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Hoy Lancé un Puñado de Brillantina

Hoy lancé un puñado de brillantina, me senté a esperar y sabiendo que realmente era imposible, aún tenía la esperanza, algo en mi me decía que la magia existía, que si creía lo suficiente iba a suceder, que tocarían a mi puerta y al abrirla estarías tu, por alguna razón, la que fuera, y que todo estaría bien… pero bien dicen que el tiempo no perdona, es una bestia que avanza firmemente, mirando de frente aniquilando todo a su paso a un ritmo constante y sin detenerse, que ni la suerte te podría salvar del tiempo decían… pero yo creía en ti, aún, quizá ese fue mi error, siempre creer en ti…

En mis manos atesoraba aquella carta que me entregaste en lo que fuera el último día que pasamos juntos, la había encontrado justo cuando estaba a punto de darme por vencido, de rendirme, en ese momento de mayor desolación cuando pensaba que todo había terminado, en un arrebate de ira destruyendo cada parte de mi, cayó en mis manos, escapando de un viejo álbum de recuerdos, al verla me senté en el suelo y me dispuse a vivir cada letra una última vez, ¿cuándo fue la última vez?, pensaba… ¿hace 8 años?, ¿9?... mientras la leía por última vez, era inevitable ir recordando cada momento, cada aventura, cada gloria, cada batalla, las perdidas y las ganadas, cada instante, cada kilómetro recorrido, cada lugar visitado, cada acción emprendida, cada locura, cada memoria, cada risa, cada lagrima, “aún recuerdas aquella broma?” decía en mi mente mientras platicaba contigo en mi cabeza y una pequeña sonrisa se formaba en mi rostro… “cuando lanzaba un puñado de brillantina y tu aparecías a mi lado? Como si fuera algo mágico…”, como si fuera algo mágico... repetí en voz alta sentado en aquel sótano… pero habían pasado ya muchos años… y las promesas también mueren de hambre, entonces, llegué al final de la carta:

“Yo siempre voy a estar ahí para ti, siempre que lo he dicho jamás ha sido de los dientes para afuera, siempre ha sido con plena conciencia de lo que te digo… recuerda, yo siempre voy a estar al alcance de un puño de brillantina”

Y en ese momento de fragilidad decidí, una vez mas, creer en ti, quise volver a creer en ti… el sentimiento era ya incontenible, un par de lagrimas dibujaban la silueta de mi rostro, había tocado fondo, estaba desesperado, quería algo de lo que aferrarme, era como si hubiese perdido la brújula para saber hacia donde dirigirme… ¿realmente me encontraba en ese punto?, que mas daba, exasperado busqué por toda la casa hasta toparme con un viejo cofre de madera lleno de polvo, lo abrí con gran ansiedad y frenéticamente comencé a arrojar todo lo que estaba dentro de el, hasta que por fin encontré lo que buscaba, era una pequeña bolsa, una pequeña bolsa con un puñado de brillantina, ¿por qué?, me pregunté, ¿por qué en ese momento mi corazón sintió que la luz de la esperanza regresaba?, “no seas tonto!” pensaba mientras mis manos aún se aferraban a aquella pequeña bolsa, me senté de nuevo en el suelo y coloque la brillantina en mi mano derecha… para ese momento ya estaba hecho un desastre, no podría controlar el llanto y no podía evitar soñar que una última vez las cosas estarían bien… que la suerte y la magia existen, que todo es posible… era increíble… toda una vida predicando lo que en ese momento me costaba tanto tomar como verdadero…

Cerré mi puño fuertemente al igual que mis ojos, y mientras creía, con todo mi ser una vez mas en ti, lancé un puñado de brillantina, observe como si la vida pasara en cámara lenta, el brillo de cada milímetro provocado por la luz reflejada en los diminutos pedazos de brillantina cayendo lentamente… y me senté a esperar… pero era demasiado tarde, la magia no existe y la suerte se acaba, creí en ti, pero no apareciste nunca, quizá ese fue mi error, siempre creer en ti.
Snakeiox14 de septiembre de 2015

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