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Lo Volviste a Echar a Perder

Escribía con la leche materna sobre la cara de aquel amante, desperdició las comidas nocturnas del bebé solo por momentos de calor y de mal aliento. El niño, en cambio, encerrado, sin girar en el espacio de su cuna; mejor se durmió, para evitar el hambre.

Llegué de sorpresa a las tres, a la hora muerta, para ver cómo ese bicho comía lo que mi hijo necesitaba. ¿De qué te ríes, perra? Te perdoné para fundar esta familia en las condiciones necesarias para poder presentarnos ante la sociedad, con los cientos de hombres que han comido todas tus secreciones vaginales y olvidar la vergüenza.

Pero esa cara de coraje y esa pregunta lo dice todo. Si esta es mi casa, aquí debo estar, si esta es la hora en que me haces pendejo, me vale madre, ya llegué y vengo armado.

Lo demás fueron estupideces, el cuchillo, el forcejeo y la huida de ese cabrón. La frase del perdón, las lágrimas austeras e hipócritas y la necesidad extrema de estar acompañada, cogiendo. Yo no doy lo suficiente como marido, pero no te falta nada. Así vas bien, gastándote lo de mi hijo con tus barbaridades.

Luego, a las seis, clareando el sol, la escuché abandonar la casa ridículamente, pues llevaba al pequeño. Otra historia de ficción hecha de realidad, pelear por el niño, en ropa interior a media calle. Opté por un chingazo en el hocico que la hizo sangrar y quitarle a nuestro fruto. ¿Qué le vas a enseñar? ¿A mamar vergas? No seas estúpida. De esto no hablaba mi perdón.

La cláusula de este compromiso está tirada, no importas ya, zorra jodida, me arrepiento de haberte querido, pero sobre todo, de haber intentado hacer de tí, una mejor persona.
Sodomita24 de julio de 2012

1 Comentarios

  • Martinamanuello

    Por lo que escribes, esta señora o pendeja, te iso mal, muy mal diría yo.
    Sigues con ella?
    Qué cuando la conociste nunca se te dio por conocer este lado de ella?

    24/11/12 08:11

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