TusTextos

La Mataste Con la Primera Sonrisa

“Perdona:
Tú me conociste como la chica triste
que escribía triste sobre cosas tristes,
y nunca te la he presentado:
La mataste
con la primera sonrisa.”

Robándole los anteriores versos a Mónica Gae diré que a mí también me mataron de esa forma, mentiría y pecaría de excesivo romanticismo si dijera que fue a la primera sonrisa, la verdad es que no recuerdo cuántos guiños me habías regalado ya cuando algo en mi interior empezó a moverse y a plantearse que merecías suficientemente la pena como para dejar morir a la chica dolorida que fingía meterse en un abrigo rojo de nostalgia para escribir cosas bonitas, pero tristes al fin y al cabo. Sin embargo, la transición no es fácil, al fin y al cabo ¿cómo sería nuestro mundo sin los versos tristes de Pablo Neruda, sin las necesidades sin pretexto de Benedetti, sin los desamores de bragueta de Joaquin Sabina y sin las adicciones de Bukowsky?

El arte necesita el desamor por encima del amor correspondido para ser vivido, la fatalidad complementa a la poesía, la nostalgia la aliña y la desesperanza la envuelve en un halo mágico que nos engaña llevándonos a creer que la belleza no puede ser más simple. Y por eso me ha costado tanto volver a escribir. Pero poco a poco empiezo a creer en las cosas sencillas, la simplicidad de esas gotas de sudor bajando por tu pecho mientras nos hacemos el amor puede ser el tema de mi próximo relato. Me doy cuenta que tengo muchas cosas de las que hablar con solo empezar a describir cómo son tus caderas, y tu ombligo. No necesito que todo esto acabe para que la inspiración me inunde antes que las lágrimas, tengo la inspiración enfrente mío ahora mismo y puede llevar el nombre de cada una de las partes de tu cuerpo.

Y doy las gracias por poder escribir desde esta otra perspectiva, tan odiada cuando estás en el otro lado pero tan necesaria para no acabar polarizando el arte de esta manera tan cruel, doy las gracias porque si he sido capaz de transformar la tristeza en algo similar al arte, ahora tú ocupas el lugar de ese desamor y, robándole el talento a Benedetti:

no sé cómo ni con qué pretexto pero voy a transformarte en arte.
Soniasalvadorc16 de enero de 2015

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