TusTextos

El Negro Macuá - Wengue, El Agua Dulce, la Iniciación (cap. 4)

Transcurrido algún tiempo después de que Vovó Joaquím nombró a mi abuelo como su sucesor, éste se ocupó de ir adentrándolo al mágico mundo de los espíritus y sus poderes, así como también indicándole cuando es conveniente llamarlos. Llegó entonces el momento propicio y fue cuando le anunció:
- Zezihno, hijo, se hizo el tiempo de que inicies tu preparación para reemplazarme… Ya mis fuerzas flaquean y las tuyas se engrandecen. Es preciso que el próximo plenilunio vayamos los dos, sin testigos, hasta el arroyo que corre más allá del sitio donde resguardamos a nuestros espíritus.
- Pero Vovó, y los “emplumados” ¿No correremos peligro al ir solos?
- Pues es un riesgo que deberemos asumir, es necesario llegar a ese arroyo, llegar a Wengue, la fuerza del agua dulce. Debes estar en unión con este espíritu de pureza entrando en sus aguas y, al salir de ellas, estarás dignificado para recibir mis fuerzas.
Vovó Joaquím, para llevar a cabo su cometido, debió pedir al amo les permitiera ausentarse de las barracas durante tres días e internarse en el monte, Joao Alves, intuyendo las razones de Vovó y por el afecto que sentía por aquel anciano, permitió la ausencia de ambos, no sin antes exigirles el regreso en el tiempo pautado, previniendo cualquier intención de fuga.
En vísperas de luna llena partieron al atardecer, iniciando el sendero que los llevaría al monte saludaron a Mañunga, solicitando protección para el camino. Al llegar al árbol del tronco hueco Vovó Joaquím tomó algunos elementos y así retomaron el camino al encuentro con Wengue, el agua dulce.
Cuando la luna estuvo redonda iluminando el cielo arribaron a orillas de la mansa corriente de agua. El anciano “presentó” a Zezinho ante Wengue. Ceremoniosamente lo invitó a entrar en las aguas, Vovó se arrodilló e hizo que se recueste sobre sus brazos, sumergiéndolo y elevándolo para que el agua recorriera todo su cuerpo, pidiendo a Wengue su purificación.
Luego de un rato en el agua, Vovó lo llevó a la orilla donde lo hizo sentar mientras se dispuso a elaborar una suerte de lecho, armado con hojas que tomó a Katende para que se recueste en él, y una vez allí comenzó a cubrirlo con mas hojas.
A su vez colocó una vasija en la cabecera del lecho con los elementos que había buscado en el hueco del árbol.
Rodeó el cuerpo con candelas y se sentó a un lado del lecho.
Zezinho sintió que un profundo sueño se apoderó de su consciencia y se dejó llevar por él.
Entre sueños veía el rostro de Vovó y escuchaba frases murmuradas en su oído.
Para cuando despertó, instintivamente quiso incorporarse pero Vovó se lo impidió.
- ¿Dónde estoy, Vovó? ¿Qué ha pasado?
Sonriendo, el viejo le contesta:
- En el mundo de mis antepasados y el de los tuyos… ¡es allí donde estás!
- ¿Y cómo es eso?
- Ahora no importa, ya entenderás… Lo primero en este momento es alimentarnos y eso es lo que haré pero, por favor, no te levantes. Debes permanecer allí hasta que yo te lo diga.
Para Zezinho esto no tenía mucha lógica, aún cuando una sensación de letargo lo hacía permanecer así.
Vovó lo alimentó y volvió a caer dormido casi de inmediato.
En la noche, cuando su conciencia retornó, vio a Vovó sentado a su lado, quien le preguntó:
- ¿Tienes hambre, hijo?
- En realidad tengo mucha sed, siento la garganta seca.
- Ese es buen augurio, es natural que así sea y significa que todo está saliendo bien. Haz regresado del mundo de los espíritus.
Le acercó un guijarro con agua, advirtiéndolo que la bebiera poco a poco. Nuevamente encendió las candelas alrededor del lecho y volvió a sentarse al lado de Zezinho quien le preguntó si se podía levantar a lo que Vovó le dijo que sólo podía sentarse, que la noche era larga y que, a partir de ese momento, comenzaría lo verdaderamente importante.
Fue entonces cuando Vovó le entregó un palo de alrededor de un metro, sacó un cuchillo e hizo una marca en la madera y enseguida realizó la misma marca en el cuerpo de Zezinho y así, una tras otra, hasta un total de siete marcas distribuidas en distintas partes tanto del palo como en su cuerpo. Cubrió las marcas sangrantes con cenizas y comenzó a hablarle, a la luz de las candelas y la luna. Sumergidos en la conversación y faltando poco para el amanecer se percataron de ciertos ruidos y movimientos provenientes de la otra orilla del arroyo. Un miedo inmenso los invadió.
- Vovó! Los emplumados!
- Tranquilo, haz silencio. Puede ser un animal…
Apagaron rápidamente las candelas, permanecieron quietos y oteando en la oscuridad. La luz del alba les permitió divisar las siluetas de varios hombres moviéndose sigilosamente por la orilla. Conteniendo la respiración, observaron a aquellos emplumados hombres mientras tendían sus trampas para cazar a los incautos animales que se acercaran a beber agua. Luego los vieron adentrarse en el monte y allí desaparecer.
Recuperando el aliento ante el peligro que vivieron, sabiamente Vovó decidió recoger todo y trasladarlo al claro donde resguardaban a sus espíritus, cerca de la hacienda, buscando mayor tranquilidad y menos riesgos para continuar con la iniciación…
Shangobakun05 de enero de 2009

2 Comentarios

  • Danae

    El comienzo del ritual de iniciaci?n de Zezinho me ha transportado a un mundo de m?gica espiritualidad, volvi?ndome a la realidad la crueldad de los emplumados... Muy bien, Shango. Espero la continuaci?n ...

    05/01/09 04:01

  • Nemo

    Interesante lo que sucede con Zezinho... Un ritual que me ha sumergido de lleno en una atmosfera on?rica... Sigue bien... vamos por el otro cap?tulo...
    Saludos!

    24/01/09 06:01

Más de Shangobakun

Chat