No Habría Corazón En la
Garganta.
Nuestro callejón estaba frío, nos temblaban los dedos al liar todos aquellos cigarrillos, nos podían las ganas. Te observaba colocar el filtro suavemente, te mordías rítmicamente el labio inferior. Quién sabe cuántas horas pasaron... Solo recuerdo la respiración entrecortada por el frío y tus manos heladas congelando las mías. Nunca quise decir nada que no pudieras ver tu misma.
Creía verlo todo reflejado en tus gestos, los abrazos fuertes, los silencios y las peleas absurdas con cualquier pretexto, sólo para notarnos un poco más cerca, pero sin romper la barrera por completo. Ahora te echo de menos, más de lo que nunca podrías imaginar, nunca hubo nada serio, no más serio que la amistad, con algún que otro gesto de cariño algo especial, pero al fin y al cabo, nada es más importante que el cariño, y sé cuanto me querías. Intenté callarme, pero si no lo intentaba, ¿cómo lo iba a saber? Un día dije algo, dije más, dije demasiado. Y tus respuestas daban saltos, no tenían coherencia, y lo más bonito del mundo en sentir eso que nadie más que tú puede entender.
Explícame por qué decir hola, para acabar diciendo adiós.
