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La Rosa Blanca

No encajaron entre la duda, se refugiaron bajo las luces que centelleaban frente a la brigada.

Deslumbraba la risa de la mujer que junto al hombre estaba, se reían como dos tontos esperanzados e ilusionados recordando todo el día el haber estado juntos. Sus miradas bajo el cielo oscuro, sin separarse se agarraron de la mano.

Ella, asustada, recordaba a su vez que problemas podía encontrarse por haber estado con él.

Él, se sentía envuelto en algodón y casi acariciando el cielo, agarrando con fuerza la visión que tuvo de si mismo junto a ella.

Todo cobraba sentido ahora con el cielo escampado. Dadas las bendiciones del destino el calor de sus cuerpos conectaban como palomas despegando su vuelo. Ciegos de amor permanecía la mente y la fibra del contacto con sus manos que como dioses llegaban a sentirse.
Siguieron detenidos arriesgo de sus inequívocas suertes. Bajo aquella penumbra enardecía el miedo de los dos amantes que desde hacia noches sus miradas desde lejos se encontraban. La lluvia había hecho crecer la ira. Como mirada que penetra la piel sintieron la del general que hacia ellos, estando juntos, caminaba cascando nueces.

Mientras, ella, apresuraba la huida de aquella rebeldía. Sostenía con gran anhelo a su guardia que cargando aun con las armas de fuego, corrieron fuera del campo de concentración. Despegaba su vuelo entre un jardín de flores silvestres y una barricada repleta de soldados que amenazaba por meses a centenares de mujeres. Escapando con mucha prisa el miedo los envolvía y lo que jamás esperaban sucedió, su cuerpo atravesado por una rosa blanca fue a dar al corazón de él. Derrumbada en llanto su enamorada, aprieta su cuerpo mientras la ceguedad de la noche no dejaba ver que a centímetros de ella lo que había sido su corazonada fue destruida por el arma de la gemela de la primera rosa blanca.
Sofia0910 de enero de 2016

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