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Tregua

Eran poco más de las 3 AM. Decidí servirme un café, resguardándome del frío en mi pequeña caseta. Prendí mi lámpara que se encontraba sobre el escritorio y me frote las manos, a un costado se encontraban las llaves del edificio. Mientras le tomaba pequeños tragos al café, pensaba en aquel libro que alguna vez había leído durante mi juventud. Recuerdo que era de Mario Benedetti, reflexionaba que aquella historia de alguna manera se había hecho presente en mi vida. Le estaba sucediendo lo mismo a un compañero de trabajo, él cual debería de estar cuidando las oficinas que se encuentran cruzando la calle, el caso similar a la obra que él vivía me parecía curioso. Ya había escuchado esta historia antes, le comenté alguna vez. Mientras el humo del café pasaba frente a mis ojos, intentaba recordar el final del libro pero por más que pensaba no conseguía acordarme. Decidí entonces coger las llaves y dirigirme a la biblioteca universitaria que cuidaba. Agarré mi chamarra que estaba reposando en el respaldo de mi silla, di un último trago al café y salí de mi guarida. Tendría que encontrarlo rápido,pensé, sólo lo leería esa madrugada mientras terminaba mi guardia y lo regresaría al amanecer, antes de irme. Me adentré en el edificio, encendí mi pequeña linterna y camine hacia los estantes donde se leía un letrero que decía literatura hispanoamericana. Empece a sentir mas frío que afuera, pensando que quizás alguna ventana del edificio se encontraba abierta, dejando pasar los aullidos de los perros y las diversas sirenas de policías que manejaban a gran velocidad para combatir el crimen, o alcanzar a comer la última dona del autoservicio. En fin, seguí buscando el libro con mi linterna y me percate que estaban acomodados por la inicial del autor, actualmente me encontraba en la letra ‘’J’’, en un libro de José Agustín. Rápidamente caminé hacía la ‘’M’’ buscando por mi autor, sentí que un viento helado recorría mi nuca hasta provocarme un tremendo escalofrío que me desconcertó por un instante. Finalmente di con el blanco, ahí estaba, mi obra preferida: La Tregua de Mario Benedetti. Lo cogí por la pasta y me quedé un segundo observando la portada y la contraportada. Era hora ya de regresar a mi escondite y empezar a leer con un café que seguramente estará congelado por el clima. Mientras caminaba por el pasillo iluminado por mi linterna, logré ver de reojo un movimiento a mi derecha, por lo que me hizo voltear instintivamente, pensando que se trataba de algún maleante o estudiante rebelde. En una mesa, de las tantas que había, se encontraba una niña leyendo un libro. Pelo castaño, vestido blanco y descalza. Me pareció muy extraño. La luz de luna que entraba desde la ventana justo atrás de ella, le iluminaba el pelo más no la cara. Sentí un frío tremendo en las manos, apague mi linterna sin pensar y seguí mi camino a la salida sin dejar de ver a aquella pequeña leer. Cuando me encontraba afuera del edificio cerré rápidamente la puerta y corrí hacia mi caseta. Al pasarme las manos por la cabeza y reflexionar un poco sobre lo que había sucedido allá adentro, me acordé que la razón por la que entré no estaba conmigo. ¿El libro? me pregunté, lo busqué en los bolsillos de mi chamarra sin encontrar objeto alguno. Me senté en mi silla reclinable dando un sorbo a mi frío café. No pude dormir y decidí esperar al amanecer. Intentando recordar aquél final….
Sirpablobernal07 de abril de 2016

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