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No Más Flores

Estamos cumpliendo demasiados otoños,
y nos faltan flores.
Ya no soplamos velas sino que las apagamos en cuerpos ajenos,
y a la herida siempre le cuesta cicatrizar.

Las acacias se visten de rojo
y las margaritas se han desojado a sí mismas
porque no sobrevivieron al final del cuento,
ni quisieron quedarse a escucharlo.

Los tréboles de cuatro hojas se han mutilado,
para que no nos apropiemos de su buena suerte
y luego los despojemos de sus preciadas extremidades.
Se han mutilado y lloran rojos como las acacias.

En cambio las rosas lucen pálidas,
ahora detestan el color de la sangre,
vomitan en cada tumba en la que son regaladas
pero ellas no pueden causar más que rasguños.

Vamos a acabar respirando partículas plasmáticas,
del calor que emiten nuestras balas,
que hace evaporarse al líquido que derraman.

Y tú, como yo, como él, como todos,
acabas de descubrir cuantos otoños puede contener este mes de septiembre.
Te aviso que ellos, ya los han cumplido todos,
o al menos han soplado todas las velas que queman aunque no sea a quemarropa.

El hastío del otoño es el invierno,
como de la ansiedad es la anticipación,
de la desolación, la infertilidad
y de la tristeza, doble tristeza.
Soniasalvadorc23 de octubre de 2015

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