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Cambiar El Mundo

Y un día nació.
¿El que cambiaría el mundo?
Bueno tanto no supo decirse o mas bien nadie quiso arriesgarlo. La del rulero dio, con voz autoritaria, su parecer:
- ¡Otro crío más! Ese vago lo único que sabe hacer es embarazar a esa pobre diabla.
- ¿Nació? Otro condenado al fracaso. ¿y qué querés? Con el borracho ese de padre muy lejos no va a llegar, dijo la de la escoba.

Pero a él no le importó. Decidió nacer, el hijo del borracho y de la pobre diabla. El nieto de aquel otro borracho y esa otra pobre diabla.

Pero también nació el padre de estos otros que crecieron. Estos que hoy son los hijos del prestigioso doctor. Estos que hoy lloran al abuelo borracho pero bonachón.

Nació el doctor que atiende a los del barrio. El doctorcito que no les cobra. El que les consigue colchones a la del rulero y a la de la escoba. El que las visita para escuchar sus quejas y letanías y toma mate con esas viejas, como si fuera su nieto.

Nació ese que enamoró a esa, que todos dicen que es una bruja. Cómo un tipo tan bueno con alguien tan mala.

Nació el abuelo de esos nietos que corren a abrazarlo. El menor de esos ocho hermanos. El asador de la familia. El jodón del grupo. El temeroso de la oscuridad. El curioso. El medido. El malísimo jugador de pelota. Ese que habla inglés, el único en el barrio. Ese que es uno más, o tal vez uno menos.

El que un día dijo:
- Esto no puede ser. Así no se puede seguir.

El que otro día se fue, para no volver. El que nunca volvió, después de haber partido.

Nació el que un día llegó, al otro lado del mundo. O mejor, el que llegó al peor lado del mundo. A ese que no ve al otro lado, porque no quiere mirar.
Y se quedó, porque había nacido del otro lado del mundo. Porque no podía ver cómo de este lado no se estaba como en el otro.

Nació este que cree que puede cambiar el mundo. El que lo grita a viva voz, ahora de este lado, del lado que no se escucha ninguna voz.

Nació el que grita:
- ¡Aquí estoy! Vengan a verme. ¡Aquí estoy!

Nació el que un día todos dieron por perdido. Nació ese que iba a morir gritando del otro lado del mundo:

- ¡Aquí estoy! Vengan a verme. ¡Aquí estoy! Vengan que podemos... cambiar el mundo.

El que murió del otro lado del mundo, gritando el olvido.
Nació para morir, como mueren todos los que nacen. Tardó tanto en nacer, que pareciera no haber partido.
El hijo de aquél borracho y de esa pobre diabla, eligió nacer sabiendo, que naciendo no cambiaría el mundo... pero después de su partida, el mundo ya no fue el mismo, se dijo.
Siluetaoculta29 de marzo de 2013

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