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Juego de Cuervos (continuacion)

La mujer invitó a los dos a pasar, donde les convidó unos tragos de un fino whisky escocés, además de ser puesta al tanto de la situación.
Christina había inventado que se mudó a Los Angeles y allí estaba trabajando en una tienda de ropa de los 50`s, donde conoció a Hev y se enamoraron, rápidamente con planes de casamiento, ya que eran el uno para el otro según ella.
A simple comentario, era una historia reverendamente estùpida, pero de alguna forma u otra, siempre hay que inventarle historias a los amigos, para no ahondar en explicaciones reales que tal vez no sean tan entendibles.
- La verdad cada vez me sorprendes más, chica. Hace un año eras una empleada que calentaba a los clientes con dinero y ahora eres una comerciante con planes concretos de casamiento. Eres una persona bastante especial, si me dejas decírtelo – decía Brenda, llenando su vaso todo el tiempo.
Sin perder más tiempo, los dos se cambiaron. La mujer se puso un vestido blanco, bastante ajustado y el hombre un traje negro, regalo de Sly hacía un par de meses, cuando aún pensaban que serían los nuevos miembros de la familia Corleone.
Llegando nuevamente a la sala, donde Brenda estaba bastante borracha ya, largando unas lágrimas de la emoción, Christina le dice en voz baja a Hev: - Esta es la parte de la borrachera donde se pone sentimental, luego se dormirá –
La mujer alabó la vestimenta de los dos, diciéndoles: - Se ven de 10! Ojala sean muy felices y coman perdices; no soy para estas cosas, pero de verdad espero que… (procediendo a quedarse dormida) –
- Ves; te lo dije – expresó Christina, conociendo perfectamente a su amiga.
- Creo que será mejor que vayamos a casarnos, tu amiga es lo más extraño que vi en los últimos tiempos – respondió Hev, mientras tomaba más whisky, directamente de la botella.
Esa noche, ambos se encontraban en la vieja capilla “El Salvador”, lugar en el cual Christina solía asistir a misa cuando pequeña, además de hacer allí su comunión.
El padre aún era el mismo, el reverendo Hurtado, un mexicano amigo de su fallecido padre, quien había casado a muchas de sus personas queridas.
Tras recibirlos a esas horas, y con la borrachera que los dos traían, el padre Hurtado se llevó una muy mala impresión, diciendo: - ¿No les parece un pecado hacer esto en la casa del Señor?
- Padre, debe disculparme dos segundos, es que debo ir afuera a vomitar; creo que la mezcla de cerveza, whisky y marihuana no me cayó para nada bien – explicaba Hev, tapándose la boca para poder llegar a destino, sin regurgitar antes.
Aún así, el cura los casó esa noche. Fue una boda demasiado corta, ni siquiera llegó a los cinco minutos, no había invitados, la situación no era la indicada; pero igualmente, Christina y Hev ya eran marido y mujer, siendo una de las parejas más incompatibles de ese momento.
La selva parecía acomodarse por un tiempo, las aguas del manantial parecían frescas y limpias como nunca.
Damon había oído lo que Hev y Burt habían contado sobre lo que le hicieron al sueco Brad Snerder, mano derecha de Romeo Bufford; por tal motivo, esa noche decidió ir en su auto hasta el garage de Tito, para averiguar si aún se encontraba con vida.
Oyendo una cinta de King Crimson, conduciendo su bellísimo Porsche 911 Turbo y bebiendo algo de cerveza (ya que era fanático de la cerveza espesa) se dirigía hasta el lugar.
A decir verdad, “El álamo” era un gran ladrón, del cual no se sabían demasiadas cosas, es más, el mismo solía tener un expediente bien marcado en Memphis, su lugar natal, pero fue borrado luego de donar 2000 dólares para una obra de caridad, luego de estar libre de prisión por tres años.
En su expediente se hablaba de robos a joyerías, licorerías y concesionarias de autos usados; siempre robos de guante blanco, por lo que se lo conocía como “El hombre del paso silencioso” por aquellas épocas.
La noche era bastante cálida, lo cual ameritaba para una buena barbacoa, acompañada de cerveza y algo de buena música, especial para compartir con los amigos o la familia.
Tras llegar al lugar, el hombre baja de su costoso auto, trabando bien las puertas, debido a que era una zona de ladronzuelos amateurs que robaban lo más costoso que veían en el camino, sin pensar demasiado en las consecuencias.
Damon abrió la inmensa puerta de chapa, notando que en el lugar había un inmenso silencio, pero no solo eso; Brad no se encontraba por ninguna parte. Parecía que la tierra se lo había tragado o si había muerto, habría ido al lugar donde le correspondía sin dejar rastros.
- Parece que al maldito ya lo llevaron de aquí – decía Damon, encendiendo un cigarrillo, momento en el cual escucha una gran explosión afuera, corriendo rápidamente a ver qué sucedía.
Insólitamente, su precioso auto había estallado en mil pedazos, soltando un insoportable humo negro y llamas por doquier, dejando un inmenso vacío negro en la mente de cualquiera.
En eso, dos Hummers negros se estacionan frente al lugar, lo cual ya daba una idea un poco más clara de lo que había sucedido. Luego de esto, varios hombres bajan de estos, totalmente uniformados de negro, con gafas de sol y fumando cigarrillos, con cara de muy pocos amigos.
Entre estos hombres se encontraba nada más y nada menos que Romeo Bufford, jefe y principal cabeza de “Los Canguros”, hombre al que supuestamente creyeron haberle jugado una mala pasada, pero que obviamente, no se quedaría con los brazos cruzados.
- ¿Disfrutando el espectáculo? – preguntaba Romeo, mientras extendía sus manos, como dando inicio al show.
- Hijo de puta! ¿sabes lo que me costó ese auto? – reprochaba Damon, mientras le daba el último adiós a su preciado vehículo.
- Eso les pasa por hacer idioteces sin pensarlo. Déjame decirte que su plan de matar a Brad no funcionó; yo que ustedes lo hubiese matado desde un principio y no dejarlo vivo, porque el cabròn es muy peligroso. Así es, logramos encontrarlo y llevarlo a recuperación. Ya se les terminó el juego, novatos estùpidos – decía el hombre, mientras cortaba su habano con un cortador dorado.
“El álamo” se encontraba en aprietos, sabiendo que en cuestión de segundos podían meterle un tiro en la frente, o utilizarlo como comida de panteras. A decir verdad, ya estaba un 90% muerto dada la situación.
- Romeo, yo no tuve nada que ver con lo que le pasó a Brad. Es más, ni siquiera conocía al hijo de perra! Sé que Sly representa un peso para ti, pero déjame decirte que no debes preocuparte por eso; sigue con tus negocios que los haces tan bien – trataba Damon de entrar en razón.
- ¿Sly un peso para mi? Jajajajajaja… Eres bastante cómico muchacho. Sly ni siquiera es una mosca en mi plato, no es nada. Lo conozco demasiado bien, y puedo asegurarte que jamás llegará a cosechar todo el éxito que yo tengo, porque por más que tenga inteligencia, le falta un pie gigante para aplastar a todos los cabrones oportunistas del cual este negocio está saturado. Sly sigue con esa mentalidad benévola que cuando pequeño, eso es lo que le nubla el camino y no lo permite ver más allá. Yo que tú me replantearía las cosas y vería qué bando me conviene más – explicaba Romeo, mientras fumaba su habano cubano.
Damon tragaba saliva constantemente, tratando de zafar un poco de la situación: - Puedes matarme aquí si quieres, no voy a decepcionar a Sly –
Sonriendo irónicamente, el hombre se acercaba a Damon, diciéndole: - Ustedes y su “Gran Carnada”, ¿no se dan cuenta de la triste realidad? Están ciegos y creen que porque tuvieron un par de ventas exitosas y vieron bastante cantidad de dinero ahora son “El Magnate de América”. Matarte no es una opción para mí, tengo una mejor idea – dijo Bufford, haciéndoles una seña a sus hombres, los cuales sostuvieron fuertemente a Damon, metiéndolo en una de las camionetas monstruo.

Un final sin fin

El mismo Bufford fue el encargado de avisar a Sly sobre el secuestro de uno de sus mejores hombres, Damon Rivers.
Eran tiempos de dominio del territorio, era el momento en el cual el león debía mostrar y ejercer su supremacía en la selva; tomando cada presa, cada hueso y cada vida como si fuese la última.
Aproximadamente eran las 3 de la madrugada de ese día, a solo contadas horas de la llegada de “La 7ma Balada”, la organización portorriqueña encargada de llevarle la “Némesis Dust” (heroína alterada) a Bufford, el cual la compraría por una cantidad de un millón de dólares, para luego negociarla con miembros del gobierno norteamericano y jueces corruptos.
Sly se encontraba reunido con Mrs. Vixen y Burt Guerrero, siendo los dos únicos que ya se encontraban de vuelta, tras su corto descanso. Los demás estaban volviendo de San Fernando, y Damon… … estaba secuestrado, obvio.
- Debemos ir hasta el Hotel Brixton, allí nos estará esperando Romeo para negociar un acuerdo – explicaba Sly, sentado en el amplio sofá, muy pensativo al respecto.
- Solo somos tres, el resto no ha llegado – decía Burt, sin entender muy bien la situación.
- No nos vamos a moler a tiros con nadie, con nuestra presencia es suficiente. Solo vamos a dialogar con mi viejo amigo, nada más – aclaró el astuto lobo viejo.
Cada uno tomó sus cosas, entre ellas armas, las cuales igualmente resultaban necesarias tratando con matones de alto rango, como eran los hombres de Romeo Bufford.
Subiendo al Dodge Charger de Sly Sheperd, los tres se mentalizaron en rescatar a su compañero, sin tener que recurrir a la violencia; tan solo debían depender de la astucia del propio Sly, para poder resolver la situación sin dejar ningún herido.
- ¿Dónde se habrán metido esos dos idiotas? – preguntaba Mrs. Vixen, refiriéndose a la desaparición inoportuna de Christina y Hev.
- Los dos son unos irresponsables, siempre lo fueron. En el momento de la verdad nunca están, siempre andan haciendo estupideces a mis espaldas – se quejaba Sly, encendiendo un cigarrillo y con unas ojeras que eran cubiertas por sus enormes gafas de sol.

Hotel Brixton. 4:02 a.m.

Tras llegar al lugar, los tres pudieron observar como una inmensa tranquilidad reinaba por todo el inmenso vecindario de Sunset Street.
- No olviden que no es necesario recurrir a la violencia innecesariamente. Sé que los dos tiene ansias de desatar toda su ira, pero créanme que esto tiene otras salidas – decía Sly, mentalizando a sus dos protegidos.
- Si ya mataron a Damon tendrán que atenerse a las consecuencias; no tengas duda que voy a arrancarle los ojos a todos esos cabrones – expresó Burt, tapando sus armas dentro de su saco marrón madera.
- Tommy no haría esas cosas; bueno, tal vez sí, pero no sin antes llegar a un acuerdo. Por eso, estoy casi seguro que Damon aún está con vida – agregó el hombre, estudiando cada movimiento de su adversario.
Mrs. Vixen por su parte, era una ladronzuela europea, súper entrenada en combate y en “TDDR” (toma de decisiones rápidas), lo cual en estos casos resultaba prácticamente esencial.
Cruzando por la enorme entrada de vidrio, Sly se acerca al conserje, preguntando: - ¿La habitación del señor Romeo Bufford?, somos parientes de Hermosa Beach – a lo que el mismo respondió: - Voy a avisarles que llegaron – tomando el pequeño teléfono negro y discando el número de la habitación.
Una prolongada espera se hizo sentir, hasta que el hombre detrás del tubo dio el OK para que los dos fueran hasta su habitación, lugar en el cual se desarrollaría el trato.
- Es la habitación 214, pueden subir – dijo el hombre, pasándole la llave al desconfiado Sly, quien siempre creía que todo estaba arreglado de antemano.
En estos casos había que mantener la calma y pensar, por tal motivo, ambos decidieron ir por las escaleras, en lugar de tomar el ascensor. A paso lento, Sly iba ideando muy sereno su plan de ataque, siempre consistiendo en el dialogo abrumador.
Al llegar a la puerta de la habitación, un hombre con el rostro sumamente desfigurado y con heridas muy fuertes en el mismo, se saca los lentes de sol, diciendo: - Han llegado a la puerta del infierno, idiotas – obviamente el sujeto era Brad Snerder, el cual no había muerto tal y cual como lo había dicho Romeo, aún le quedaban cartas por jugar.
- Eso debe doler bastante aún, ¿verdad? – decía Burt, mientras señalaba uno de los hematomas que el sujeto tenía marcado en la cara, mientras pasaba por la ruidosa puerta.
El hotel tenía una construcción antigua, por tal motivo las habitaciones eran bastante amplias, siendo un lugar bastante interesante para realizar operaciones ilegales.
Romeo recibió a los tres, notando que no estaban en posición de hacer absolutamente nada, ya que en cualquiera de los casos, serían doblegados por sus hombres, que estaban armados hasta los dientes.
- Bienvenidos sean. ¿Gustan algún whisky o vodka? Tengo una buena colección de bebidas en mi bodega Sly; tal vez algún día cuando trabajemos juntos podamos tomarnos unos tragos –
- ¿Dónde está Damon? – preguntó Sly, serio como una piedra.
- Tráiganlo – ordenaba Romeo, mientras dos de sus hombres respondían a su petición, yendo a buscar del baño al malogrado hombre.
Luego de sacarlo de allí, los tres pudieron ver como su compañero estaba bastante lastimado, con heridas mortales en todo el cuerpo, con un 10 % de consciencia nada más.
- Así que es así como quieres jugar ¿eh? – agregó Sly Sheperd, sintiendo algo de impotencia en ese momento.
- Solo estoy siguiendo el mismo juego que ustedes empezaron, nada más. Verás mi viejo amigo, sabes que no soy de hacer estas cosas, pero creo habértelo dicho claramente que no quería que te metieras en mis negocios. ¿Ves las cosas que tengo que hacer por tus mismos caprichos estùpidos de siempre? – respondió Romeo, mientras tomaba de los cabellos al malogrado Damon Rivers.
Ninguno de los dos parecía querer ceder, la presión era muy alta, como si en cuestión de segundos cada uno tomase su arma y comenzara a disparar por doquier. Pero ese no era el punto exacto; los dos jefes se encontraban muy seguros de sí mismo, aunque el territorio le favorecía solo a uno.
- ¿Qué es lo que quieres? – preguntaba Sly, viendo que las cosas no resultaban para nada sencillas.
- Retírate del negocio Sly, sabes que a estas alturas no estás en posición de joder conmigo. Hay dos caminos en este juego de cuervos, el bueno y el malo: en el bueno, suelto a Damon y vuelven a salir por esa puerta todos juntos y nunca más en mi vida los vuelvo a ver; creo que no hace falta que te explique el malo, ¿o sí? –
La realidad solo era una, por lo tanto había que ser conscientes de ella y afrontarla de la mejor manera posible. Todo parecía dejar lugar a un solo rey en la selva.
- De acuerdo, es aquí donde “La Gran Carnada” termina para siempre, te doy mi palabra. Ahora suelta a Damon – decía Sly, mientras sus dos aprendices lo miraban totalmente sorprendidos, sin poder creer la decisión que había tomado.
- Pero Sly, no puedes darle el gusto a este hijo de puta, ¿no te das cuenta que te está sobornando? Vamos, creí que eras más inteligente – exclamó Burt, bastante desesperado por lo que había escuchado previamente.
- No hay nada más que pueda hacer, lo siento – agregó el hombre, bajando los brazos como un boxeador débil ante un Cassius Clay avasallante.
Romeo caminó hacia él lentamente, tomándolo de los hombros y diciéndole: - Veo que te preocupa más la vida de tus hombres que la miseria; bien pensado amigo – para posteriormente ordenar a sus hombres que liberaran a Damon “El álamo” Rivers.
Parecía no quedar otra opción, eran tiempos donde nadie podía meterse en el negocio ajeno sin estar a la altura correspondiente, lo que había pasado estaba totalmente acorde con las exigencias de la situación.

4:59 a.m.

Unos golpes constantes se escuchaban desde afuera de la habitación, resultando bastante extraño, ya que no parecía aparecer nadie más.
- Brad, ve a ver quién es – decía Romeo, temiendo que fuese la policía o algún enviado especial de parte de los federales, aunque era poco probable, debido a que él y su organización estaban protegidos por el gobierno.
El hombre va hacia la puerta a revisar quien era, al abrirla ve a Hev Nelson y a Christina Flores, muy borrachos ambos, con ganas de seguir con el “juego” de los recién casados.
- Sorpresa, estùpido! – expresó Hev, dándole un golpe en la nariz a Brad, abriéndole nuevamente la herida, haciéndolo sangrar como un cerdo.
En eso, todos los matones pertenecientes a “Los Canguros” sacaron sus pistolas y demás armas de fuego conocidas, apuntándole al intruso que había aparecido burlándose de la situación, sin saber nada al respecto.
- Bajen sus armas, tranquilos. Solo es el perrito de Sly y su novia, no causarán problemas – decía Romeo, ordenando a sus hombres que no perdieran la calma.
- ¿Perrito? Qué mierda estás diciendo, maldito infeliz! Voy a llenarte la cabeza de agujeros si no cierras esa boca sureña – saltó Hev, no muy consciente de lo que estaba haciendo, ni donde estaba parado.
Dirigiéndose a Sly, con un poco más de reflejos que su pareja, la bella Christina pregunta: - ¿Qué se supone que le pasó a Damon? Antes que digas algo al respecto, déjame decirte que no fue idea mía venir aquí, pero Hev es el que conduce y dijo que aquí se haría una especie de transacción de droga con una suma importante de dinero, pero no se suponía que entráramos de esta forma. Pasa que fuimos a San Fernando, nos emborrachamos y nos casamos… es una larga historia –
- ¿Se casaron? De qué demonios estás hablando! – exclamó Burt, cada vez más atónito y enfadado.
Sly tomó la delantera de la situación, diciendo: - Ya basta! Cállense todos, no me importa lo que hayan hecho, ustedes son responsables de su destino. Solo vayámonos de aquí lo antes posible –
Burt y Mrs. Vixen fueron los primeros en salir nuevamente, llevándose a Damon, para una pronta recuperación. Hev y Christina los siguieron, como el clásico borracho que no sabe dónde ir y sigue a las personas que están en frente.
- Espero que hayas disfrutado esto Tommy. Ojalà algún día aprendas el significado de la palabra “traición” – dijo Sly, mientras salía lentamente por la puerta.
- No pongas esa cara de haber perdido todo. Puedes trabajar conmigo y no tener que estar dependiendo del trabajo de cinco trogloditas que no saben si esto es “Alicia en el país de las maravillas” o la realidad – argumentaba Romeo, mientras fumaba su habitual habano cubano.
- Hasta luego, amigo – fueron las últimas palabras de Sly Sheperd, el cual ya no tenía más nada que expresar, siendo humillado frente a la persona que mejor conocía de toda la vida.
Todos regresaron hasta “FIRE CAVE” (la cueva de fuego), centro de operaciones de “La Gran Carnada”, sin poder actuar de ninguna manera. El silencio los acompañó todo el camino, sin poder creer que lo que había pasado fuese real.

FIRE CAVE (2 horas después…)

Sly reunió a todos sus hombres, pidiendo serenidad y silencio, por sobre todas las cosas, dispuesto a explicar lo que había sucedido. Obviamente, algunos eran más rebeldes, sin querer siquiera escucharlo, pero terminarían haciéndolo de todas formas, ya que la decisión que había tomado Sly había sido totalmente inesperada.
- Sé que en este momento estarán odiándome con toda el alma, pero no tuve más opción estando allí. Creo que hice lo correcto, aunque piensen lo contrario. Si de verdad me entienden, sabrán que no somos capaces de competir con Romeo Bufford y “Los Canguros”; ellos son una organización mucho más preparada, con más dinero y más contactos en todo el mundo. No había forma de escapar de él, tarde o temprano iba terminar matándonos a todos, ¿es eso lo que querían? –
Todos escucharon atentamente las palabras de su mentor, con una gran decepción en su interior, viendo como el gran equipo que se había formado un tiempo atrás se veía totalmente apagado y destruido por la incapacidad de sus integrantes.
- ¿Qué se supone que hagamos ahora? – preguntó Mrs. Vixen, con unas lágrimas que intentaban salir de sus enrojecidos ojos.
- Sigan con sus vidas normales. Vivirán más tranquilos sabiendo que no tienen ningún expediente policial; podrán tener hijos y criarlos de la mejor manera, verlos crecer y jugar con ellos – respondía Sly, sirviéndose un vaso de un fino whisky escocés que estaba en la barra del pequeño bar instalado en la casa.
Fue ese el momento en que todos entendieron que el juego había terminado. Había que aceptar la cruel realidad y ser optimistas de allí en adelante; no quedaba otra opción.
- Yo me quedaré contigo, Sly. No tengo adonde ir, no tengo amigos ni familia cerca. Si no es molestia, prefiero seguir ayudándote en el trabajo – dijo Mrs. Vixen, la cual era una mujer solitaria, suelta en el mundo para cumplir su misión.
- De acuerdo. A los demás les deseo suerte, espero que algún día podamos volver a vernos – agregó el hombre, apoyando su vaso sobre el piso.
Todos se quedaron unos días más en ese lugar, esperando a que Damon pudiese recuperarse y curar bien sus heridas, aunque sin hablar mucho con Sly, quien había pasado a ser un cobarde para ellos.
Al cabo de cuatro días, Hev Nelson, Christina Flores, Damon Rivers y Burt Guerrero tomaron sus rumbos. Un futuro incierto los estaba esperando allá afuera; ya la época dorada había llegado a su fin.
Todos habían juntado una gran cantidad de dinero, lo cual podía llegar a durarles un considerable tiempo en caso de no malgastarlo en cualquier tontería.
La flamante pareja se mudó a Virginia Beach, un barrio en los suburbios de Los Angeles, donde la violencia era el pan de cada día y cada uno luchaba como podía para sobrevivir.
- ¿Te decepcioné al pedirte casamiento? – preguntaba Hev, mientras conducía por la soleada carretera.
- Por supuesto que no. Ahora pondremos una tienda de venta de teléfonos y viviremos felices. Creo que fue bueno mientras duró; nunca de todas formas pensé que esto duraría mucho tiempo, y de verdad ya me estaba empezando a preocupar mi vida – explicaba Christina, tratando de cambiar su habitual oficio.
Burt, por su parte, se mudó a Glasstrow, uno de los peores barrios de California en el cual una persona podía vivir. Violencia, drogas, policías corruptos y prostitutas era lo que abundaba. Claramente todo esto iba acorde a su personalidad, por lo tanto no la pasaría tan mal.
Damon Rivers regresó a Memphis, siendo el más decepcionado de todos, pensando que había defraudado a sus compañeros, actitud muy diferente a la del resto.
El león había logrado establecer su territorio en la selva, siendo el amplio dominador en un juego de vida y muerte. Las cosas se mantendrían iguales por un buen y prolongado tiempo.



(¿?)
Soulvalentino24 de enero de 2008

1 Comentarios

  • Soulvalentino

    Esta es la continuacion de la novela "Juego de Cuervos" que no me habìa entrado completa publicar por su extension; es la precuela de una que escribi en el 2004 llamada "La Gran Carnada", escribanme si quieren mas de este tipo de historias pulp.

    24/01/08 05:01

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