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Tal Vez

En un viejo cajón y debajo de mucho polvo encontré un catálogo de principios a seguir para conseguir el éxito deseado, tal el título de aquel enunciado. Los principios eran diez, pero no eran mandamientos, sino mejor, directrices delineadas para el devenir de cada individualidad. Comencemos pues, por el principio como diría mi maestro de primer grado.

1 – Sea flexible. Nunca entendí muy bien qué quería decir eso. Ayudó a confundirme el agregado a modo de reseña explicativa que contenía cada ítem de la lista que nos incumbe, el cual recitaba: cambie, adáptese. Comprendí que sería tarea ardua vivir bajo la norma de diez principios cuando el primero de ellos deja nuestra nave sin anclaje. Lo que debes hacer es adaptarte, cambiar, ser flexible nos dice. Sigamos.

2 – No tema: todo tiene solución. Aquí me detuve a pensar que si todo tiene solución, no existen problemas a los que temer. Pues entonces a lo que temo no es al problema, sino a la solución me dije.

3 – Sirva y ame: es el camino. Sirva y ame...sirva y ame. Ok, lo he hecho me dije. ¿lo hice?, me pregunté.

4 – Viva sus días de a uno: no cuente los que pasaron ni piense en los que vendrán. Imposible, ¿quién puede vivir así?

5 – Viva con libertad: sea libre. Ni me detuve a pensar en este principio por no caer en la cursilería de definir la libertad ni muchos menos, al venir a mi mente conceptos vagos como manejar mis tiempos o viajar.

6 – Proteja su valor: cuide su valía, no menoscabar lo más preciado. ¿se refiere a mi autoestima? ¿Cuál es mi valía? Era mucho esfuerzo pensar esto para mí. Marx o algún otro seguro lo pensó me dije. ¿O no se refiere a un concepto material? Pasemos a otro mejor.

7 – Crea: tenga fe. Confieso que hasta aquí ya venía haciendo algún esfuerzo motivado en la curiosidad de terminar la lectura de estos principios pero en este punto pensé que ya era suficiente. Tenga fe...tenga fe. ¿en qué? Intentar responder esa pregunta para un ser tan limitado como yo derivó en un abismo que provocó un silencio tan profundo en mi diálogo interno que decidí leer en voz alta la próxima máxima.

8 – El fracaso no es la ausencia del éxito: es su primer paso. Ahhh pensé. Es decir, si fracasé no fui un mamerto, fui un peregrino o algo así.

9 – Pregúntese si alguna vez, y cuántas veces en caso de responder afirmativamente, fue consciente que vivió siguiendo los ocho primeros principios: nunca deje de hacerse esta pregunta de ahora en adelante. Tuve que leer otra vez los primeros ocho principios y no pude contar muchos momentos de mi vida regidos por ellos.

10 – Si no pudo responder la pregunta del noveno principio, cada vez que sienta que no puede o que fracasó, recite el siguiente enunciado:

"Se flexible, no temas. Servir y amar puede ser la solución a todo. El camino de la vida te llevará a vivir los días de a uno, inevitablemente. En ese devenir, se libre y protege tu valor más preciado: tu libertad. Ten fe y pregúntate cuántas veces más fracasarás para entender que solo serás exitoso si crees que puedes lograrlo, en lugar de pensar que puedes serlo. Finalmente, nunca te quedes en el primer paso."

Desde aquel día que abrí el cajón del escritorio de mi padre, durante un tiempo no pude dejar de preguntarme cómo habrían sido mis días si en todos ellos me hubiera recitado el enunciado final de estos principios. Como tantas otras cuestiones que se leen por allí, pensé que se trataba de una cursilería. Pero quien sabe, quizá todo habría sido distinto. Tal vez lo fue.
Siluetaoculta01 de abril de 2013

2 Comentarios

  • Carolline

    me quede pensando en el segundo principio: si todo tiene solución, no hay problema posible, y en tal caso como mencionaste, hay que temerle a la solución...un problema nuevo diria...
    yo me quedo con el número 8...
    De un papel sacaste muchas conlusiones, estuvo lindo "leerte"pensar. saludos

    01/04/13 09:04

  • Siluetaoculta

    Gracias por tus comentarios, fue lindo recibirlos. Saludos.

    02/04/13 12:04

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