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Encontrarte Sin Más

Las horas: momentos dedicados a recorrer su territorio preferido. En esta ocasión no necesitaba una razón válida para volver a él. Sentía sus manos acariciar sus mejillas deleitándose nuevamente, convirtiéndola en esos momentos en una niña llena de sueños irrompibles y dorados como el sol. Y es que no hay condena posible cuando somos sólo nosotros mismos, abiertos a otro ser, bebiendo de su alma.

En una playa inundada de luz recorrían sus lágrimas la orilla hasta confundirse con el agua salada que irritaba profundamente el corazón herido, atrapado en un soliloquio insoportable. Su vestido era del color de los corales de las profundidades del alma, sus manos delicadas como témpanos de rocío, su aliento ya mío.

Sólo tenía que extender su mano, repleta de nostalgia, para encontrar su cuerpo junto a ella, siempre esa certeza que colmaba de luz los rincones más recónditos de su interior, como un abrazo que no termina. Se pertenecían en sus palabras, sus gestos, sus pensamientos, sus caricias, su amor.

Te seguí con la alegría que gastan los niños haciendo de cada momento vivido un sacramento, te respiré con la intensidad de un loco enamorado de tu aroma, te esperé en nuestro lugar favorito mientras morían los días y las noches me traían tu mirada sin descanso.

Caminé descalzo por nuestros recuerdos con la esperanza de encontrarte sin más.

Llevas mis manos marcadas en tu alma, llevo tus manos marcadas en mi alma. Si algún día mi mirada se pierde lentamente y sin remedio en un cielo estrellado sabré que sigo sin olvidar tu dulce mirada. Ya me encontré en tus ojos, ya me perdí en tus caricias, sin miedos. Aún me quedaron destellos imposibles de atrapar rodando dentro; siempre tú

No creo que dos personas puedan ser más felices de lo que fuimos nosotros.




Solaris28 de agosto de 2015

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