desinteresé. Recuerdo perfectamente al funcionario que casi me manda fusilar ..pero me dio su palabra de entregarle una carta. Más se perdió ella ja ja.
    Un beso
    Carlos

    24/09/15 04:09

  • Norma

    carlos, la verdad que hay palabras que no entiendo, pero me has hecho reir
    cosa que últimanente no hago muy seguido.
    un abrazo cuidate

    24/09/15 09:09

  • Sandor

    Nirma...Gracias, no sé si te refieres al juego de la peonza o trompo (un juego muy popular entre los chicos
    ...nunca vi a una chica jugar a la peonza).La peonza era dr madera y forma y tamaño similar a una pera
    pero por extrmo final posee una púa de hierro (acero en mi caso...de ahi la trampa
    Para girar la peonza se enrollaba a una cuerda por la parte contraria a la púa y luego se lleva hasta la punta o púa, enrollándola casi hasta la mitad del trompo y con el extremo de la cuerda que quedo libre, lanzabamos la peonza hacia el suelo para conseguir qur rotara sobre si misma manteniéndose erguida y en definitiva bailando en el suelo.Los jugadores marcabamos un círculo en el suelo de dos metros de diámetro..
    Luego cada jugador tiraba sobre el centro del círculo su peonza la vez que con la cuerda procurabas llevártela fuera del círculo marcado. Si lo conseguías estupendo ya habías ganado, en caso contrario, tenía que dejar que la peonza se parase. Si al pararse quedaba dentro del círculo, los demás jugadores tiraban de nuevo su peonza para hacerle una muesca con la punta afilada de ellas.Si con uno de estos golpes se conseguía sacar del círculo, quedaba libre y terminaba el juego. Yo..con aquella arma de destruccion masiva que me fabricó mi abuelo era invencible.
    Al menos te hice reir que es muy sano.
    Un beso
    Carlos

    24/09/15 11:09

Más de Sandor

Chat