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Legado Perverso

Knoxville (Tennessee). Mayo de 1976

Las hojas volaban por toda la carretera, señalando la permanencia de una primavera que aún duraba y resultaba agradable, dentro de todo.
Recorriendo a través de la ruta 77, camino a comprar más alcohol para una fiesta, cuatro amigos pensaban la forma de encontrar algún lugar que pudiera proveérselos a tal hora.
Golpeando el tablero con sus manos, Marv dijo emocionado: - Oigan, ¿conocen la leyenda de “El museo del horror”? Según escuché, ese lugar mantiene un terrorífico secreto, guardado hace muchos años. Dicen que hay gente que jamás salió de allí, tampoco se encontraron sus cuerpos. En teoría, estarían todos muertos; pero lo peor es que nadie tiene las bolas suficientes para investigarlo –
- No lo creo, aunque sería una buena historia para contarla en Halloween, jajaja. Ni siquiera he oído hablar de ese lugar Marv, así que haz un mejor esfuerzo – agregó Tony, encendiendo un cigarrillo, mientras manejaba su Dodge Challenger amarillo.
- No estoy mintiendo! Ese lugar se encuentra al final de esta carretera, al costado del camino; bueno, en realidad nunca he ido, así que no lo conozco, pero sugiero que nos quitemos la duda en este mismo instante y vayamos para allá a averiguarlo – dijo nuevamente Marv, pretendiendo hacer verídicas sus historias.
Por su parte, Tammy y Betty, las dos chicas que los acompañaban, desaprobaban totalmente la idea sugerida, ya que creían que sería la estupidez más grande que alguien quisiese hacer.
- ¿Tú has oído la historia del imbècil que quiso perderse la fiesta donde probablemente tendría la posibilidad de acostarse con una chica, por desviarse del camino y entrar a un estùpido museo del horror? Ahí tienes una buena historia para contarla todos tus cumpleaños – decía Tammy, cruzada de brazos y mirando al joven que se tomaba la cabeza con sus dos manos.
- Oigan, oigan; creo que Marv tiene razón, deberíamos ir y ver cómo es el lugar. Solo son un par de minutos, luego volveremos a la fiesta con la cerveza, eso es todo – acotó Tony, pisando el acelerador para tratar de llegar lo antes posible al lugar.
Así, los cuatro tomaron rumbo al supuesto “Museo del horror”, alejándose bastante de la fiesta en la que estaban; pero obviamente, este tipo de situaciones hace que las personas actúen de la manera que en el momento les parece correcta.


“Museo del Horror”. 15 minutos después…

Al costado del oscuro camino, una inmensa construcción de chapa, que más bien parecía ser un depósito abandonado, se encontraba con un cartel luminoso que decía “Bienvenidos al museo del horror; pase y sea víctima de todas las abominaciones”.
- Vaya, que alentador. Con un cartel así, seguramente la gente debe hacer una larguìsima cola para entrar a este lugar – comentó Betty, girando su goma de mascar con el dedo.
- Ya dejen esa maldita ironía y entremos; esto puede ser peligroso – respondió furioso Marv, acercándose hacia la entrada.
Frente a la inmensa entrada, el muchacho empezó a golpear con sus manos la dura chapa, en busca de una respuesta. El lugar estaba muy tranquilo, pero todo daba pánico en esa noche de soledad.
Sin obtener ninguna respuesta en varios minutos, Tony dijo: - Creo que deberíamos entrar; a lo mejor ese es el atractivo del lugar – procediendo a entrar al museo junto a los demás.
Resultaba increíble, pero ni bien lograron cruzar la puerta, se encontraron con un mundo totalmente diferente. El lugar estaba adornado con cabezas humanas, las cuales parecían bastante reales; así también como por calaveras y símbolos satánicos, como la cruz invertida o el 666 por doquier.
Mientras observaban todas las atrocidades colgadas por la pared, Tammy procede a golpear las manos repetidas veces.
- ¿Qué estás haciendo? – preguntó Tony.
- ¿No me ves? Estoy golpeando las manos, ya que ustedes los hombres no tienen la valentía de preguntar si hay alguien que nos pueda atender – respondió la joven, reprochando a los muchachos por su actitud de pendejos.
Luego de un pronunciado silencio, un hombre de pelo negro y enrulado, una larga barba y vestido como un sucio mecánico, baja por las escaleras lentamente, echando una sonrisa maléfica, diciendo: - ¿Se les ofrece algo? –
Los cuatro lo miraron fijamente y un poco sorprendidos, aunque tampoco sabían si tan solo era parte del atractivo del lugar. Nunca se sabe.
- Disculpe señor, este es el “museo del horror” ¿no? Bueno, tan solo vinimos para ver lo que había aquí. Sentimos haber entrado así nada más, pero golpeamos mucho allá afuera y nadie nos respondió – dijo Tammy, con una voz un poco temblorosa y entrecortada.
- No tienen cara de policías ni vigilantes, también espero que no sean hijos de policías, ¿qué edad tienen? – agregó el hombre, pasándose una mano por la barba.
- … 17, señor – respondió Marv, ablandándose más rápido de lo que parecía en su actitud anterior.
- De acuerdo, creo que está bien; aunque tienen cara de que estaban en una fiesta, bebiendo y con un montón de idiotas que se creen James Dean. Síganme y les daré una hermosa recorrida por todo el lugar – señaló el misterioso sujeto.
Los cuatro se miraron entre todos y lentamente comenzaron a seguir al hombre, pisándose constantemente, sin saber muy bien lo que quería demostrar con esa actitud tenebrosa.
Luego de pasar por un largo y oscuro pasillo lleno de telarañas, el hombre se detuvo, agachándose abrió una pequeña puerta de madera que se encontraba en el piso, procediendo a abrirla bruscamente.
- La mejor parte del recorrido es aquí abajo; síganme chicos y chicas, esto se pondrá divertido – dijo el hombre, bajando por unas pequeñas tablas que parecían servir como escalera.
Empezando a bajar, podían ser testigos de horribles telarañas y olores asquerosos que provenían de allí abajo, pareciendo ser una carnicería o algo así. Aún así, al bajar por esas supuestas escaleras, una bella mujer de cabellos amarillos los estaba esperando.
- Chicos, les presento a mi esposa Shelly Bones, la bruja más satánica que puedan conocer jamás – decía el hombre, dando un corto aplauso.
- Vaya; bienvenidos al “Museo del Horror”, por lo que veo están muy interesados en descubrir los secretos de este lugar – agregó Shelly, por su parte.
Marv, el que ideó llevar al resto del grupo hacia ese lugar, se adelantó a los demás, dando dos pasos lentos hacia adelante y preguntando en voz baja y tensa: - ¿De verdad… este lugar tiene misterios? – tras lo que la mujer, tan solo sonrió y agachó la cabeza, llevando sus dedos hacia la boca, como intentando decir algo.
- Claro que hay misterios, todo lugar tiene sus misterios! Deberían recordar eso; solo que unos más que otros. Siento no haberme presentado antes, mi nombre es Drako Blood – respondió el misterioso hombre, develando finalmente su identidad, luego de un previo suspenso.
- ¿Y tú quién se supone que eres, “el destripador de Raconteur City”?, jajaja – exclamó Tammy, burlándose del hombre.
Nadie hizo gracia de lo que había dicho la muchacha; por una parte estaban sus amigos, los cuales se quedaron callados y asustados, y por otra parte, estaba la pareja, la cual se quedó completamente seria y con una respiración profunda y agitada, intentando solventar la situación nuevamente.
- Ahora verán una parte muy interesante del espectáculo – dijo Drako, que luego emitió un muy agudo silbido, como llamando a alguien. En eso, muchos enanos salen detrás de unas cortinas negras; pero estos no eran normales, todos parecían estar malformados, dando realmente pavor.
Estos se acercan lentamente a los jóvenes, situación que empezó a aterrorizarlos, porque más que un show, eso parecía el comienzo de algo verdaderamente terrorífico, y no metafóricamente hablando.
- Creo que deberíamos irnos de aquí – expresó Betty, observando a los enanos acercarse cada vez más.
De repente, estos pequeños empiezan a correr hacia los jóvenes, rodeándolos y tomándolos del cuerpo, apretándolos fuertemente, evitando cualquier tipo de escape. En eso, Drako se acerca a cada uno de estos, colocándoles un pañuelo con alcohol y tericyna en las narices, un sedante muy fuerte, capaz de hacer dormir a Godzilla (… …?)
Una vez dormidos, los cuatro fueron llevados a otra habitación, la cual parecía ser una sala clínica, llena de camillas de hierro oxidado y utensilios en igual y deplorable estado.


20 minutos después

Cada uno se tomó su tiempo en despertar y volver a la consciencia habitual, siendo Tammy, la más vulnerable al efecto del sedante. Al cabo de un par de minutos, todos se encontraban atados de pies, manos y boca en sus respectivas camillas, llenos de pánico y sin poder aguantar lo que estaban viviendo.
- Por fin despertaron todos! Son muy dormilones ¿saben? Pero menos mal que despertaron, porque este es el final del recorrido; aquí viene la mejor parte del show – dijo el hombre, con la cara pintada de blanco y los ojos y boca pintados de negro, a la vez que tomaba una gastada sierra, que parecía tener años sin uso.
Lentamente, se acercó a Tony, el cual lloraba como una niñita a la que le sacan un dulce; acariciándole la cabeza, Drako le dice con una voz suave y tranquilizante: - No tienes por qué tener miedo, ahora podrás conocer al Dios que siempre te preguntaste si existe! – para paso seguido, colocarle una mano sobre el brazo izquierdo para atajarlo, y procediendo con la otra a cortárselo con la oxidada sierra. Derramando sangre por todos lados, el brazo de Tony empezaba a desprenderse, siendo sus huesos cortados como mantequilla, mientras éste gritaba en su interior, quedándose prácticamente inconsciente tras el dolor recibido.
Levantando a lo alto el brazo cortado del muchacho, Drako dijo: - ¿Acaso Jesús no sufrió los azotes de los soldados romanos?, ¿acaso Jesús no sufrió que lo crucificaran?, entonces, por qué mierda ustedes no han de sufrir también! – luego de estas palabras, el malvado hombre tomó una motosierra, la cual, tras vibrar por unos segundos, terminó cortando la cabeza de Tony, esparciendo más sangre al lugar.
Los demás ya no podían soportar lo que estaban viviendo, pensando que de allí ya no podrían salir y terminarían siendo víctimas de estos dos psicópatas. El lugar estaba totalmente aislado, sin que nada hubiese a su alrededor pudiendo perturbarlo.
Acercándose a Betty con un taladro en manos, la bella Shelly Bones le dice a su pareja: - Amor, creo que voy a necesitar tu ayuda aquí – el hombre procede rápidamente, abriéndole las piernas a la jovencita, la cual intentaba resistirse, pero sus sentidos no estaban funcionando del todo bien para ese entonces.
- Así funcionan las cosas – exclamó Shelly, taladrándole la vagina a Betty, la cual gritaba en exceso, mostrando la mayor cara de dolor que una persona pueda sentir en toda su vida. Una lluvia de sangre empapaba todo lo que había alrededor, mientras Drako parecía excitarse con esa tortura, tocándose constantemente los genitales, gozando de la situación.
Los jóvenes, por seguir su instinto de duda y autocontrol, estaban siendo vilmente descuartizados, victimas de una tortura inimaginable. Estas dos personas parecían adorar al diablo, ya que todo el tiempo repetían palabras en un extraño idioma, como comunicándose con su propio Dios de la oscuridad.
Luego de vomitar repetidas veces, Marv, con un llanto incontenible y una temblorosa voz, dice: - … ¿Por qué hacen esto?! Nosotros no hemos hecho nada; por favor deténganse, por favor – pero los dos parecían hacer oídos sordos a estas palabras.
- Sabes, hablas mucho; además aún no me olvido que tú entraste a mi bello lugar sin mi aprobación. Creo que sé como solucionar esto – respondió Drako Blood, tomando unas gastadas y viejas pinzas, con las que le arrancó la lengua al muchacho, y no solo eso, luego procediendo a comérsela como un gran manjar.
Luego de hacer esto, el hombre se dirige a la mesa llena de herramientas,, tomando unas grandes y filosas tijeras; se acerca nuevamente a Marv, cortándole la remera gris que decía “Stop the Clocks” (pare los relojes), para luego repetir: - La lengua debo admitir que estaba sabrosa, veamos si tus intestinos saben igual – agregó Drako, el cual lentamente y con un muy buen pulso, empezó a abrirle el estómago de punta a punta al joven, el cual empezaba a largar mucha sangre, aún siendo un tanto consciente de cómo sus intestinos y tripas empezaban a ser arrancados, para finalmente morir a los pocos segundos.
Ya tan solo quedaba una, la ingenua e histérica Tammy, la cual fue la última que tuvo que soportar todo el dolor inflingido a sus amigos, los cuales para esa altura habían recibido unas horribles muertes.
- Vaya que se puso divertido! Lástima que solo queda una. Pero ahora viene la mejor parte – dijo Shelly, tomando un pequeño aparato de la mesa y encendiendo un botón rústico, el cual activó una especie de red hecha de clavos, que empezó a bajar hacia la muchacha muy lentamente.
- Antes de que mueras, te presento a “La terrorífica trampa de clavos”, un método de tortura que inventamos con mi amado hace algunos años; espero que lo disfrutes – acotó Shelly, mientras los clavos llegaron al cuerpo de Tammy, incrustándose cada uno de estos por todos lados, llenando completamente su figura de oxidados clavos.
La muerte les había llegado a todos y de la peor manera, lo que empezó siendo una noche perfecta y divertida, desembocó en una terrible masacre, la cual el pueblo de Knoxville, hasta esos días no había experimentado.


30 años después

Estos malditos zombies me están causando más problemas de lo que aparentaba. Oye, Kyle ¿puedes traer una cerveza? – decía Carlos, sentado en el amplio, pero sucio sofá de la casa de su amigo, y jugando al Resident Evil en la playstation.
Luego de un par de segundos, Kyle llega con dos cervezas en mano, pasándole una a su amigo y diciéndole: - Ese nivel es sumamente fácil, te lo he explicado como veinte veces y sigues haciendo las mismas idioteces –
El joven continuó su camino por el largo pasillo, pero los zombies lograron atraparlo y terminaron con su vida. –Fue solo suerte – agregó el mismo.
Tomando el control remoto y empezando a pasar por todos los canales, sin encontrar absolutamente nada interesante para ver, Kyle toma un sorbo de su cerveza y pregunta: - ¿Iremos el viernes a la fiesta de Roxy? Allí estará Chrissie, y a decir verdad, no tengo ganas de verla –
- Por favor, no seas marica! Ya hace dos semanas que terminaron; en algunos países en ese lapso, otros ya habrían empezado otra relación y ya con planes de terminar nuevamente. Ignórala, te apuesto que esa perra tiene intenciones de coger con alguien en la fiesta, eso es natural en ese tipo de mujeres, son como “mambas negras”, inyectándote el veneno y dejándote así como tú – respondió Carlos, gesticulando todo el tiempo, intentando hacer entrar en razón a su amigo.
Ambos continuaron tomando cerveza y charlando, jugando videojuegos y a medida que el alcohol empezaba a subir, tomaban el teléfono y llamaban a todas las mujeres bellas que conocían, sin nada de suerte, para finalmente terminar dormidos en el sofá.
Al día siguiente, muy temprano por la mañana, un anuncio muy importante del alcalde Woodman salió por la televisión, la cual había quedado encendida toda la noche: - “Ciudadanos de Knoxville. Luego de un gran esfuerzo, tenemos el orgullo de presentarles “El teatro del terror”, donde usted podrá acercarse y ver las películas clásicas del género, abarcando desde los años 50`s hasta los 80`s. Durante un par de meses, nos encargamos de redecorar este antiguo galpón, hace muchos años conocido como “El museo del horror”, para traerles esta gran atracción. A partir de mañana, pueden acercarse y disfrutar de su inauguración” –
Tras despertar con una gran resaca, Carlos vio tal anuncio en la TV, sorprendiéndose al escuchar que ese lugar había abierto nuevamente, ya que las historias que se contaban de allí no eran muy alentadoras. Parecía una nueva y fallida jugada de los políticos, pero a su vez, cabía la posibilidad de que resultase bueno y una buena distracción en una monótona y aburrida ciudad.
Luego de dirigirse al baño, Carlos recibe un mensaje en su celular que decía: - “Esta noche mini fiesta en mi casa. Aparezcan cabrones. Taylor” – otro de los amigos, que aprovechaba al máximo los meses de vacaciones que tenía.
- ¿Puedes creer lo del “teatro del terror”?, escuché que ese lugar estaba endemoniado. No entiendo por qué alguien quiera volver a abrirlo – decía Kyle, el cual, por lo visto había escuchado la noticia, aún cuando parecía dormido.
- Tal vez ahí está la gracia; creo que es interesante. Oye, debes recuperarte pronto amigo, esta noche hay fiesta en lo de Taylor – respondió Taylor, aún con pasta de dientes en loa boca.
Desperezándose un poco, y pasándose las manos por la cara, Kyle expresó: - Hace una semana que estamos de fiesta en fiesta, todos los días desde que comenzaron las vacaciones. Creo que deberíamos parar un poco – a lo que su amigo, tirándole la toalla por la cara, dijo: - De ninguna manera. Iremos a su casa y se acabó; además seguro el cabròn invitó a Teri y Barbara… diablos, esas perras están muy buenas; hoy puede ser nuestra gran posibilidad –


Esa noche…

Kyle había tomado prestado el auto de su madre, un viejo Chevy Nova del 76, el cual anteriormente pertenecía a su padre, fallecido cinco años atrás. Luego de pasar por una gasolinera, camino a lo de Taylor, los jóvenes se detienen y bajan al shop de la misma.
Al entrar por la ruidosa puerta, un hombre de gafas gruesas y mal afeitado, con un gran aspecto de retrasado mental pregunta: - ¿Se les ofrece algo? – haciendo ruidos extraños con la nariz mientras hablaba.
- Solo queremos un par de cervezas… y tal vez unas papas fritas – respondió Kyle, enfrentando una de las incómodas situaciones que vivía casi todos los días.
- ¿Cuántos años tienen? - arremetió nuevamente el hombre.
- 22 señor, somos egresados de la universidad de Ithaca… sí, Ithaca… … New York, New York! Tal vez usted se pregunte por qué estamos tan lejos de nuestro hogar, pero bueno, como verá, vinimos a acompañar a nuestras novias a su casa. Las conocimos en la universidad y ya planeamos casarnos, ¿puede creerlo? – explicaba Carlos, buscando la forma de escapar de la situación.
El hombre miró por la ventana, viendo que en el auto no había nadie; tras un silencio, dijo: - ¿Dónde están sus novias? –
- Saludando a su familia? Es que la estuvieron esperando mucho tiempo, por eso van a organizar una barbacoa y estamos invitados. Nos mandaron por la cerveza, porque somos los desconocidos, jaja – agregó Kyle, mirando a todo su alrededor, menos al hombre.
- Vayan por la cerveza y lárguense de aquí; tengo a Jenna Jameson esperándome en la televisión hace 10 minutos – dijo el hombre, volteándose y tomando el control remoto, poniendo más fuerte el volumen de la TV.
De vuelta en el camino, los dos jóvenes se reían de la situación vivida, teniendo ya algo para contar cuando llegaran a casa de Taylor.
- ¿22?, ¿Ithaca?, creo que se te podría haber ocurrido algo mejor – decía Kyle, mientras comía unas papas fritas y prendía la radio del auto.
- ¿Conoces ese dicho de que uno debe actuar con lo primero que se le viene a la cabeza? Bueno, fue exactamente lo que hice; además ese sujeto no tenía cara de llamar a la policía – respondió Carlos, mientras destapaba una lata de cerveza.
Tras unos veinte minutos, ambos llegan a la casa de su amigo, el cual les tenía reservada una sorpresa especial, sin que pudiesen siquiera imaginarlo. Tras estacionar el auto al costado de la cochera, ambos bajan con su cerveza en mano, sin notar demasiado ruido dentro de la casa.
Tras tocar repetidas veces la puerta, Taylor no se hizo esperar y salió a recibirlos, diciendo: - Pasen y miren lo que tengo dentro de mi casa – a lo que los dos entran, un tanto desentendidos, siendo el momento que ven a las hermosas Teri y Barbara; ambas con un escote para matar a cualquiera, sonriendo tras ver a los jóvenes entrar.
- Lo sabía, ¿ves lo que te dije? Nunca me equivoco en estas cosas – decía Carlos, bebiendo toda su cerveza de un largo sorbo.
- Caballeros, siéntanse en su casa; en la cocina hay cerveza, cerveza y… más cerveza! Tal vez unas bananas, pero que nadie las come – agregó Taylor por su parte, el cual había organizado dicha “mini fiesta” a causa de que sus padres se encontraban en Suiza, hasta el final de las vacaciones.
Ambos fueron a la cocina por unas cervezas, sabiendo que esa noche podía ser histórica en todo sentido, teniendo a dos de las mejores perras de toda la ciudad, no por nada eran porristas de “Alpha High School”, una de las escuelas más caras de todo el condado de Tennessee.
Luego de sentarse y ponerse cómodos en el amplio sofá marrón, Kyle le dice a las dos muchachas: - He oído que llegaron a la final de las estatales contra “Las abejitas de Rhode Island”, felicitaciones. Espero que ganen –
- ¿Que ganemos? Por supuesto que vamos a ganar! Esas perras ni siquiera saben moverse, se preocupan más por mostrar sus enormes pechos al público que de dar un buen show. Además, todos saben que llegaron a la final solo porque se la mamaron a los jueces; asqueroso – decía Teri, cruzada de piernas y con una actitud bastante egoísta y arrogante.
- Muy asqueroso… - acotó Barbara, secundando todo lo que decía su amiga cada vez que abría la boca.
Luego de un pequeño silencio, y dándose cuenta que era imposible tratar de mantener una conversación con dos porristas ignorantes (de más está decirlo), Kyle expresa: - ¿Han oído lo del “Teatro del terror”? creo que deberíamos ir algún día de estos; pasan películas clásicas –
- No me gusta el solo hecho de haber oído por ahí que ese lugar está endemoniado; no soy partidaria de ir a lugares peligrosos – respondió rápidamente Teri, controlando su maquillaje cada cinco segundos.
Encendiendo un cigarrillo, Taylor nota que las dos muchachas no tenían el más mínimo interés de visitar ese lugar, pero él se denominaba el campeón de hacer cambiar de actitud a la gente, por eso insistió: - Yo creo que deberíamos ir; pienso que ver un par de películas clásicas no va a matarnos –
Teri se levantó y fue al baño, sin decir una sola palabra, lo que indicaba una clara señal de desacuerdo y fastidio, que no era muy difícil de presentarse en ella.
- Oigan, ¿conocen la leyenda de los cuatro jóvenes que murieron en ese lugar? – preguntó Taylor, siguiendo muy interesado en el tema.
- ¿De verdad allí murieron cuatro jóvenes? Eso sí que es aterrador – apuntó Barbara, la más ingenua y desconfiada de todos.
- Según se cuenta, hace unos treinta años, cuatro jóvenes rondaban por el lugar; interesados en lo que había allí, decidieron entrar, encontrándose con un tal “Museo del horror”. Pero eso no fue lo peor, ya que en ese lugar le hicieron todo tipo de atrocidades inexplicables. Se dice que en algún punto de los 80`s la policía pudo agarrar a los culpables del hecho, aunque para eso tuvieron que matarlos, siendo que estas personas jamás se entregarían tan fácilmente. Además encontraron unos treinta o cuarenta cuerpos más, escondidos por todo el lugar; al parecer esta pareja adoraba al demonio, rindiéndole cultos y cosas así – explicó Taylor, bebiendo algo de cerveza, ya que la garganta empezaba a secársele de tanto hablar.
Toda esa leyenda que había contado el joven era cierta; desde ese entonces, muy pocos fueron los que escucharon la verdadera versión de los hechos, la mayoría de ellos, posteriormente bastante trastornados por lo escuchado.
Sin embargo, ya no parecía haber nada aterrador en ese lugar, aunque nunca faltaban los que aseguraban que aún estaba endemoniado y bajo presencias maléficas.
- Iremos el viernes, ya está dicho – apuntó Carlos, yendo por una cerveza a la cocina.
- El viernes es la fiesta de Roxy, tú mismo me insististe para ir – le gritaba Kyle desde la sala.
- No te preocupes, iremos a la fiesta; pero nos pegaremos una pequeña escapada hacia el “Teatro del terror” y veremos que es lo que hay, solo eso – respondió nuevamente el muchacho, tomando dos cervezas del freezer.


Al día siguiente

Ambos volvieron a levantarse con una gran resaca, motivo del festejo de la noche anterior, donde nuevamente no pudieron tener suerte con las dos histéricas, pero bellas muchachas.
Kyle se dirigió a la cocina de su casa, descalzo, con un ajustado bóxer negro y una vieja y gastada remera de “The Clash”; acercándose al calendario que se encontraba por la pared, ve encerrado en un círculo la fecha del día siguiente, el cual sería el de la gran fiesta que Roxy tenía preparada, siendo hasta ese momento, la más importante de todo el verano.
Luego de sacar algo de jugo de naranja de la heladera, enciende la televisión, en la cual estaba pasando un capítulo de la serie “That`s 70`s show”, habiendo sido vista ya varias veces, por lo tanto, vuelve a apagarla. Sin saber demasiado qué hacer, se dirige al baño, echándose un poco de agua en la cara y lavándose los dientes.
Carlos aún no reaccionaba de la noche anterior, así que su amigo tomó las llaves del auto y se fue a dar una vuelta por la ciudad. Había mucha tranquilidad, ya que era cerca del mediodía, y de por sí, ya era una ciudad aburrida.
Deteniéndose en la tienda de la señora Lewis, el muchacho baja a comprar un helado. Llameando el auto, entra a la tienda, saludando a la amable y anciana señora.
- Buenos días señora Lewis, día un tanto aburrido ¿no? –
- Un poco; pero a mi edad ya todos los días son así – respondió la mujer, sonriendo todo el tiempo.
El joven se dirigió al otro pasillo, encontrándose con la bella y escultural Barbara, con una paleta roja como sus labios y una pose infartante, mirando una caja de cereales integrales.
Acercándose a la misma, Kyle expresa: - Vaya sorpresa lo que uno puede encontrarse luego de levantarse e ir a la tienda –
- Guau, pero si es el muchachote que no puede controlar sus impulsos alcohólicos, jajaja; ¿tu amigo ya está despierto o sigue inconsciente? – dijo por su parte la joven.
- Aún no; por eso yo siempre fui el que debía manejar a todos lados, porque Carlos es un poco más irresponsable… ¿tienes algo que hacer ahora? –
La joven se echó el cabello hacia atrás, respondiendo: - En realidad estoy sola en casa, mis padres vuelven esta noche y vine a comprar algunas cosas para no morirme de hambre… ¿quieres venir? –
- Allá afuera te está esperando un hermoso auto para que no tengas que caminar, preciosa – agregó Kyle, metiendo la mano derecha en su chaqueta negra y sacando las llaves del Chevy Nova.
Ambos fueron a la casa de la hermosa muchacha, vieron algo de aburrida televisión (ya que es uno de los más detestables vicios de una porrista en sus momentos libres); comieron algo y bebieron algo de cerveza, sacando unas botellas que estaban en la heladera, y que por cierto, eran de su padre.
Con tan solo sentir la atracción que había mutuamente, los dos fueron hasta la habitación de la joven y mantuvieron relaciones sexuales. Disfrutando cada movimiento, cada roce de piel suave y atractiva. Los gemidos y la excitación se hicieron sentir por unos veinte minutos, dejando a ambos exhaustos y con la mejor sensación del mundo.
Luego de pegarse una ducha, Barbara sale del baño, secándose el pelo con una blanca toalla y diciendo: - La pasé muy bien; perdón por haber actuado como una estùpida anoche; es que hay veces que me dejo influenciar mucho por Teri –
- No te preocupes, creo que eres fantástica. Esto demuestra que eres mucho más humana de lo que todos creen, pero no debes oír a esa gente – respondió Kyle, atándose las agujetas de sus All Star verdes.
Tras el grato e increíble momento, el muchacho regresó a su casa, por dos motivos en realidad: 1) Contarle a Carlos lo sucedido, 2) Ver si el mismo no había provocado un incendio en la casa con todo el alcohol que salía de su boca. Las cosas parecían acomodarse un poco más, y todo en solo cuestión de una noche incorrecta, aunque gratificadora, en cierto modo.


Esa noche

- Llamaré a Josh, él debe tener algo de hierba para hoy – decía Carlos, mientras tomaba el teléfono inalámbrico blanco que estaba junto al sofá. Sonando repetidas veces, parecía que nadie iba a contestar, hasta que finalmente una dulce y suave voz dijo: - Hola? –
- Hola Susan, ¿se encuentra tu hermano por ahí cerca? –
- Ya te lo paso, Carlos – expresó la niña, corriendo hasta la habitación de su hermano, de donde salía la música a todo volumen y se despedían unos humos raros. Luego de pasar por la puerta, la pequeña le da el teléfono a su hermano, retirándose rápidamente.
- Carlos, qué hubo hermano! – saludaba Josh, mientras fumaba una pipa de agua, junto a su mejor amigo Ryan.
- No mucho; en realidad solo llamaba para saber si tienes algo de hierba para hoy; lo que sucede es que el maldito que me la vendió me dijo que esta mierda podía durarme más de una semana, y solo me duró cinco días – argumentó el joven, tomando una lata de energizante Red Bull.
- Pasen dentro de una hora por aquí; pero no tarden más que eso, porque mi amigo Ryan y yo, iremos al “Teatro del Terror” y veremos un par de clásicos – agregó Josh, dándole las específicas instrucciones a su cliente.
- Gracias hermano, te debo una – dijo Carlos, colgando el teléfono y gritándole posteriormente a Kyle que se encontraba en la ducha que se apurase, ya que debían ir a conseguir algo.
Luego de parar en una pequeña tienda a comprar un par de latas de cerveza, ambos se dirigen a la casa de Josh, escuchando una vieja cinta de los New York Dolls, banda favorita de Kyle.
- ¿Otra vez debemos escuchar a estos maricas? Creí que al menos hoy traerías “Raw Power” de los Stooges; no es divertido escuchar a estos sujetos todos los días – decía Carlos, un tanto molesto con la elección de su amigo.
- Oye, no critiques a los Dolls; si no fuese por estos sujetos, no existirían bandas como Ramones, The Clash o los mismos Sex Pistols; además la última vez que fuimos a ver a Iggy, estaba tan drogado que ni siquiera dio el show, así que no te quejes – argumentó el muchacho, golpeando el volante con la palma de sus manos al son de la música.

Un par de minutos después…

Ambos se bajaron del auto, pasando por el bello jardín que tenía el muchacho frente a su casa; tocando el ruidoso timbre, junto la puerta, la pequeña Susan sale a recibirlos.
- Pasen, mi hermano está en su habitación –
- Gracias niña – expresó Carlos, tocándole la cabeza y procediendo a pasar junto a su amigo.
Luego de cruzar por un pasillo lleno de ropa sucia y cosas tiradas, entran a la habitación que despedía los “humos extraños” y, de más está decir, que un aroma muy particular y penetrante.
- Entren rápido, mi madre puede venir en cualquier momento – dijo Josh, largando humo por la boca.
Saludando primero a Ryan y luego a él, Carlos pregunta: - ¿Tienes algo? – a lo que el mismo responde: - Abre el cajón que está debajo del televisor, saca una bolsa de las que están dividas por colores. La que es de un color rojizo se llama “Bamboo”, muy buena droga y no tan cara; la que es de color amarillento se llama “Némesis”, la mejor droga con la que he experimentado, por lo tanto solo yo la tengo, así que les saldrá bastante más cara; luego tienen la hierba común, que me imagino que ya sabrán de que color es -
Carlos solo sonrió, agregando: - Veo que sigues haciendo tus propias drogas, eres muy listo amigo; pero estamos un tanto jodidos de dinero, así que nos llevaremos solo una bolsa de la común –
- Son 10, ya lo sabes. Si no tienes ahora, tienes tiempo hasta el martes para pagarme, o iré a buscar tu cráneo – dijo Josh,
- Jajaja, no te preocupes, no hará falta – respondió el muchacho, pasándole un billete de 10 dólares a su dealer de más confianza.
- Siempre un gusto; salgan y no hagan mucho ruido – agregó nuevamente Josh, despidiendo a los dos, con un siempre irónico y ácido sentido del humor.
Los dos muchachos salieron rápidamente de la casa, con la mercancía en mano, la cual no representaba una gran cantidad, pero podía llegar a salvarles un par de días.
- Vaya amigos que te mandas! – decía Kyle, mientras abría la puerta del Chevy Nova.
- Josh es un buen sujeto, solo que ya no hay nada que lo sorprenda; es como si ya lo hubiese visto todo y ya no tiene ganas de nada nuevo – explicaba Carlos, mientras encendía un cigarrillo.
- ¿Quieres decir que solo se droga todo el día? – preguntó nuevamente el joven.
- Así es; bueno, a excepción de los martes entre las 16 y las 18, porque tiene sesiones de Tai Chi, jajaja, al tarado le gustan esas cosas – agregó.
Pasados unos treinta minutos de la partida de los jóvenes, Josh, el cual se había quedado un tanto dormido bajo el efecto alucinógeno, despierta violentamente y le dice a Ryan que se hacía muy tarde, debían ir al “Teatro del Terror”, tal como habían acordado.
Tomando un poco de fuerzas, además de un poco de cosas del refrigerador para el camino, los dos suben al viejo Beetle verde de Josh, tomando rumbo al lugar.
Abriendo un paquete de papas fritas, Ryan decía: - Ese lugar debe ser bastante cool, solo espero que haya chicas – a lo que su amigo respondió: - ¿Eres idiota? Es un antro donde pasan películas de terror clásicas, es nulamente posible que ya haya una sola hembra allí –

14 minutos y treinta y tres segundos después…

Al llegar al lugar, ven que por cierto tenía una buena iluminación a lo 70`s y no era tan malo como parecía. Tras bajar del auto, aprecian un cartel luminoso que decía: Funciones de terror de hoy: “El monstruo de la laguna negra”, “¿Qué ha pasado con el bebé Jane?”, “El gabinete del Dr. Calgari”, “Los pájaros” y “La masacre de Texas”.
- Genial, creo que veremos “La masacre de Texas”, tomemos una cerveza antes de entrar, decía Josh, sacando unas latas del asiento trasero.
Tras cruzar por la entrada, ven que ni siquiera había una persona que pueda cobrarle los boletos, por eso, continuaron caminando, dándose cuenta que el lugar era más grande de lo que aparentaba.
Luego de caminar por un extraño, frío y oscuro lobby, ven una puerta que se encontraba cerrada, pero con sonidos provenientes de allí, como el de una película que estaba siendo proyectada.
Josh abrió la misma, viendo las créditos finales de “Los pájaros”, película del maestro Alfred Hitchcock, todo un clásico del cine de terror. Al volverse a poner la pantalla negra, salió un pequeño anuncio que decía: “Nuestra próxima película en diez minutos”.
- Esto es muy extraño; aquí no hay absolutamente nadie! No entiendo por qué mierda proyectan las películas si no hay nadie que venga a verlas – decía Josh, mientras continuaba bebiendo su lata de cerveza.
- Creo que fuimos los primeros en venir desde que se reabrió este lugar – agregó el sorprendido Ryan, el cual se frotaba los brazos, ya que allí dentro había una gran ventisca gélida.
Aún muy sorprendidos, ambos se sentaron en los cómodos asientos, esperando el comienzo de “La Masacre de Texas”, que estaba preparada para arrancar en un par de minutos.
Pese a todo el esfuerzo que el alcalde había invertido en redecorar el lugar, la gente parecía no querer acercarse, tal vez por el temor que infundía ese sitio, con leyendas urbanas que aseguraban que continuaba endemoniado.
Pasados ya once minutos, casi doce, Josh empieza a gritar: - Oigan, ya se retrasaron dos minutos, pongan la maldita película! – cuando de repente, unas imágenes aterradoras empiezan a ser proyectadas, obviamente, no era la película, sino que eran imágenes reales de gente siendo torturada y mutilada. Los gritos y los pedidos de auxilio eran reales, además, por la apariencia del lugar, parecía ser el mismo en el que se encontraban los jóvenes, lo cual empezó a asustarlos mucho.
- Qué carajo es esto! Creo que deberíamos irnos de aquí – dijo Ryan, en el momento que una voz empezó a escucharse por los inmensos parlantes del teatro: - Una vez que pisan este lugar es imposible que salgan vivos. Las imágenes que están viendo son reales, y son solo para que se den una idea de lo que va a pasarles –
Josh ya empezaba a perder la paciencia, pero a su vez sonreía, pensando que tal vez, todo eso estaba preparado para la gente, para infundir más pánico. El mismo metió las manos en el bolsillo derecho de su jean gastado, sacando un cigarrillo y encendiéndolo con un viejo zipo.
- Oye, ¿no sabes que no se puede fumar en el cine? Además este sujeto está diciendo que vamos a morir – decía el ingenuo Ryan, mirando a su alrededor sin parar.
- Tranquilízate, debe ser un truco del maldito Woodman para asustar a la gente. Ese cabròn solo sabe hacer eso, ya que desde que asumió como alcalde no ha hecho un carajo por esta apestosa ciudad, llena de ratas y con gente trastornada como los dueños de este estùpido lugar, que no ponen las películas a tiempo… - gritaba Josh, muy molesto con lo sucedido.
- Si continúas gritando es muy probable que nos echen a patadas, así que limítate a estar callado y apaga ese cigarrillo; de verdad quiero ver la película – argumentaba su amigo, metiendo una goma de mascar de fresa en su boca.
En eso, dos personas salen detrás de la pantalla, caminando lentamente hacia los dos jóvenes, aunque desafortunadamente, por la oscuridad, no se podía identificarlos bien. Estos eran muy silenciosos, y sus pasos, más bien denotaban tranquilidad.
Josh arrojó su cigarrillo al piso, diciendo: - Oigan, ¿ustedes son los dueños? Porque si lo son, déjenme decirles que estoy muy encabronado con lo que están haciendo; ¿qué acaso no piensan proyectar la película? – pero los dos seguían caminando sin emitir ninguna palabra al respecto.
Tras ver que no tenían intenciones de responder, el terco muchacho se levantó de su asiento, dispuesto a negociar por la fuerza con alguno de los dos, siendo uno de ellos una mujer.
- Yo que tú me volvería a sentar; ¿nunca has visto una película de terror? Los que se levantan de su asiento siempre mueren por extrañas circunstancias – decía el extraño sujeto, con una pequeña barba candado y la cabeza rapada.
- Esto es ridículo; fue una pésima idea venir a este lugar de mierda – expresó Josh, haciéndole señas a su amigo, con intenciones de retirarse.
En eso, la mujer saca de su bolsillo un pequeño muñeco de tela y un cuchillo, a punto de utilizar los viejos trucos de magia negra. Primero, le dio una estocada al muñeco en el estómago, mientras que veía como el joven recibía los mismos efectos, empezando a sangrar como un cerdo.
- Qué mierda pasa aquí! – decía aterrorizado Ryan, presenciando la dolorosa muerte de su amigo.
Luego de la primera estocada, vinieron más y más, en diferentes partes del cuerpo. El muchacho gritaba pidiendo ayuda, pero ya se encontraba muy débil y sus luces comenzaban a apagarse; el piso estaba lleno de sangre, cuando llegó el momento que sin poder hacer más nada al respecto, cae de rodillas, con los ojos abiertos, pero ya muerto, asesinado como los peores criminales; mientras tanto, el extraño hombre cantaba “Vodoo Child” de Jimi Hendrix, satirizando un tanto la situación.
Ryan tenía las manos sobre la boca, lagrimeando como un niño, preguntando: - ¿Por qué lo hicieron? Malditos enfermos – tras lo que la mujer, respondió: - Es cuestión de equilibrio, solo eso. Desde un principio dijimos que morirían, pero los dos niñitos estùpidos prefirieron burlarse y creer que era mentira, así que ahora solo resta atenerse a las consecuencias – mientras limpiaba la sangre simbólica de su filoso cuchillo.
El muchacho miraba hacia todos lados, buscando algún lugar para escapar, pero allí dentro era una trampa mortal, de la cual resultaba imposible salir. Nada parecía poder detener la maldición que estaba instalada hace años.
- Judy, creo que fuimos muy maleducados, matamos al chico y ni siquiera le dijimos nuestros nombres. Debes disculparnos, mi nombre es Grave y ella es mi hermana Judy Skull. Aunque te parezca raro, vivimos aquí hace varios años en pura tranquilidad, solo que a veces matamos a alguien para mantener vivo el espíritu de nuestros padres –
- Al carajo con las explicaciones! – dijo furiosa Judy, la cual empezó a acuchillar nuevamente al muñeco con todas sus fuerzas, observando como Ryan empezaba a gritar, sangrando sin parar y con marcas de cuchillo por todo el cuerpo, el cual, después de un momento, ya estaba totalmente mutilado.
La mujer tan solo arrojó el muñeco al piso, pasándose el cuchillo por la boca, lamiendo la sangre que creía ver fluir por él, diciendo posteriormente: - Pierdes demasiado tiempo con tus explicaciones, te lo dije muchas veces. Si alguien nos descubre, estamos en grandes problemas – a lo que el hombre agregó: - Tal vez tengas razón, pero creo que es justo que los cabrones sepan quién los mató. “Larga vida al rey de las tinieblas”, Izrha mort (Muerte sagrada, según el idioma turco antiguo).

Al día siguiente, Viernes…

Kyle se levantó ese día viernes, despeinado y con unas ojeras que delataban varios días seguidos de fiesta. Dirigiéndose a la sala, toma un vaso de jugo de naranja de la heladera, sentándose en el sofá junto a Carlos, el cual estaba jugando Silent Hill en la playstation.
- Buenos días cabròn! Hoy es la gran fiesta, espero que estés con todas tus baterías llenas, porque hoy es tu noche mi amigo – decía Carlos, con su mirada fija en la televisión.
- Llamaré a Barbara, debo confirmar su presencia – agregó el muchacho.
- Jajaja, por lo que veo tuviste ese momento de claridad que tienen los alcohólicos –
El muchacho vuelve a levantarse del sofá, apoyando su vaso sobre una pequeña mesa llena de fotografías, tomando el teléfono inalámbrico blanco y discando el número de la bella joven.
Luego de sonar unas cinco veces, por fin puede escuchar la dulce voz: - Hey Barbara, ¿cómo estás?, vas hoy a la fiesta de Roxy ¿cierto? –
- ¿Quién habla? – respondió la joven.
- Soy yo, Kyle Corrigan, ¿te olvidaste tan rápido de mí? –
- Ah, Kyle, como estás! Lo siento, es que estaba tomando una ducha. Iré con Teri a la fiesta esta noche, no vemos allí tigre –
- Puedes apostarlo – dijo el muchacho, finalizando la conversación.
Carlos puso en pausa el juego, diciéndole a su amigo que esperaba tener la misma suerte esa noche, ya que era lo que estuvieron esperando casi todas las vacaciones. Mujeres, alcohol, buena música, todo parecía tener los mismos parámetros de diversión.
Luego de disfrutar unas cervezas y mirar algo de televisión, repentinamente suena el teléfono inalámbrico que estaba apoyado en el amplio sofá; al atender el mismo, Kyle nota que la persona que había llamado era Susan, la pequeña hermana de Josh, por tal motivo, le cedió el teléfono a su amigo, el cual tenía más confianza con la niña.
- Susan, ¿sucede algo? – preguntó el muchacho.
- Solo quería preguntarte si Josh está contigo, porque desde anoche que no ha vuelto y estoy muy preocupada; mi madre no sabe nada, pero cuando se entere va a estar muy enfadada –
Carlos se extrañó mucho al escuchar eso, a sabiendas de que su amigo era de hacer esas cosas, pero siempre avisando dónde estaba, en ciertas ocasiones, hasta salía por días de su casa.
- No, la verdad que no está aquí; es muy extraño lo que me estás contando, pero si sé algo de él te avisaré, no te preocupes – agregó el joven.
Tras colgar el teléfono, Carlos se quedó muy pensativo, sin emitir ninguna palabra, lo cual alarmó un tanto a su amigo, que indefectiblemente le preguntó qué era lo que había sucedido.
- ¿Recuerdas que ayer Josh nos dijo que iría junto con Ryan al “Teatro del Terror”? bueno, no estoy muy seguro, pero creo que algo malo sucedió, porque no han regresado hasta ahora – dijo el muchacho, sosteniendo el teléfono con sus dos manos y desplazándolo de lado a lado constantemente.
- Es verdad, pero no debes sacar conclusiones tan rápidamente; seguramente los dos están tan drogados que aún no pueden regresar, te aseguro que volverán ni bien les pase el efecto – acotó Kyle, un tanto más optimista.

Esa noche

Los dos jóvenes fueron hasta la casa de Roxy, bebiendo algo de cerveza, como era habitual. A todo esto, Carlos aún no comprendía lo que había sucedido con su amigo, ya que no había rastros aparentes de él, ni de Ryan.
- Mierda, no traje ninguna cinta para oír! Pondré la radio – decía Kyle, mientras sintonizaba alguna emisora donde pasara buena música, deteniéndose en una que estaba transmitiendo la siguiente noticia: “Esta mañana se reportó la desaparición de dos jóvenes, Josh Biederman y Ryan Gossling. Según los reportes, ambos salieron en el automóvil del primero ayer por la noche, sin regresar hasta el momento. La policía continúa con su búsqueda sin descanso. Si usted tiene alguna información por favor comunicarse a la radio, sería de gran ayuda”.
- Esto se está poniendo más grave de lo que creía! Pero si la policía no puede encontrarlos, nosotros menos; aunque… deberíamos ir al “Teatro del Terror” a investigar – expresó Carlos, muy preocupado al respecto.
- ¿Estás loco? ¿Acaso quieres que nos maten? – respondió Kyle, apagando nuevamente la radio.
- ¿Estás insinuando que ambos están muertos? Tú mismo me dijiste que no debía sacar conclusiones tan rápidamente –
- Tienes razón, lo siento – agregó el muchacho.
Al llegar a la fiesta luego de un par de minutos, ambos notan que todos estaban pasándola de maravillas, ajenos a lo que estaba sucediendo, pero no parecía ser de importancia para nadie.
La alocada Roxy, con su habitual pelo rojo y gafas de colores, recibió a los dos, diciéndoles: - Cabrones, vinieron! La cerveza hasta al fondo, disfrútenla – haciendo pasar a ambos, procediendo a encender una pequeña pipa, con hierba comprada del mismo Josh.
Carlos detiene su marcha, regresando junto a la chica y preguntándole: - Oye, ¿no has oído sobre la desaparición de Josh y de Ryan? La policía no puede encontrarlos por ningún lado – a lo que la misma, largando mucho humo por la boca, respondió: - Esos cabrones siempre hacen lo mismo, creo que lo del operativo policial está de más –
De verdad la situación no era la más conveniente como debería serlo, los dos se unieron a la fiesta, pero al tanto de que algo extraño estaba sucediendo, llevando a pensar varias cosas y empezando a dar pie a las supersticiones de las que los habitantes de Knoxville tanto hablaban.
Ambos tomaron una cerveza, viendo a las dos chicas, Teri y Barbara, las cuales tenían un look infartante, sonriendo luego de verlos.
- Acerquémonos, hoy es la noche que tanto estuvimos esperando – dijo Kyle, dándole una palmada en la espalda a su amigo, que no estaba con las mejores ganas del mundo.
Las dos muchachas vieron acercarse a los inútiles jóvenes, los cuales la noche anterior, no habían podido tener éxito, aunque Teri no sabía nada de lo que su amiga había hecho con Kyle.
- Vaya, vaya, vaya, pero si son los dos “intento de galanes”, ¿ya están borrachos o todavía les falta una cerveza más? – decía Teri, con una actitud cuanto más despreciable.
- Acabamos de llegar, estábamos viendo “¿Qué hay en la cabeza de una porrista?”, es un nuevo reality que pasan por Sony, deberían verlo – agregó Kyle, provocando la risa de la otra muchacha.
Tras beber un par de cervezas, escuchando buena música, y con el alcohol un poco elevado en el cuerpo, Taylor dice, levantando su vaso: - Oigan, hoy teníamos que ir al “Teatro del Terror” ¿recuerdan? – momento en el que los otros dos muchachos se miraron, sabiendo que ese lugar podía resultar un poco peligroso, pero a su vez, podían descubrir alguna pista de las desapariciones de Josh y Ryan, los cuales seguían sin aparecer.
- Creo que es una excelente idea, debemos ir para allá ahora mismo – expresó Carlos, el cual quería a toda costa develar el misterio de lo que había pasado, ya que ese lugar parecía ser una maldición en todo sentido, hacía muchos años que la gente hablaba de él como si fuese la casa del mismo demonio.
Luego de agarrar un par de cervezas para el camino, los tres muchachos y las dos bellas jóvenes, que al principio desaprobaron totalmente la propuesta, fueron al “Teatro del Terror” en el auto de Kyle, al cual le daba igual ir o no ir.
Manejando por la ruta 77, las ansias no podían hacerse esperar; Carlos no emitió una sola palabra en todo el camino, pensando constantemente en que sus amigos habían desaparecido en ese lugar y nadie parecía querer hacer nada al respecto.
- Les voy a ser sincera; ir allí me produce escalofríos – decía Teri, frotándose los brazos, por la ventisca proveniente de la carretera.
- No seas tonta, son solo películas clásicas de terror! Creo que es la mejor idea que se le pudo ocurrir al maldito de Woodman – respondió Taylor, siempre dando su toque de optimismo a la situación.

20 minutos después

Por fin habían llegado al lugar del que tanto han estado hablando todo los últimos días; en la entrada se podía ver un cartel luminoso que nombraba las películas que iban a proyectar ese día, siendo entre ellas: “El ataque de las arañas”, “Pesadilla en la calle Elm”, “Espantapájaros”, y la función especial “La casa de las torturas” (algo bastante irónico, teniendo en cuenta las características del mismo).
- Apurémonos a entrar, con suerte veremos unos treinta minutos de “La casa de las torturas”, ¿alguien conoce esa película? – decía Taylor, arrojando su cigarrillo al piso.
- Para nada! Deben ser de esas cintas caseras que hacían los estudiantes de cine para poder recibir su título, esto realmente apesta – agregó Teri, la cual todo parecía molestarle en todo momento.
Notando que no había nadie que pueda cobrarles el boleto de entrada, y obviamente, resultando muy extraño, los jóvenes decidieron entrar de todas formas; tal vez creyendo que por ser un lugar nuevo, la entrada sería gratuita.
Los cinco jóvenes se sentaron en los vacíos y oscuros asientos, dándose cuenta que allí no había nadie, al parecer la gente no estaba interesada en ir en lo más mínimo. La pantalla estaba en negro y no parecía que se proyectaría algo.
- Esto es una mentira, como todo lo que dice ese maldito alcalde Woodman, volvamos a la fiesta, este lugar es una porquería – dijo Teri, sacando una goma de mascar de su jean.
- Creo que allí viene alguien – expresó Kyle, con un rostro un tanto temeroso y demostrando que de verdad se encontraba nervioso, cuando anteriormente no lo aparentaba.
Igual que con las dos anteriores víctimas, los dos hermanos salieron detrás de la inmensa pantalla, con un aspecto más aterrador aún, ya que tenían la cara pintada de blanco y los ojos de negro. Grave tenía una musculosa negra y Judy un vestido completamente negro, pareciendo Morticia Adams.
Acercándose cada vez más, ambos podían ver lo petrificados que estaban estos, sin moverse de su asiento y con gotas de sudor que empezaban a empapar sus rostros, víctimas del pánico.
- Sean bienvenidos jóvenes al “Teatro del Terror”, un lugar lleno de magia y muerte. Mi nombre es Grave, y ella es mi hermana Judy Skull; somos hijos de los famosos Drako Blood y Shelly Bones, los máximos asesinos que pudo ver el estado de Tennessee en su historia. Seguramente se preguntarán por qué les estoy contando todo esto; bueno, es simple… alguien debe saber la verdad antes de morir; por treinta años hemos estado escondiéndonos de la maldita policía, hasta que hace quince años hemos vuelto a nuestro verdadero hogar. Creo que Woodman fue muy listo al poner un lugar así, como fachada para lo que verdaderamente hacemos –
Prácticamente sin poder respirar del susto, con una voz muy débil y llena de temor, Carlos dijo: - Así que ustedes fueron los que mataron a Josh y Ryan; son unos malditos hijos de puta, alguien debería matarlos de una vez por todas y terminar con todos los malditos adoradores del diablo que están esparcidos por todo el mundo –
Con el dedo índice derecho metido en la boca y dando vueltas como un carrusel, la bella y maléfica Judy Skull respondió: - ¿Esos dos eran sus amigos? Fueron unos malos participantes, pero tuvieron su chance de sobrevivir, a no ser porque se portaron muy, muy mal; pero les doy la oportunidad de verlos una última vez – momento en el cual el gran telón donde se proyectaría la película cayó, mostrando de fondo a los dos muchachos crucificados en unas viejas maderas, llenos de sangre y con el cuerpo totalmente destrozado y mutilado. Esto provocó el vómito instantáneo de las dos chicas y el grito de los demás tres.
- Larga vida al rey de las tinieblas!! Ustedes malditos burócratas, insectos del sistema, deben morir y entregar su sangre a nuestro dios Beelzebub, el único que podrá darnos vida eterna y liberarnos – decía Grave, levantando sus manos y mirando al cielo, como dándole un mensaje a Dios de lo que estaban por hacer.
- Salgamos de aquí!! – gritó Barbara, llena de lágrimas de desesperación, mientras se levantaba rápidamente de su asiento, dirigiéndose hacia la salida.
- Correr no te servirá de nada, maldita estùpida – agregó Judy, pegando un silbido, como llamando a alguien.
En eso, una gran cantidad de niños totalmente despellejados empiezan a aparecer, deteniéndole el paso a la bella joven, la cual ya no tenía hacia donde escapar, sufriendo aún más la situación. El lugar parecía un desfile constante de freaks, uno más trastornado que otro, como la mismísima puerta al infierno.
- Qué mierda es lo que sucede aquí!! Por favor, sea lo que fuere que van a hacer, no lo hagan, se los suplico – decía Kyle, tomándose la cabeza.
- Esto es lo que se llama la cruel realidad! Estos niños no tenían dónde vivir, pasándose la mayor parte del día delinquiendo por las calles; si hay algo que odio es la delincuencia, por eso mi hermana y yo les dimos refugio en este lugar, escondiéndolos de ese mundo malvado que hay allá afuera. Les quitamos la piel, porque era piel envenenada, contaminada por el mundo exterior – explicaba Grave, como el representante número 1 del demonio en la Tierra.
El momento había llegado, ya resultaba imposible que alguien pudiese recibir los gritos y pedidos de ayuda provenientes del “Teatro del Terror”; solo la muerte podía saciar a estos hermanos, ya que era la forma en que le rendían culto a su dios de las sombras.
La gran cantidad de niños se acercaron a los cinco jóvenes, agarrándolos fuerte de las piernas, evitando que pudiesen moverse, momento en el cual Grave se acercó con un pañuelo en mano con una fuerte droga, utilizándolo para hacerlos dormir.

15 minutos después

Al cabo de un par de minutos todos volvieron a despertar, encontrándose en una situación aterradora e indeseable para cualquiera. Estaban atados en unas camas que se encontraban firmes contra la pared, dejándolos en posición vertical.
- Es hora de que comience el show, démosle la bienvenida a la increíble “Mujer de los cuchillos” – decía Judy, dando paso al primer número del malvado espectáculo.
Luego de estas palabras, una mujer de unos cuarenta años, sale detrás de unas cortinas rojas, con varios cuchillos en las manos, los cuales empezó a girarlos con una gran habilidad, hasta lanzarle uno a Taylor, clavándoselo en el pecho y derramando gran cantidad de sangre, lo que provocó que el muchacho comenzara a gritar desesperadamente.
- Giovanna tiene una gran habilidad con los cuchillos; la descubrimos hace unos cuantos años en la calle, había perdido su empleo en el circo y solo tenía sed de venganza, por eso le enseñamos como controlar su ira y enfocarla de otra manera – explicaba Grave, cruzado de brazos y poniendo al tanto a los jóvenes de cada atrocidad que cometían.
La mujer continuó lanzando sus mortíferos cuchillos, llenando el cuerpo de Taylor de sangre, asesinándolo vilmente. Los mismos se le incrustaron en el estómago, los brazos, las piernas y la tráquea.
- Basta, por favor, déjenos ir, no se los diremos a nadie! se los juro – decía Teri, con lágrimas que empapaban su hermoso rostro.
- ¿Quieren irse?, creo que todavía no lo entienden; les estamos salvando del verdadero mal que está allá afuera. Por favor, terminen con esas estupideces y siéntanse felices de ser salvados – respondió Judy, tomando de la cabeza a la muchacha, la cual empezaba a orinarse del pánico.
Pero como bien dice la canción de Queen “El show debe continuar”, y así fue; Grave se acercó a todos, diciendo: - Ahora quiero que conozcan a “Kerkennian el caníbal” – dando paso a un hombre de estatura baja, el cual salió detrás de las cortinas, con unas cadenas que amarraban su cuello, como una especie de seguridad para controlar su apetito voraz por la carne humana.
- Kerkennian es un devorador de humanos, le encanta la carne fresca, y en especial, el de las señoritas – explicaba Grave, mientras tomaba unas llaves de su bolsillo, procediendo a abrir el candado de las cadenas.
Luego de ser liberado, el hombre se abalanzó sobre la bella Teri, arrancándole un pedazo de cuello, como si fuese una sabrosa costilla. Con la joven sangrando sin poder parar, el mismo continuó con pedazos de la cara, deformando totalmente a la muchacha, la cual ya casi no tenía poder de reacción.
Teri murió en muy poco tiempo, perdiendo rápidamente los sentidos y siendo la segunda víctima de los cinco jóvenes. Los demás tan solo contemplaban como sus amigos eran torturados y muertos como si sus vidas no valiesen nada.
- Creo que con eso ya estuvo bien, ahora es nuestro turno – agregó Judy, tomando una motosierra que se encontraba sobre una vieja mesa de hierro, la cual parecía estar allí hacia varios años. Poniéndola en funcionamiento, se acerca hacia el temeroso Carlos, viendo como el pánico de una persona llegaba a su mayor expresión.
En eso, se escuchan unos disparos, los cuales hirieron a la mujer, derribándola al piso, matándola al instante tras todos los impactos de bala recibidos. No eran otros más que el sheriff Warren Diamond y todos sus mejores oficiales, que habían llegado al lugar tras sospechar de éste.
Los demás oficiales procedieron a esposar a Grave, el cual no pudo escapar, gritando con todas sus fuerzas: - Cerdos malditos, ustedes mataron a mis padres!! Hijos de puta, van a arder en el infierno!! –
Diamond se acercó al malvado hombre, sacando su pistola 9mm de la cintura y diciéndole: - Eso es lo que tú crees, maldito cabròn – procediendo a dispararle certeramente a la cabeza, haciéndole un agujero más grande que la capa de ozono, sin importarle nada en el momento.
- Sheriff, este lugar está lleno de abominaciones, deben matar a todos – decía Kyle, aún maniatado y asustado.
El hombre vio todos los cuerpos mutilados de los demás jóvenes, ordenándoles a sus oficiales que inspeccionaran todo el lugar y que mataran sin dudarlo a todos los freaks que encontrasen.
- No se preocupen chicos, ahora están a salvo – agregó el hombre.
Los jóvenes fueron rápidamente desatados, aún muy afectados y casi sin poder hablar, tras presenciar la muerte de sus amigos, sin poder ni siquiera imaginar remotamente que aquello podía llegar a suceder.
Se había realizado una gran limpieza en ese lugar, matando a todos los esclavos que tenían los hermanos, ya que eran servidores del demonio y por lo tanto, debían ser eliminados por completo, sin dejar rastros. La masacre nunca antes vista en el condado de Tennessee había concluido, dejando un episodio manchado de sangre.
Tras acabar con todos los fenómenos de la naturaleza que habitaban el “Teatro del Terror”, Kyle le pregunta al sheriff Diamond, el cual conducía su impecable Corvette: - ¿Cómo pudieron saber lo que sucedía allí? – a lo que el mismo respondió: - Sabíamos que algo no andaba bien en ese maldito lugar; luego de la desaparición de Josh Biederman y Ryan Gossling, pudimos llegar a la conclusión de que habían sido asesinados, solo era cuestión de tiempo para ver si algo más sucedía. Pido mis más sinceras disculpas por la muerte de sus amigos, pero ahora pueden tener la certeza de que esos cabrones están más muertos que Jeffrey Dhamer –
Luego de eso, ninguno de los jóvenes emitió ni una sola palabra hasta llegar a sus casas y recuperarse, aunque nunca por completo. Debían cargar con esa maldición por el resto de sus vidas.
Dos semanas después del sangriento episodio, el alcalde Woodman dio la autorización de demoler ese lugar y nunca más volver a construir nada por las cercanías, con intenciones de espantar los demonios que algunos aseguraban habitaban allí.
Los tres sobrevivientes intentaron regresar a sus vidas normales, lo cual les fue muy difícil. Tras terminar el secundario, todos se mudaron de Knoxville, prometiendo no regresar jamás.



THE END
Soulvalentino13 de mayo de 2008

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