Permítame observar el alba a través de sus ojos, contribuir con el penetrar del sol en su rostro, sostener su mano al toparnos con el crepúsculo. No anhelo ser tu aurora, sin embargo, calma mis ansias de ser quien complique tus madrugadas. Llenaré de orden cada amanecer, continuaré a tu lado al descender el día, incluso, cuando la luz se haya marchado, besaré tus tristes pasos recordándote que la luna no tardará en florecer.
Colisionas mis huidas con tus labios, empapa de sinfonías mí andar, proporciona vida a tan fugaz sentimiento, arde de forma sin igual en este pecho clandestino, quédate, a pesar de mis defectos, respira el polvo de mis virtudes, consume mis agrias palabras. Resplandece en la oscuridad de mis pensamientos, redarguye en aquellas oraciones pronunciadas, queriendo ser parte del río de mis mejillas, camina a través de sus piedras sin tambalear.
Pretendo endulzar vuestra partida, proporcionado diminutas tazas de sollozos, que rebosaran sobre tu boca como colosales versos y mantendrán el fluir de todo aquel sentir indeleble, anunciando el retorno de mi mirada. Colmada de ingenuidad desenredé tus alas, seduciendo tus miedos, haciéndote libre, de ti, de tus demonios, de mí, de mí desasosiegos. Percibí que en tus discursos aún dilataban cicatrices, desmanché aquellas heridas roseando sobre sí persistencia y sabiduría. Mantuve el fuego de tus intuiciones, logrando que observases la empatía desde otra perspectiva, para así ocasionar un giro en el dolor de tu memoria, vertiendo recuerdos sublimes en cada pliego de tu tez.
Aquí me tienes, desplomándome más fácil que la arena entre tus dedos, ahogándome de alguna forma en el final de tus sueños, necesitando ser autónoma de nuestra historia, pero, confesaré el motivo de mi permanencia a tu diestra y es que tu sonrisa cautiva cada letra que por los momentos no he declarado, y embriaga los límites de cualquier ficción sugerida. Continúa alimentando mi alma de todo lo que preciso oír, iluminando el recorrido de mis pies, esta vez no pretendo ser quien resplandezca en nuestra época, tan solo capturaré las estrellas para ti, para acogerlas e impregnarlas en cada postal enviada.
Cuando sientas mi calor escondiéndose bajo tus brazos, desnuda cada fibra de mi existir, complementando mis pecados no cometidos y desata de mi mente todo lo que era, lo que fui, destrozando por completo los fraccionados segundos de ausencia. Me basta con asimilar mi convivencia a tu lado e imaginaré un sinfín de lloviznas perplejas, de nubes creadas por el café, te amo desde aquí y lo haré hasta donde estés.

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