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Hijos Del Pecado: Capitulo 2

El sol se asomándose por la ventana despertándome antes de que lo hiciera la música. En ese momento me costaba entender que estaba en un lugar distinto después de veinte años. Si es cierto que debía de haber llegado a la carrera hace tres años pero por mi cabezonería nunca fui amigo de los estudios, aun así siempre tuve cualquier objeto lleno de cultura entre mis manos, desde libros viejos y nuevos hasta discos de música. Pero lo importante era que había llegado a aquel lugar donde tantos quisieron ir para ilustrarse y acabaron sin saber que hacer en este mundo. Pero yo era el único caso en que entraba ya sin saber donde ir y aun así me arriesgo a venir ha este lugar en busca de razones sobre mi vida. Me levante de primera intentando que el recuerdo de los días anteriores no me influyeran, puse uno de los discos que había sacado de las cajas y me aliste sin preocuparme mucho por la estética. Desayune leyendo varios artículos por internet y evitando entrar en cualquier red social para no recordar todo aquello de lo que intentaba huir. Al terminar cogí al tempo de las agujas de reloj un bolígrafo y papel, y marche para la facultad.
Mi suerte era que me encontraba a unos metros de aquella facultad de psicología donde destacaba unas grandes escaleras y donde poca vegetación había a su alrededor. Gran multitud por los alrededores del edificio, gente joven con una vitalidad que provocaba un gran brillo en sus ojos. Pero no podía faltar esos enamorados a los que intentaba no observar para no recordar, el problema era que sabía que estaban allí y los recuerdos brotaban. Empecé ha recordar los grandes momentos con Laura y me perdí en mi mente hasta que note chocarme con alguien y caer al suelo. -¿Estas bien?- me dijo una joven con voz aguda.- ¡No me he dado cuenta, iba viendo el paisaje…. y…. lo siento! Era una chica morena de pelo largo que le llegaba hasta las caderas. Aunque el choque provocase que los dos nos cayéramos al suelo, ella tenía una sonrisa de punta a punta. Le brillaban sus ojos verdes donde podría ver mi reflejo como si de un propio espejo se tratara. Observe que vestía con una camisa roja y unos vaqueros azules, unas zapatillas negras con detalles blancos y un adorno blanco en el pelo. En su manos un archivador negro llenos de folios y un estuche pintarrajeado con varios nombres de distinto color. -Estoy bien.- Dije sin saber cómo reaccionar.- La culpa es mía que estaba pensando en mis cosas y no me he dado cuenta. -Suele pasar.- Me dijo ella sonriendo.- Espero que fuese algo bueno. -Lo era anteayer, hoy no.- le dije bajando la cabeza. Ella se quedó sorprendida, cogió sus cosas y marcho por las escaleras que daba a la puerta de acceso. Quizás había sido un brusco o a lo mejor no había entendido mis palabras, pero en ese momento no sabía como reaccionar con todos los recuerdos que me torturaban. Me había dejado mal sabor de boca ese momento y me empecé a avergonzarme por mi conducta. Decidí entrar en la facultad y buscar la clase donde recibiría todas las lecciones. Los pasillos estaban llenos de luz gracias a los grandes ventanales. Las puertas de madera reflejaba la luz y los colores claros ayudaban a dar ese brillo mágico. Llegue a aquella clase medio vacía que me sorprendía tras ver la multitud que había en la calle. Observe para analizar los distintos sitios de las mesas. Me situé en lo más atrás a la derecha para no tener que relacionarme tanto en estos momentos de tormenta. Cogí un folio en blanco y empecé a dibujar para perder este tiempo de espera. Con un bolígrafo empecé trazando líneas en el papel para representar un paisaje forestal, arboles grandes con mucha cantidad de hojas, animales yacidos de estos árboles como pájaros libres o ardillas que se alimentan de bellotas. Reflejaba en ese folio un lugar donde quería escapar, donde ser libre, un lugar donde pueda aislarme para no ser más torturado. De repente escuche como la silla de mi lado izquierdo se movía produciendo un sonido agudo desagradable. Gire la cabeza para observar quien era la persona que se sentaría a mi lado, en ese momento para mi sorpresa era aquella muchacha con la que me choque en la entrada.
- Hola.- Dijo en voz baja y con nerviosismo.- ¿Te importa si me siento a lado tuya? - No.- Le mentí pero entendía que ella tenía el derecho a sentarse donde quisiera.- Eres libre de sentarte donde quieras. ¿Por qué me debería de importar? -No lo sé… quizás por la razón de que nos chocamos antes y estarías enfadado.-Dijo ella -Fue culpa mía.- Le respondí.- Si no hubiese ido pensando en otras cosas. Además son cosas que pasan así que no siendo sincero sería un idiota si me enfadara por ello. -Yo también tuve culpa por que me aislé en mis pensamientos.- Me dijo ella.- Se puede decir que los dos tenemos culpa. Un silencio entre los dos se hizo, ella observo en el dibujo con gran interés. Yo intente volver a él aunque ella estuviese pendiente de lo que hiciese. Era mucha casualidad que la chica con la que me choque en la puerta fuese a la misma clase que yo y que se sentara a mi lado. Me sorprendía este momento de casualidad que parecida sacada de cualquier serie de televisión o de una película cursi para adolescentes llenos de hormonas. -Perdona por molestarte.- Me dijo.- Pero no he podido para de observar el dibujo. -¿Que le pasa al dibujo?- Le pregunte. -Los árboles, - dijo ella- parecen que están apagados, sin vida. -¿Y qué?- Le pregunte un poco mosqueado.- Es un dibujo, creo que eso no importa. -La educación no es lo tuyo.- Me dijo con un tono enfadado.- Yo solo intento relacionarme contigo, crear un bienestar entre compañeros y conocernos más. -Crees que importa mucho el conocernos si solo nos conocemos de hace unos segundos. -Somos una sociedad que necesitamos relacionarnos.- Dijo sin despeinarse.- Además si vamos ha ser compañeros de clase deberíamos de conocernos un poco más. Me salve por la entrada del profesor a la clase, por suerte no tenía que responderle porque al final no tenía ninguna respuesta para ella. Yo saque un folio mientras que ella su archivador negro. Mientras que yo tenía un bolígrafo negro ella tenía un gran estuche pintarrajeado y lleno de bolígrafos, lápices y subrayadores. Se notaba que ella era la típica chica que demostraba su pasión por aprender, esto lo notaba por el gran interés que le puso a atender a todo lo que decía el profesor. Del profesor puedo decir que era una persona alta con el pelo marrón y algunas canas que destacaban entre toda la cabellera, destacaba su bata blanca con la que más que un profesor parecía un medico a punto de operar. Se movía más que un niño con insomnio, hablaba con gran rapidez que costaba enterarse de todo lo que hablaba y en algunos momentos se paraba como si se hubiese quedado congelado.
Tenía la suerte de que era solo unas dos horas de clase ya que solo era una presentación. Fue acabar y ella no tardo en girarse unos 90 grados para hablarme. - Quiero pedirte perdón En ese momento me extrañe, paso de ser un poco acosadora ha ese estado de sentimental típico de una niña. Vi que agachaba la cabeza y que su sonrisa había desaparecido mágicamente. - Quería pedirte perdón por que he visto que he sido muy brusca en todo esto.- Dijo con esa voz baja.- El problema es que no conozco a nadie y me gustaría poder tener alguien para hablar y no sentirme margina en este lugar. En ese momento entendí que ella no era tan distinta que yo, tenía el mismo miedo a la soledad que yo. La única diferencia es que ella estaba llena de vitalidad y yo había decaído en una depresión por una ruptura con mi musa. Los dos nos habíamos quedado solos, sin apoyo, sin amigos y entendí que mi comportamiento más que ayudar lo único que hacía era dar más oxígeno al fuego. - Quizás fui muy brusco desde el primer momento que nos conocimos.- Le dije.- Tienes que saber que estoy en un mal momento. - Y yo – dijo ella – pero entiendo que quizás no sea la única que está sola en este juego. - Todos hemos dejado muchas cosas atrás con tantos recuerdos.- Le dije mirándola a los ojos. – Yo he dejado a mis amigos, familiares e incluso deje a uno de mis mejores amores. Ahora estoy solo ante esta partida. - Quizás no. - Dijo ella.- Quizás nos podíamos conocer ambos y así los dos tendríamos con quien hablar, apoyarnos y podríamos aprovechar para estudiar juntos. Era la hora de replantearse todo con lo que venía desde el principio, dejar mi idea de aislarme para abrirme a una persona que conocí hace unos minutos. Si era cierto que me estaba convirtiendo en un antisocial y que este comportamiento haría que mi consciencia tuviese un conflicto con mis sentidos. - Vale.- Dije.- Tienes razón. En ese momento nos presentamos, ella se llamaba Salome y tenia 19 años, me conto que vivía en la parte norte de la ciudad. En ese momento cogimos las mochilas y salimos a la calle sin decir ninguna palabra. Era un momento un poco incómodo por mi parte pero ha ella se le había puesto de nuevo esa sonrisa que brillaba por su vitalidad. Fue salir de la puerta y ella que iba por delante separo, dio la vuelta y me pregunto:
- ¿Quieres venir a comer conmigo?
Sergy15 de enero de 2016

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