Te acercas a mi arrasando todo mi mundo y llenando con el tuyo mis espacios vacíos. Te acercas y me besas, mi saliva se entremezcla buscando el mordisco de tus labios. Te acercas comiéndote el mundo, y sigues con mordiscos comiéndome el cuello. Tus manos se hunden en mi pelo, y llenas de flores mi vientre. El vello se me eriza, me estremece sentirte tan cerca. Me muerdes el alma, te haces con mi escudo, y junto con mis bragas los lanzas por la ventana. Paras el tiempo e iluminas mi cama bajo las sábanas; recitando a Bécquer recorres cada una de mis curvas, abres mis piernas igual que abres los libros, me lees toda la noche y haces metáforas con mis gritos. Hundes tus dedos en mi, igual que se hunden en las teclas del piano, caes dentro mío, y creo que no existe nada que sea más perfecto. Las estrellas caen del cielo, la tierra tiembla, el infierno y el cielo se unen, los ángeles hacen el amor con el demonio, y al tiempo que nuestras energías se mezclan, se pierden en el cosmos llevándose consigo el orgasmo de tus dedos.  Me comes de arriba a abajo. Pido clemencia, pero tu sigues arrebatandome el placer de las entrañas, rompiendo las paredes con mis gritos, y las sábanas que se desgarran entre mis uñas y tus dientes. Me arrastras hasta el borde del abismo y desde allí me haces caer, perdiendo los sentidos, encontrando la paz y la calma que produce el erotismo. Me besas los párpados y caigo rendida; suspiras y entiendo el significado de la vida.

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