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Me Extrañé

Parece que ya llevo horas contando las manchas de sangre en la habitación... La pared blanca junto con el foco lleno de luciérnagas me relatan la peor película de toda la historia, de esas que existen, pero sólo en la cabeza de un desquiciado.

Gemidos como sonido de un despertador averiado, suena toda la noche. Sólo un incansable grito de auxilio que no aún no tengo claro si sólo ha sido ignorado o no se puede atender.

¡Rápido! corre tras la flecha verde para alcanzar algún rayo de luz natural.
Imagino miles de alimentos ingresando a mi boca y bailando entre mis papilas gustativas. Hasta un cóctel de ojos se vuelve apetitoso aquí.

El desquicio está recostado en la cama descansando, adormecido para que no haga más daño. Mientras la bata blanca en los cuerpos robustos representa la pureza de los cuerdos.
Grita cuanto quieras, si estás atado eres el sordo silvido del viento inexistente en este lugar ante el oído insensible del cerdo de la bata.

El olor a mierda ya recorre todos los pasillos, riéndose en la cara y bañando de pudor al que lo echó a andar.

Despues de las nauseas, salí a volar un rato...
Me encuentro en el pasillo dos vientres inflamados llenos de muerte, el cuerdo asiste el nacimiento de ellos y los bautiza como ''Fluido de la condena''. Y aunque sabe que es mortal, los deja agonizar unos meses más en la ilusión de un porvenir que nunca vendrá.

De camino, me encuentro con un viejo déspota con una espada en el abdomen. Jadeante y verde, lamentó el día en que comenzó a consumir brebajes tóxicos aunque asume que si continúa viviendo probará unos cuántos más... Junto a él, un pequeño duende, fiel a su lado, sumiso y asustado. El aspecto desgastado de su rostro refleja el cansancio de los años que lleva cuidando al déspota, pese a ese agotamiento, sus ojos gritan y demuestran que arde dentro de él un vigoróso amor de esclavo hacia su amo.
El duende le teme a todo al parecer, sus manos encorvadas se acercan y acarician cada cuerpo de calor que encuentra cerca. Todo lo absorve y abraza entre sus sucias manos para dárselo al viejo.

Un pestañeo y me encontré postrado, encuentro a mi lado una bolsa de agua pero no puedo probarla. El sabor ya se secó en mi alma y aún así sigo vivo. ¿Qué clase de ser sobrevive todo este tiempo sin alimentarse ni hidratarse? El mounstro inmortal del ser humano.

Extraño la luz de la luna, el abrazo de la noche sobre mis hombros, la visita nocturna del sueño y el despertar del sol... El habla de algún ser vivo que no sea el pitido que producen esas máquinas insensibles que invaden este sitio.

Las peladuras de pintura en las paredes dejan el rastro de cuántas almas han abandonado sus cajas contenedoras en este lugar. Donde nunca es una hora o un día o una noche, siempre es ningún momento y es eterno.
Soledadgris29 de mayo de 2014

4 Comentarios

  • Polaris

    30/05/14 11:05

  • Polaris

    Tu texto me ha llegado al alma, aparte de tu calidad, me emocionado por lo que de identificación tengo de él.
    Le puesto música sórdida de Miles Dais, creo que entenderás si la escuchas el motivo.


    Pol.

    30/05/14 11:05

  • Polaris

    30/05/14 11:05

  • Polaris

    Aquí esta la pieza entera para el que quiera degustarla.


    Pol.

    30/05/14 11:05

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