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La Suerte


Esa suerte que antes tan fielmente la acompañaba, como tantos otros, la abandonó cuándo más la necesitaba.
Sentada, indiferente a sus palabras, envuelta y absorbida en sus engañosos pensamientos. La destellante luz del atardecer moría poco a poco junto a ella. Cada copa hacía arder su corazón en llamas convirtiéndolo en cenizas. Miraba alrededor y aun así no podía ver nada. Pinchazos sin descanso cubrían su incontrolable cuerpo des del interior, como un grito a pleno pulmón retenido entre la multitud. Ahogar las penas en alcohol. La belleza desapareciendo junto a su ser tras cada sorbo de un vaso ya medio vacío. Rodeada de personas invisibles. Se levantó como si un terremoto la hiciera tambalearse, como si pudiera ponerse de pie sobre el mar y balancearse junto al latir de las olas. Andando soñolienta y desconcertada, algo la empujó a salir del antro de mala muerte en el que se encontraba. Tal vez no debió de haber salido. La música de la radio era estruendo para sus oídos. La pelota del futbolín resonando a cada golpe la estaba enfureciendo. Y esa tristeza que la abrazaba y la acogía, la retenía y la cuidaba. No podía escapar. Paso a paso, como pudo y con sus últimos esfuerzos, abrió la puerta. Levantó la mirada al cielo. Las brillantes estrellas se escondían al ritmo de su andar por la calle. Entonces puso los pies en la tierra. Él estaba delante de ella. El mundo dejó de dar vueltas alrededor del Sol, para rodearlo a él. Los sonidos antes escandalosos desaparecieron ante el dulce sonido de su voz. Volvió a la realidad tan solo con ver esa mágica sonrisa que le hacía acelerar el pulso y la inundaba de felicidad, como una niña al recibir esa muñeca que con tantas ansias espera. Tal vez no debió de haberse ido con él. La luna guiaba el camino en una guerra contra la oscuridad de esa noche larga y fría de invierno. Estuvieron juntos hasta el amanecer.
Alguien la agarró fuerte y le dio la vuelta. Volvió entonces, esa suerte que una vez la abandonó, ofreciéndole su mano. Y es que la suerte ya la tenía presa, - ¿Que más se esperaba? Si le regaló su perfume y sus besos… a cambio de nada.
Snuff0718 de noviembre de 2015

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